El eslabón necesario de los ecosistemas mediterráneos

12 mayo, 2017 • Miscelánea

La importancia del conejo de monte en los ecosistemas mediterráneos es crucial y muchas especies de predadores dependen de este lagomorfo, además de haber constituido desde siempre una pieza clave en la caza. Las enfermedades han provocado que sus poblaciones desciendan hasta los límites de la extinción en muchos territorios, pero hay zonas peninsulares en las que, sin conocer las razones, los conejos parecen resistir a la mixomatosis y a la enfermedad hemorrágica en gran número. Con tantos defensores como detractores, el conejo se enfrenta a un futuro incierto.

Solo algunas zonas del país se resisten a la enfermedad / DPS Cazaworld

Por todos los aficionados a la caza y naturalistas es conocida la importancia que juega el conejo de monte en los ecosistemas, pues no en vano supone la base de la cadena trófica en el ecosistema mediterráneo. De este lepórido dependen rapaces y mamíferos como el lince ibérico, cuyas poblaciones no pasan por su mejor momento, una circunstancia en la que ha incidido de manera determinante la desaparición de las poblaciones de este roedor.

Primero, tras arrasar el norte peninsular, a principios de los años 70 llega a nuestra provincia la temida mixomatosis; comienzan a verse en los campos conejos moribundos con heridas en cada una de las partes mucosas que le impiden sobrevivir más allá de una semana. El devastador efecto de la enfermedad se deja sentir en los cotos salmantinos a principios de 1980, año en el que de una manera significativa quedan reducidas sus poblaciones en buena parte de la provincia.

Podría decirse que la desaparición en muchos lugares del concejo de monte ha provocado efectos colaterales sobre otras especies no predadoras. Esto es así debido a que sus depredadores habituales se han visto obligados a inclinar sus hábitos alimenticios hacia otras especies, que aunque más difíciles de capturar, como sucede con la perdiz roja, son una alternativa para llenar sus estómagos.

La escasez de conejos está ocasionando que muchas rapaces y grandes depredadores de rabicortos como, jinetas, turones, gatos monteses, o linces, entre otros, orienten ahora sus preferencias hacia otras especies cinegéticas hasta ese momento circunstanciales, una hecho que se repite con el hombre en la caza.

Pero los males de nuestro querido conejo de monte no acaban con la mixomatosis. Tras un repunte en su recuperación, haciendo prevalecer la enorme adaptación de su sistema inmunológico frente a cualquier enfermedad, en 1990 llega la devastadora RHD, más conocida por la enfermedad hemorrágico vírica del conejo.

Originaria de China, donde es reconocida en 1984, llega al Viejo Continente en 1988, aunque hay que matizar que con anterioridad a su descripción en el país asiático, se detectan anticuerpos del virus en sueros de animales recogidos en Europa, una circunstancia a la que se suma la aparición en 1980 de una enfermedad similar que afectaba a las liebres y cuyo agente (EBHSD), causante del síndrome de la liebre europea, está estrechamente relacionado con el RHDV. A partir de ese momento el declive de la especie desciende a situaciones alarmantes, hasta el punto de quebrar la cadena alimenticia por su eslabón más endeble. Especies como el lince, el búho y otras rapaces, desaparecen de los campos debido a la falta de conejos.

Fuerte sistema inmunológico

Sólo algunas zonas del país, sin saber muy bien por qué, resisten el paso de la enfermedad. Conforme transcurren los años, su sistema inmunológico se hace más fuerte, muchos individuos aguantan y se fortalecen ante el RHDV, lo que origina nuevos desequilibrios, pero en esta ocasión, para gozo de los cazadores, que no de los agricultores, que ven en sus sembrados los efectos devastadores de verdaderas plagas de conejos.

Hasta ahora los esfuerzos realizados por crear una vacuna que inmunice al conejo de las dos principales enfermedades que le afectan han resultado inútiles, en algún caso hasta con señales de una presunta estafa, tanto a los cazadores como a distintas organizaciones.

La famosa vacuna recombinante auspiciada por la Federación Española de Caza hace unos años fue un mal sueño para esa organización, pero sobre todo para miles de cazadores que verían un pequeño rayo de luz. Tal vez no interese crear una vacuna que ponga fin a las enfermedades del conejo.

En detalle

Origen de la mixomatosis: El origen de esta enfermedad en Europa se encuentra en la inoculación en Francia, el 14 de junio de 1952, de una cepa del virus en conejos de una finca propiedad de Armand Delille, desesperado por los daños que estos ocasionaban a sus sembrados. En tan solo una década la enfermedad se había extendido a las poblaciones de este roedor repartidas por el Continente, siendo detectada en el norte de España un año después.

Aparición del RHDV: La teoría más extendida sobre el origen del virus de la RHD es que fue detectada por primera vez en 1984, cinco años más tarde el virus ya se encontraba ampliamente distribuido por Europa. En 1988 llegó a España, provocando mortandades de aproximadamente el 60% de la población peninsular.

Dos linajes de conejos: La mayoría de los cazadores se preguntan por qué estas enfermedades no afectan por igual a todas las poblaciones de conejos. Recientemente se han realizado estudios exhaustivos del ADN nuclear de conejos que demuestran la existencia de una franja de contacto entre dos linajes que cruza la Península de noroeste a sureste y que tienen un comportamiento distinto frente a las enfermedades. En las zonas sur y oeste de la Península aparece el tipo Oryctolagus cuniculus algirus, mientras que en la zona norte y este, la subespecie Oryctolagus cuniculus cuniculus, de un sistema inmunológico más fuerte.

Vacuna recombinante: El sector cinegético ha sido el impulsor de la mayoría de las iniciativas llevadas a cabo para la recuperación de la especie. La más importante y en la que otras especies tienen depositado su futuro, es la vacuna ecológica que promovió la RFEC y que resultó un fraude.

Informa salamancartvaldia.es


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