Descaste de conejos
La caza del conejo en verano, popularmente conocida como descaste de conejos, es una modalidad actualmente cuestionada por la mayoría de los cazadores.
La mixomatosis se implantó en España en los años 50. Cómo todos sabemos, en los albores primaverales se produce un boom conejero, que a su vez y cuándo aumentan las temperaturas, se produce en los diferentes seres vivos que transmiten la mixomatosis, viéndose diezmadas las poblaciones de conejo. Así fue como esta modalidad surgió y permitió aprovechar esos animales, que de no ser cazados en esas épocas, además de morir a manos de la enfermedad, la transmisión se multiplicaría con fervor.
En los años 80, la aparición de la enfermedad hemorrágica vírica supuso un nuevo lastre para las poblaciones, causando, si cabe, un mayor número de bajas que la mixomatosis y haciendo que el descaste no sea una medida tan eficaz como lo fue cuando la vírica no campaba libremente por nuestros prados.
¿Descaste sí o descaste no? Es el debate que se produce en muchos de los cotos centro-sureños de nuestro país.
Si bien es cierto que la práctica del descaste sin perro no es una actividad por la que muestre demasiado interés, me gustaría romper una lanza a favor del descaste de conejos. La mayoría de las solicitudes que se hacen actualmente para el descaste, son, ni más ni menos, que por daños a la agricultura, y es que, como sabemos los cazadores, las poblaciones están muy mal repartidas, habiendo grandes extensiones de hectáreas en las que hay auténticos apocalipsis de daños a la agricultura, y otras, en las que no se ve un conejo en cientos de metros a la redonda. Cómo su propio nombre indica, esta modalidad consiste en descastar las poblaciones de dicho animal, y actualmente, el uso que se le debería dar y el correcto bajo mi punto de vista, sería un uso de gestión y aprovechamiento en aquellas zonas altamente pobladas.
Habiendo aportado algo en favor, llega el momento de dar la puñalada trapera. El carisma del cazador está cambiando, cada día somos más los que tenemos un afán conservacionista, y por ello, surge en gran medida este debate. Seré rotundo y contundente. En aquellos cotos en los que las poblaciones no sean sumamente altas y en los que las enfermedades, marcadas por la época de cría, no bombardeen sin pasión las poblaciones, no se debería realizar descaste de conejos. Cómo solo sabemos valorar los verdaderos amantes de la caza menor con perro, vale más un conejo bien trabajado por el perro y abatido de un certero disparo que un centenar de descastados.