Crónica de Montería La Baltasala de Monteros de Encinasola
Exactamente un calco de la mañana anterior, el sol lucía en todo lo alto el día 6 de diciembre, cuando Monteros de Encinasola, pretendía cazar la finca dentro de su calendario de La Baltasala. Un magnífico día de montería repleto de lances y con un tapete final nada desdeñable.
Esta preciosa mancha de la finca Picoroto, suele ser cumplidora todos los años, y estando inmersa en una zona querenciosa para los grandes venados, había ciertas expectativas por ser conocedores de la existencia de cuatro o cinco de muy buen porte.
En esta ocasión, se iba a incluir dentro de la montería la cerca del Mesto, dado que se había observado que un venado de extraordinarias características habitaba en dicha cerca y no daba la cara nunca el día de la montería, por lo que se optó por incluirla.
Paco Berjano y Hugo Larrubia daban las últimas indicaciones tras el desayuno que se celebró entre conversaciones animosas sobre los lances acaecidos en la jornada anterior, que no fueron pocos.
Como siempre, el sorteo se realizó por armadas, sorteando primero los cierres y a la postre todas las traviesas al unísono. La salida fue rápida y correcta y se solicitó a los monteros tuvieran las máximas precauciones a la hora de montarse para que no se saliesen las reses. Antes de la suelta se habían podido contar nueve lances distintos con resultado incierto.
Las rehalas accedían a los puntos de suelta y justo en uno de ellos, se encontraba el venado que todo el mundo deseaba. Cuando llegan a viejos es por algo y había sabido buscar el lugar idóneo, para abandonar de nuevo el cazadero sin ser abatido.No obstante, las emisoras cantaban de la entrada de un buen venado a la cerca Grande, que se encontraba dentro de montería.
Nada mas soltar las rehalas de la parte baja, Carlos Rubio y Julián Saina se quedaban sin canes por la abundancia de cochinos. Rápidamente Manuel Piano acudía en su apoyo soltando sus perros y junto a las rehalas de la Nava del Chiripa fundamentaron “la de Cristo” con estrepitosas carreras, ladras y disparos en esa parte de la finca.
Por la emisora se podía escuchar a Carlos Rubio, pedirle en tono jocoso a sus compañeros que “le quistasen ese perro a los guarros”. Todo un atestón de cochinos el que allí había.
Al unísono soltaron el resto de rehalas como las de Manuel Caballero, la de Francis Comino o la de Luis Gómez en otros puntos, y justo en la cerca grande se encargaban de batir los muchachos de Cumbres, Sebas y Becerra quienes tras abrir portones, veían sorprendidos que la mancha estaba “sopada” de guarros.
Disparos, muchos disparos y lances, muchos lances los que se sucedieron durante toda la mañana en toda la mancha, había guarros y muchos.
Al poco de soltar, Becerra cantaba cochinos por las llanas, diciendo que nunca había visto nada como aquello, abatiéndose algunos en el cierre de la pared, quienes normalmente solamente juegan lances a venado.
Poco, muy poco tardaron en encontrar los canes el venado de quince puntas que habían visto meterse hacia la cerca y arrancaron con él para ser abatido en el número cinco de la armada de la cerca Grande. Los perros volvían a la mano y no tardaron en dar con un encame de jabalíes en esta ocasión, rompiendo un gran macareno en dirección contraria al resto de la piara, que fueron a parar al cierre de la pared, mientras que el macareno emprendió las de Villadiego dando con sus huesos en tierra en el cinco de la armada de la cerca Grande, donde Jesús Ortuño Ruiz no salía de su asombro. Pero todavía dio para más esa postura, abatiendo también una cochina a pocos minutos de diferencia.
Pedro Holgado también disfrutó de una intensa montería, con cuatro cochinos cobrados en el cuatro de la armada de la Caseta, con uno de ellos pendiente de homologación.
Los amigos Juan Garcerán y Antonio Lechuga, con los números 6 y 7 respectivamente del Cierre de las Melosillas, se entretuvieron con seis y tres lances a cochino cada uno, cobrando tres y dos respectivamente.
Salvador Rubio, en el ocho de este mismo Cierre de las Melosillas consiguió hacerse con un venado y dos jabalíes rematando además un agarre. Francisco Carretero se hacía con un precioso venado de 14 puntas y una cochina en el tres de la armada de Infante.
El venado de la jornada, apareció por el nueve de la Casa, donde Juan Cerrejón conseguía herirlo para que finalmente Hugo Larrubia se hiciese con él. Un venado que a buen seguro se meterá en la plata.
Abraham Sánchez tuvo dos lances a venado, consiguiendo abatir al apodado “El Hinco”, con un solo cuerno de siete portentosas puntas, el cual llevaba escapándose de la montería ya dos años, que estaba así bautizado por no echar la otra cuerna al tener un tiro viejo de jamón. Lances hubo por doquier, llegándose a contabilizarse 190 distintos.
La anécdota de la jornada la puso el navajero de las tres de la tarde. Cuando las rehalas de Cumbres llegaban a los remolques, indicados por Rafita entraron en un pegote en el que Becerra por la mañana vio escurrirse un cochino, allí dieron con él, y necesitaron la ayuda de Sebas y Becerra para sacarlo del encame donde había hecho fortín arremetiendo contra perros y perreros. De allí corrió hacia otro manchón cercano, herrándolo Ismael, pero estos hombres decidieron que no quedase así la cosa, y volviendo a la mancha, con varios perros cosidos a navajazos, levantaron de nuevo el marrano, que volvió a atrincherarse plantando batalla a los canes, el enfrentamiento fue duro, pero al final emprendió la huida por las llanas de la cerca Grande, entrando en el número tres donde finalmente fue abatido.
La sobremesa ni que decir tiene que fue larga y el trabajo del equipo laborioso, con monteros que habían disfrutado de todo un ejemplo de organización en abierto. Los perreros dejaron la piel en el monte para sacar tanta res y estuvieron hasta altas horas de la madrugada esperando perros que incansables no dejaban de latir ya de noche.
Para rematar hubo noviazgo, no uno, sino dos. El primero de ellos de Víctor Infante, que hace diez años abatió su primera res y escabulléndose consiguió librarse del juicio, llevado al Tribunal Superior y al Supremo, condenándolo finalmente, y pagando su pena. Ahí cabe decir eso de “Más vale tarde que nunca”. Y el segundo de la joven rehalera Noelia Preciado, que consiguió rematar una cierva a cuchillo.
Con un magnífico ambiente y monteros que aguantaron hasta bien entrada la noche se terminó esta montería que un año más cumplió con creces, con un plantel final de 56 jabalíes, con 8 navajeros entre ellos y dos pendientes de homologación, 13 venados, destacando tres de ellos y dos pendientes de homologación, más el apodado el Hinco, que de haber estado completo se habría metido en los medallables a buen seguro, más 3 ciervas que completaban el tapete final de esta buena jornada.
Puestos: 48.
Rehalas: 20.
Tipo finca: abierta con 600 hectáreas monteadas.
Resultado: 56 jabalíes, 13 venados y 3 ciervas.
Crónica de montería por Carlos Casilda.