Crónica de montería de Picorotos Altos, por Encicaza
Encicaza jugaba en casa el pasado 22 de octubre cazando en Encinasola la finca de renombre de «Picorotos Altos». En esta ocasión se iba a cerrar la parte de Los Limones, la cual siempre alberga grandes venados y gran abundancia de cochinos.
Los monteros acudían a la temprana cita al hotel de dicha localidad, donde Hugo Larubia y Manuel Infante iban a realizar el sorteo de dicha montería.
Caras conocidas y saludos en un rápido desayuno, dado que apremiaba sortear y montar la mancha para cazar cuanto antes para librarse del calor de estos primeros compases de temporada.
Poco se tardó en sortear los 38 puestos con los que se iba a cazar esta bonita mancha de jaras apretadas y fuerte dehesa, con unos puestos muy amplios de tiraderos a testero, que en esta ocasión se habían montado como novedad y para probar.
Ya desde la colocación de las primeras armadas se pudo observar el movimiento de caza en la mancha, y antes de entrar las últimas traviesas, Juan Carlos Guillén informaba desde su postura del avistamiento de un gran venado de numerosas puntas que estaba en el viso y sobre el cual no podía jugar lance. Este mismo se salía de la zona de caza, sorprendentemente sin ser visto antes de soltar. Cosas de la caza y de las posturas amplias, pero prima la seguridad y la tranquilidad. Ahí queda para una ulterior ocasión.
Con la entrada de la traviesa del Barranco Hondo, una piara de jabalíes se mostraba delante de los vehículos, lo que demostraba que la mancha estaba muy buena de caza, como así fue con la suelta de los canes.
Pasadas las once se soltaban colleras y fue toda una explosión nada mas soltar: ladras largas y disparos repartidos por el mapa de la montería. Pero el gas fue mermando a medida que los canes se esforzaban por sacar a los jabalíes de lo más intrincado del monte. Los testeros, muy sucios, ofrecían gran abrigo a los cochinos que arropados transitaban sin mostrarse. Así, los perros, ladra aquí y ladra allá, se desgastaron más pronto que tarde haciendo fuerza por mostrárselos a los monteros, que se mantuvieron en tensión de principio a fin de la montería.
Con el choque de las rehalas se levantó uno de los ases, un venado precioso de trece puntas que fue a escurrirse, primero de la traviesa del barranco hondo y con posterioridad intentó abandonar la finca por el cierre de Tate, donde fue abatido finalmente por Joaquín Murube de certero disparo cuando ya se encontraba dispuesto a tirar la toalla.
Sobre la una y media se levantaba a los monteros de sus puestos y se sacaba a las rehalas de la mancha, y fue justamente cuando aparecieron dos buenos macarenos. El primero fue errado en el Barranco Hondo y posteriormente abandonó la finca por el puesto de Víctor García en el Cierre de Los Limones, y el segundo, tras zafarse de los canes sin saber por dónde, apareció en el lugar del catering, pidiendo unas alubias a ser posible, intentando saltar una gran pared de piedra que allí existía, y finalmente saliéndose de la zona a cazar en dirección a la mancha del Capitán, también de los Picorotos.
Como no podía ser de otra forma, la comida fue entretenida con las conversaciones sobre los lances acaecidos y con mención especial al venado abatido por Ángel Gavilán Fernández, que se estrenaba así en el mundo montero, siendo juzgado por la organización y procediendo al ritual de su noviazgo.
Así cerraba una entretenida jornada más Encicaza.
Crónica de Carlos Casilda Sánchez