Crónica de montería de Los Albarderos, por Monteros de Encinasola
El intenso frío marcaba el inicio de la jornada en la mañana del pasado 18 de diciembre. El cortijo de la finca onubense de «Los Albarderos» era el punto de reunión en esta ocasión, como así lo había fijado Monteros de Encinasola para sus cazadores. Con un desayuno cuidado al extremo, mimaba la organización a los treinta y tres cazadores que iban a ocupar las posturas de esta montería.
La mancha en cuestión, la conocida como ‘Las Taramas’, está formada de una sierra que, desde que besa el cortijo, se va perdiendo hacia el río, con un fuerte y apretado monte espeso de jaras viejas, brezos y terrazos de pino y eucalipto. Lugar perfecto para el encame y refugio de los cochinos. Los tiraderos eran de extrema dificultad, constando de lo que coge un camino en la mayoría de los casos; algún acero en el mejor de ellos y testeros inmensos en los que el alto monte impedía ver con claridad los escurridizos cochinos que, perseguidos por los canes, surcaban el mar de jaras sin ser exactamente localizados.
El sorteo y la colocación de las armadas fue rápida, y no se quiso demorar la suelta, que se producía sobre el medio día. Antes de la misma, se tenía conocimiento de que se habían abatido varios jabalíes, los cuales, movidos por el tránsito de vehículos y personas en el pequeño cazadero, habían hecho acto de presencia en las posturas. Concretamente, 19 disparos se habían contabilizado en distintos lances.
Poco tardaron los canes en dar con los abundantes cochinos, que corrían en dirección a los puestos, produciéndose los primeros lances propiamente monteros.
Las características peculiares de las posturas provocaban que los monteros anduviesen continuamente en tensión, dado que a la más mínima, aparecía la silueta fugaz del escurridizo jabalí, que desaparecía en un santiamén del tiradero, provocando numerosos y estrepitosos fallos. Así hubo una postura que tuvo dieciséis lances distintos, ¡dieciséis!, abatiendo tan solo un jabalí.
La montería continuó con intensos lances repartidos por casi todas las posturas, que disfrutaron de una montería de gran intensidad, marcada por el fuerte viento que no permitía escuchar con claridad las ladras ni el acercamiento de los cochinos, dificultando aún más la ejecución del lance.
Sobre las dos y media de la tarde se retiraba a los monteros de sus puestos y se comenzaba con la labor de recogida de las reses, en este caso jabalíes, que terminaron de llegar al plantel sobre las cinco de la tarde.
Una estupenda comida esperaba a los cazadores en el jardín del cortijo, con un paisaje maravilloso y en un entorno idílico, con todo lujo de detalles cuidados por parte de Monteros de Encinasola y de la familia García, todo ello para esperar que se completara el plantel de una difícil jornada montera.
Destacar posturas como la de Filli Rodríguez, que con mano diestra se quedaba con una jabalina y uno de los mejores cochinos cobrados, teniendo oportunidad de jugar varios lances más. La de Lorenzo González, que en el número uno de cierre de la casa se hizo con cuatro jabalíes, destacando uno de ellos con una muy buena boca. Jesús Ranedo, en el cierre del Jarrama, también se hacía con otro magnífico cochino pinchando otro muy superior de cuerpo que no llegó a cobrarse. También muy bueno el puesto número tres del cierre de la Casa, donde los García & Cía. vieron doce jabalíes, jugando lance con seis de ellos y cobrando solamente uno. En fin, una montería donde los asistentes se mantuvieron en tensión durante todo el transcurso de la misma si querían sacar provecho de las difíciles posturas.
Finalmente, el resultado fue mucho más ajustado de lo que se esperaba, 40 jabalíes se mostraron en el tapete, de entre los que destacaban 8 buenas bocas, faltando en el mismo cinco más cobrados por los perros.
Crónica de Carlos Casilda