Dos Amigos relato de Moisés Mora

Caminamos faldeando el ondulado cerro entre escarchas y romeros que hielan perfumando la mañana. Mi amigo anda siempre por delante, yo sabiendo que en lo suyo es un maestro le sigo ciegamente donde me lleve. Ambos caminamos con el corazón sobrecogido ante la grandeza de la tierra.

Al llegar a la cumbre se para en seco sin decir palabra y gira para convertirse en estatua. Boquea, aspirando él gélido aire con su limpia mirada clavada en algo que yo solo intuyo tras de mí.

Un ruido a mi espalda, un pájaro se arranca apresurando un rojizo vuelo y un trueno que acobarda culminan un precioso lance. Mi amigo la trae la suavemente en la boca y me mira con sus ojos color caramelo. Me agacho para cogerla, rodearle con mi brazo y compartir con él la gloria de un lance inolvidable.

LOBACO.

Primitivo, Atávico y Auténtico.