El conejo… y sus derechos
Érase una vez, al borde de un arroyo flanqueado por espesas zarzas, próximo a un hermoso sembrado de cereal, un conejo y un búho departían amigablemente sobre los derechos de sus congéneres.
– Pues como te iba diciendo – continuó el búho su charla- estás de enhorabuena, porque los humanos han publicado recientemente un decreto que prohíbe que se cace a los conejos durante todo un año.
– ¡Qué me cuentas! – respondió el conejo entusiasmado.
– Entonces… ahora podré ir por donde quiera, incluso comer en el huerto de más allá del sembrado.
– Pues sí, se te han reconocido tus derechos – sentenció el búho de forma grandilocuente.
Estaban los dos amigos tan enfrascados en su conversación sobre los derechos y demás sesudos temas legales, que no se apercibieron de la amenazante presencia de un zorro, que desde unos arbustos cercanos asistía divertido a la escena, pensando también en su derecho a comerse a diario. En un instante, de un prodigioso salto, se precipitó sobre el conejo, que a duras penas pudo evitar el envite, comenzando así una vertiginosa persecución, mientras se oía al conejo gritar al búho desesperadamente: ¡Enséñale el decreto! ¡Enséñale el decreto!
Viene a colación esta fábula a propósito del tan traído tema de los derechos de los animales. Tengo que reconocer que es un espinoso asunto, por lo que supone el otorgamiento o reconocimiento de un derecho, o lo que es más complicado, la denegación del mismo en el ideario y el sentimentalismo del ser humano que vive en lugares de tradición democrática. Porque nadie discutirá que en determinados lugares del mundo, es impensable el debate sobre los derechos de los animales cuando las personas carecen de ellos.
Afirmar que los animales tienen derechos, o lo contrario, debe venir precedido de un pequeño análisis sobre el asunto que nos atañe.
Empezaremos por el propio concepto del derecho. La palabra proviene del vocablo latino directum, que significa no apartarse del buen camino, seguir el sendero señalado por la ley. En general se entiende por derecho, el conjunto de normas jurídicas, creadas por el estado para regular la conducta de las personas, establecer las bases de convivencia social y dotar a todos los miembros de la sociedad de seguridad, igualdad, libertad y justicia.
¿Qué son los derechos humanos? Según la definición que de ellos hace el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición…. También afirma que: Los derechos humanos incluyen tanto derechos como obligaciones. Los Estados asumen las obligaciones y los deberes, en virtud del derecho internacional, de respetar, proteger y realizar los derechos humanos… En el plano individual, así como debemos hacer respetar nuestros derechos humanos, también debemos respetar los derechos humanos de los demás.
En definitiva, es fácil colegir que los derechos de los seres humanos están ineludiblemente unidos a las obligaciones que tenemos contraídas de respetarlos. No son entendibles los derechos sin obligaciones.Por otro lado, no podemos pasar por alto el concepto de sujeto de derecho, que no es otro que aquel al que pueden imputársele derechos y obligaciones a través de la Ley.
Por tanto, la pregunta es: ¿Es aplicable al mundo animal el concepto de derecho en toda su extensión? A mi juicio no. Los animales no pueden ser sujetos de derecho.
Sé que esta afirmación es sin duda discutible, porque existen una serie de normas que precisan de qué forma tenemos que relacionarnos con ellos. Y sobre todo, si nos dejamos llevar de esa romántica idea de los derechos universales a la vida. Lo que sí es cierto es que los animales conviven en nuestro entorno y forman parte del equilibrio natural, y por tanto los seres humanos estamos obligados a respetarlos, a no maltratarlos, a que sus poblaciones no se vean amenazadas por acciones no sostenibles, a no deteriorar su hábitat, a no abandonarlos.
De otra parte, mal que les pese a algunos, sirven de alimento a la humanidad y no es menos cierto que todos los animales no gozan del mismo grado de proteccionismo social.
El derecho es un concepto exclusivamente humano, no se concede como se hace con los animales, sino que se reconoce. La vida es valiosa y tenemos la obligación de cuidarla, igual que un río, que no tiene derechos pero no se puede contaminar, o un bosque que carece de ellos y no se puede quemar.
En un mundo donde aún se mancillan los derechos de millones de personas con violencia, pobreza, maltrato, esclavitud, opresión… bien haríamos en priorizar nuestras acciones en paliar esa realidad y no utilizar conceptos tan importantes y complejos como los derechos para utilizarlos cual arma arrojadiza contra la caza y las personas que la practicamos.
Manuel Gallardo
Vicepresidente de Fedexcaza
Publicado en hoy.es