Crónica de montería de El Campillo, por Monteros de Encinasola

2 enero, 2017 • Caza mayor

Arrancaba una nueva jornada en este día tan señalado del 26 de diciembre para Monteros de Encinasola. Felicitaciones por la festividad pasada y las venideras, al estar en mitad de las Navidades, entre los asistentes a esta montería de la mancha El Casco de la finca «El Campillo», que había sido aplazada anteriormente por la lluvia.

El hotel de Encinasola servía una vez más como marco para degustar las características migas y proceder al sorteo. En esta ocasión, tras las indicaciones de Paco Berjano y Hugo Larubia se sortearon las posturas de movilidad reducida y tras ellas se procedió a sortear todas las armadas de una sola vez, por no tener que mover a mucha gente. En total, cuarenta puestos.

Las armadas salieron con total normalidad hacia el cazadero en una mañana que, aunque soleada, se presentaba muy fresca. Sobre todo para aquellos a los que había tocado en suerte posturas de umbría.

Así, sobre las once y cuarto cantaban las emisoras la colocación del último de los puestos y pasados quince minutos se le daba rienda suelta a los canes.

Algún disparo suelto se había escuchado antes de soltar, y es que por norma general en esta mancha no se mueve demasiado la caza con la entrada de las posturas, ya que resultar fácil de cerrar por la cercanía de la carretera.

Muy poco tardaron los perros en dar con las reses y comenzar con las primeras ladras. El cervuno despistó en primera instancia a los perros que los empujaban a las posturas jugando los primeros lances. Pero no se dejaron atrás los jabalíes. Estas rehalas, algunas de la zona y otras venidas desde lejos, como la del «Colorao», registraron a conciencia el mar de jaras para sacar de allí a los marranos y hacerlos cumplir con las posturas.

Los disparos se fueron produciendo dispersos durante todo el transcurso de la montería, que moría pasadas las dos y cuarto de la tarde. Era entonces cuando se retiraba a los monteros y se desplazaban hacia el puente que cruza el Múrtiga, donde les esperaba El Emigrante con su catering. Allí degustaron unas buenas viandas mientras se completaba el plantel con los animales abatidos. Finalmente, 11 jabalíes, 12 venados de los que destacaban cuatro de gran porte y veinticuatro ciervas fue el resultado de una jornada en la que la suerte estuvo mal repartida, con algunos puestos de muchos lances, como el de Santiago Díaz-Espinosa, que consiguió hacerse con un venado, un jabalí y un zorro, jugando dos lances más; el mío propio, con seis lances a cochino en el cierre de Nogalito, abatiendo uno solo de ellos y posteriormente una cierva que se llevaba toda una rehala al final de la montería. También destacar el seis del cierre de Nogalito, con  seis lances a jabalí, quedándose con tres. Víctor García abatió un venado en un precioso lance y Javier Muñiz conseguía hacerse con un venado de tres astas. La jornada tocaba su fin, como no podía ser de otra manera, con la entrega del título de montero a dos novios de jornadas anteriores y con el juicio y noviazgo de Antonio María Morales-Arce, que aguantó estoicamente y con gran humor la condena impuesta por el abatimiento de un jabalí.

Así ponía punto y seguido Monteros de Encinasola a su particular temporada, que volverá a retomar a mediados de enero.

Crónica de Carlos Casilda


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