Crónica de montería de Albarderos, por Monteros de Encinasola

7 febrero, 2017 • Caza mayor

Una vez más, el entorno maravilloso del cortijo de la finca «Albarderos» servía de punto de encuentro para Monteros de Encinasola. Esta finca, ubicada en la Granada de Riotinto, en Huelva, ofrecía la tercera de sus monterías para este buen grupo.

Con el buen jabalí cobrado en la finca Albarderos, con Monteros de Encinasola.

Sobre las nueve de la mañana comenzaban a desayunar los monteros en el cortijo, mientras la organización preparaba el sorteo.

Con un poco de retraso, ya pasadas las diez y media, comenzaba el sorteo de las posturas que iban a cerrar la mancha más grande de las que posee la finca.

Esta mancha está compuesta de una gran espesura de jaras, con pinos espaciados y eucaliptos en algunas partes de la misma.

Sobre las doce y media se soltaban las rehalas, y ya antes de la suelta se había producido algún lance y se tenía conocimiento del abatimiento de un gran jabalí que intentaba abandonar la “zona de quema”. Como siempre, estos astutos animales llegan a viejos por lo sabios que son, y seguramente, en más de una ocasión, se había librado de ser cazado por apremiar a la hora de salirse de la mancha, pero esta vez se encontró con el certero disparo del montero, que ya aguardaba en su postura.

Grupo de asistentes a la montería en Albaderos, con el precioso jabalí que se cobró.

Tras la suelta, la cosa se dividió por sectores; en unos, abundaba la caza, corriendo un desenfreno que no daba tiempo a los monteros a jugar todos los lances. Como la armada que ponía el amigo Antonio Luis, que disfrutó de intensas ladras a los marranos y de lances acertados y fallidos. Y es que esta finca es de las de andar de uñas, con tiraderos espesos y muy cortitos, que se podrían resumir en lo que tarda un guarro en atravesar un camino. Finca tótem para los amantes de la adrenalina. Sin embargo, en la parte contraria de la finca, la caza estuvo más comedida, con ladras muy espaciadas que fueron ofreciendo distintas oportunidades a los monteros que allí habían ido a parar en suerte. En fin, esto es la caza en abierto, y los caprichos de las reses.

Casi rozando las cuatro de la tarde se retiraban las posturas y comenzaba el trabajo de sacar las reses, que fueron llegando por goteo al plantel.

Hubo monteros afortunados como el amigo Santi, centro de atención de los presentes, con una postura donde falló un jabalí hasta en tres ocasiones buscando el agujero de la alambrada, quedando herido otro que no se pudo cobrar, y abatiendo finalmente un tercero que en intenso lance quedó primero herido en un disparo imposible y fugaz y siendo rematado a cuchillo, como mandan los cánones, por el amigo Rafita. Y también los hubo desafortunados, como el amigo Miki Morón, que con una postura intensa, con numerosas ladras y atropellos de monte, cuando finalmente iba a romperle un buen cochino fue espantado por su compañero de postura y se quedó, de nuevo, compuesto y sin lance. El puesto número dos de Manuel Infante, ocupado por un servidor, también destacó, cobrando una cierva y rematando una cochina herida por el ocupante del puesto número cinco de la misma armada.

Aunque el verdadero protagonista de la jornada fue Miguel Ángel Hernández Perdigón, de Mérida, que fue quien le ganó la partida a ese astuto guarro, antes de comenzar el juego.

Y así, una a una fueron llegando las noticias y las suertes de todas y cada una de las posturas; unos con la suerte de haber tocado pelo, otros sin ella, y algunos sin haber tenido oportunidad.

El plantel final mostró un total de seis venados, diez jabalíes y veintiocho ciervas, cerrando así otro fin de semana junto a Monteros de Encinasola.

Crónica de Monteros de Encinasola


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