El lince se recupera en los Montes de Toledo gracias a la colaboración de fincas de caza

9 abril, 2018 • Noticias de caza

Un total de 16 linces ibéricos se han liberado hasta el momento en «El Castañar», la finca privada de 6.000 has que la familia Finat tiene desde hace más de 150 años en Montes de Toledo.

Las primeras luces rompen la noche en los Montes de Toledo. 12 de noviembre de 2017. El invierno otea desde el horizonte y amenaza con mudar los tonos amarillos y ocres que pintan de otoño umbrías y solanas. Como cada mañana, el fotógrafo José María Finat y Riva (Madrid, 26 de junio de 1967) sale armado con su cámara a la caza de imágenes. Al este, casi en las lindes de El Castañar de Mazarambroz -la finca de su padre, José María Finat y Bustos, duque de Pastrana- se encuentra una cantera abandonada donde hoy prueba fortuna en su búsqueda de instantáneas que recojan la vida salvaje de estos parajes. Un lance entre el animal y el hombre a golpe de clic.

El frío no paraliza los biorritmos de la naturaleza, un frío que compite con el gélido azul del granito. Cormoranes, patos, algún zorro todavía perezoso quedan atrapados por el objetivo de la D500 de Nikon con las primeras claras del día en la cantera. Las grutas y cuevas que han conformado los inmensos bloques de la mina albergan un ecosistema rebosante de vida. Sin esperarlo, unas inconfundibles orejas puntiagudas y terminadas en pincel asoman entre las afiladas aristas de la piedra. Esta vez es el fotógrafo quien resulta sorprendido por la modelo: una lincesa observa dominante y curiosa desde las alturas. «Me miró y la miré. Rara vez se dejan ver y huyen del ser humano, pero en esta ocasión la suerte estaba de mi lado. Preparé mi cámara lo mejor que pude, casi tembloroso. Con mucha calma y movimientos lentos, estático para que la felina no huyera, tiré una ráfaga de disparos y, pese a tener la luz de frente, salieron un par de capturas buenas», relata José María con la emoción del momento. «La que más me gusta, mientras me examinaba fijamente con su aguda vista de lince. Se apreciaba a la perfección el nítido color miel de sus ojos; otra muy bonita al tiempo que desaparecía entre las grietas, en la que resaltaba todo el moteado del lomo. Unas fotos muy especiales y muy difíciles de obtener. Fue un momento mágico e irrepetible».

Enfrentarse cara a cara con este icono de la fauna peninsular, una de las especies más amenazadas del mundo, es un milagro debido a su carácter tímido, casi huraño; incluso para alguien que, como José María, ha vivido en estas tierras desde los 4 años. Conoce cada palmo de monte, cada raña. Es capaz de leer en la naturaleza con una precisión milimétrica cómo van a comportarse los animales con sólo escucharles o predecir qué especie va a aparecer únicamente por unas ramas en movimiento. «Para mí la fotografía es la habilidad de inmortalizar momentos difíciles y únicos, cuando no extremos o imposibles. Mi técnica consiste en sorprender en el momento al animal, en igualdad de condiciones. Y siempre basándome en la experiencia y la habilidad de saber cómo moverme en el campo para captar esos documentos inusuales que me emocionen. Busco rodear la foto de belleza y magia», describe su trabajo este apasionado de la naturaleza. «Lo que realmente me motiva es la capacidad de ver, de sentir y fotografiar instantes y bichos a poca distancia, en su entorno, y pasar prácticamente desapercibido. El equipo que utilizo no es de los más sofisticados. La fotografía que yo disfruto es incompatible con uno de muy alta calidad, que pueda resultar muy pesado y me reste movilidad».

Combina esa pasión por inmortalizar la belleza salvaje del ecosistema, que le inculcó su padre siendo apenas un niño, con la de gestión de diversas fincas. El campo está presente en todas las facetas de su vida y sus valores ligados a la naturaleza impregnan todo lo que rodea a José María. Y así trata de inculcárselo a sus tres hijos, Pepe (20), Manuel (17) y Linette (13).

Estas excepcionales capturas son posibles después de más de medio siglo sin que el lince (Lynx pardinus) fuera visto por estas dehesas castellanas. Este gran carnívoro fue considerado alimaña -incluso la Junta de Alimañeros creada en 1955 premiaba su muerte- hasta el 5 de octubre de 1973, cuando por decreto ley se dio el primer paso en su protección prohibiendo su caza o captura. En 2002 se estimaba que quedaban menos de 200 linces ibéricos en el mundo. Gracias a unas acertada política de reintroducción, en la que la familia Finat desempeña un papel decisivo en los Montes de Toledo desde 2014, la especie ha dejado de estar en peligro crítico de extinción. Cada año se ponen en libertad allí entre seis y ocho felinos.

El Castañar, ‘Zona Cero’

La primera fase del proyecto Life+Iberlince (1994-1999) consistió en un estudio de los espacios de reintroducción, como explica su director, Miguel Ángel Simón:»Seleccionamos áreas con unas características determinadas: una buena calidad de hábitat, una buena densidad de conejos y un estudio de amenazas, como cultivos o carreteras. Una vez elegida la zona propicia, era imprescindible la colaboración de fincas privadas para desarrollar las diferentes actuaciones. El Castañar llevaba muchos años colaborando con proyectos de conservación de todo tipo». El duque de Pastrana y sus hijos, Rafael y José María -quienes se encargan de los temas agropecuarios-, son muy proclives a participar desde hace años en las acciones de preservación y recuperación de especies que se les han propuesto. Son todo un ejemplo de gestión sostenible. «Contar con ellos desde el principio fue una ventaja, son muy respetados y conocidos en la zona y arrastraron a otros muchos dueños», asegura Simón.

La misma opinión comparte Marino López de Carrión, técnico superior del Servicio de Espacios Naturales de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha: «Había una relación de experiencia y confianza mutua con los Finat». Una vez establecidos los contactos con las diferentes explotaciones, se procedía a la firma del convenio por el que la propiedad se comprometía a permitir al personal encargado realizar el seguimiento de los especímenes, a conservar el medio natural tal y como estaba y a llevar a cabo una serie de actuaciones: realizar mejoras, hacer siembras o repoblaciones de conejos, que suponen el 80% de la dieta de este carnívoro… En la actualidad son casi 16 fincas castellano-manchegas las que participan, sumando algo más de 17.000 hectáreas.

Las crías nacen en cautividad en los cinco centros que hay en la península (Zarza de Granadilla, Cáceres; El Acebuche, Huelva; Jerez de la Frontera, Cádiz; La Olivilla, Jaén, y Silves, Portugal). Se seleccionan cuando alcanzan aproximadamente el año de edad y siempre buscando favorecer la variedad genética. El Castañar fue clave desde el primer momento y el lugar elegido para las primeras sueltas. Allí fue donde crearon el cercón de aclimatación, un espacio cerrado y electrificado en el que se soltaban los ejemplares durante 15 o 20 días para que se adaptaran antes de ponerlos en libertad. Es lo que se denomina una suelta blanda. «Se utiliza este método en lugares en los que no existe una población de linces previa. Una vez que ya hay animales en ese hábitat se realizan las llamadas sueltas duras, que consisten, dicho coloquialmente, en abrir la caja y liberarlos en campo abierto», explica López de Carrión.

El 15 de diciembre de 2014 se soltaron los primeros linces en Castilla-La Mancha. Las 6.000 hectáreas que conforman El Castañar, y que llevan ligadas a la misma familia más de 150 años, fueron testigo de cómo más de medio siglo después el gran cazador del mediodía peninsular volvía para quedarse y convivir en perfecta armonía con un sistema de explotación agrícola y ganadera. «Se han soltado 16 linces en total en casa. Los 10 primeros en el cercón y posteriormente otros seis de suelta dura», cuenta José María Finat. Montes de Toledo es una de las zonas que más futuro tiene, cuenta ya con 45 individuos de los cuales ocho son hembras territoriales, siete de ellas reproductoras. «La idea es llegar en un futuro próximo a un mínimo de 15 hembras reproductoras en esta área», como apuntan desde el Servicio de Espacios Naturales de Castilla-La Mancha. La última fase del proyecto concluye, tras siete años, el próximo mes de junio. Ha contado con 34 millones de euros de inversión, aportados en un 60% por Europa y el 40% restante por las diferentes administraciones de Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia, Extremadura y Portugal.

La Casa Real, en la persona de la Reina Sofía, ha sido otro de los grandes apoyos de esta iniciativa. «El 24 de abril de 2015 vino la Reina Emérita a El Castañar para desenjaular un par de ejemplares, Lila y Lava. Una de las lincesas estaba amadrinada por Su Majestad y cuando supo que iba a ser puesta en libertad quiso venir en persona para soltarla», dice Finat.

Puntos negros

El pasado año no fue uno de los mejores para este felino, con 48 muertos entre atropellos (26), los furtivos (5) y otras causas. Se han superado con creces cifras de temporadas anteriores. Miguel Ángel Simón asegura que «aunque es una cifra de accidentes a tener en cuenta, lo importante es el análisis que se extraiga: dónde, cómo y qué podemos hacer para evitarlo. El número se ha incrementado porque antes no había tantos linces ni en tantas zonas. Hay que señalar que Andalucía, decana del proyecto, se ha mantenido en el promedio de siniestros».

Cinco puntos negros concentran el 70% de los atropellos y ya se están tomando medidas para subsanarlo, construyendo pasos para animales con los que esperan rebajar el número de víctimas. Se reparten principalmente por Andalucía y Castilla-La Mancha: CM-420, a la altura de Mazarambroz (Toledo); CR-50, cerca del Viso del Marqués (Ciudad Real); la A-4, entre Bailén y Andújar (Jaén); A-301, en las inmediaciones de Vilches (Jaén), y N-420, cerca de Cardeña (Córdoba). «La tasa restante corresponde a enclaves puntuales donde es improbable que vuelvan a repetirse estos episodios. No se pueden tomar medidas en cada posición marcada por el fallecimiento de un ejemplar», explica el director de Life+Iberlince.

El furtivismo -los verdaderos cazadores se niegan a señalar como caza estas prácticas- se creía casi superado. En 2017 han sido cinco los especímenes que han aparecido muertos por postas pese a las penas de cárcel, que oscilan entre los 14 meses y los dos años -al ser especies en peligro de extinción-, y multas que pueden ir de los 60.000 a los 100.000 euros, dependiendo de cada comunidad autónoma. «Una vez consolidadas las hembras reproductoras y las poblaciones [hay 547 ejemplares según el censo de 2017, repartidos por las diferentes áreas, frente a los 5.000 estimados en la década de 1960] el futuro de la especie pasa por interconectar sus hábitats [Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha, Portugal…] a través de corredores para favorecer el intercambio genético», aventura López de Carrión.

Geolocalización

Aunque como indica Miguel Ángel Simón, «algunos individuos ya han realizado desplazamientos de miles de kilómetros. Son los propios linces quienes marcan esas autopistas con la geolocalización, como han estudiado en la Escuela Superior de Montes de Madrid. Será complicado porque hay zonas de cultivo y zonas de mucha carretera, demasiadas amenazas complejas de solucionar».

El lince está llamado a convertirse en una pieza clave del proteccionismo, «es el gran cazador aéreo [se sube a los árboles, escala, gracias a su potencia atrapa pájaros, asalta nidos…] y limpia los campos de zorros y meloncillos, lo que permite la proliferación de otras especies como los conejos, que en el monte son la base de todo», asegura Finat. «Cada vez hay más carreteras, más coches y menos espacio para la fauna. Invadimos terrenos que no nos pertenecen. Lograr transmitir con mis fotografías riqueza al ámbito rural o a la fauna sería un acto de enorme conservacionismo». Algo que trata de inculcar también a través de las exposiciones fotográficas que organiza y donde pueden verse algunas de sus instantáneas tomadas en África, su otra gran pasión junto a los encinares de Mazarambroz. «Y mucho más, si hago llegar a la sociedad los valores de coherencia y respeto al medio ambiente que se respiran en el campo».

Informa Jaime Lázaro para expansión.com


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