Disparatadas tesis ecologistas
Recientemente, la Oficina Nacional de la Caza, la Conservación y el Desarrollo Rural (ONC), entidad que engloba en su seno a diversas asociaciones y federaciones pertenecientes al mundo cinegético, publicó un manifiesto en réplica a un informe de cierta asociación pseudoecologista que, por desgracia, nos tiene más acostumbrados a sus desaforadas diatribas anticaza y, por que no decirlo, antitodo, que a sus acciones en defensa de los animales. Que cada vez, mayor número de aquellos que se dicen llamar ecologistas ataquen de forma injusta al colectivo de los cazadores no es ninguna novedad. ¿El motivo?, parece claro: el ecologismo de hoy es un fructífero negocio.
«El impacto de la caza en España» es el sintomático título del informe que esta asociación ecologista dedica, en otra (¡y van!) provocación más al mundo de la caza.
Indudablemente, la actividad cinegética no está exenta de incumplimientos por parte de algunos de sus practicantes (por cierto, incumplimientos cada vez menos numerosos, dadas las desproporcionadas sanciones que, en algunos casos, sufren estos presuntos incumplidores). Pero es cierto que hay que decir que podemos considerar a la caza como una de las actividades humanas más profusamente regladas, con una vasta y extensa normativa, tanto a nivel comunitario, nacional, autonómico y local.
Sin alternativa viable
Que se pase por alto al casi un millón de practicantes, acusándolos de ser una minoría, o que se manifieste, sin rubor alguno, que la caza sólo se practica por negocio o placer, y sólo por personajes recién salidos de «La Escopeta Nacional» es de una bajeza impresionante, y más cuando estos libelos provienen de una asociación ecologista que, sorpresa, sólo cuenta con 30.000 afiliados (según datos fácilmente contrastables).
F. Beltrán
Publicado en sevilla.abc.es