Consigue cazar su primer corzo con ayuda de un amigo tras dos años intentándolo

15 junio, 2022 • Caza mayor, Noticias de caza

José María explica que para caza mayor, o en puestos de paloma y zorzal, emplea su silla de ruedas habitual, pero que para cazar codornices se ayuda de una silla con baterías

Redacción | José María Rincón lleva cazando desde que tenía 17 años y hace pocos días ha cumplido un sueño que venía persiguiendo desde hace dos, intentando cobrar un corzo y que hasta ahora no había logrado por no verlos o por ser imposible tirarlos. Esto tiene su porqué. Un accidente lo postró en una silla hace dos décadas y media, pero nunca ha dejado de apasionarse por salir al campo a cazar, su gran pasión.

José María reconoce su situación y habla de sus limitaciones: «Hay dificultades para desplazarte, para meter y sacar la silla del coche y hasta para guardar el equilibrio». En la caza, acceder a puestos y otras acciones requieren de una mano que ayude, de un amigo, del alguien cercano. En esta ocasión ha sido Ángel Marín, su amigo cazador, el que ha compartido con él esta aventura de corzos.

Un madrugón en tierras de Tarazona juntaban a José María, Ángel y Daniel, el guarda del coto aragonés donde intentarían cumplir el sueño del primero. Desde las 6:20, los tres se apostaron en un lugar querencioso con la esperanza de ver asomar algún corzo. Pasó el tiempo y nada. La paciencia comenzaba a hacer mella en el cazador y sus acompañantes, hasta que Ángel decide levantarse con sigilo para otear por el entorno.

Un corzo, lejano, avanzaba con dirección al lugar de la espera. Ángel avisó a José María y a Daniel para que anduvieran atentos. El corzo se acercaba y José María se encaró el rifle desde su silla de ruedas. Reconoce que el animal no tenía la posición adecuada para intentar el disparo, pero sabe que si hubieran esperado, seguramente, hubiera desaparecido del campo de tiro o, simplemente, estaría en peor ángulo para disparar desde la silla, «muy forzado».

Sin pensarlo más, José María acercó el dedo al gatillo y, repentinamente, un estruendo lo calló todo. La ilusión que arrastraba por conseguir un corzo se había hecho realidad y pocas horas después del lance, reconoce, aún no lo creía. Pero allí estaba la pieza, cobrada por sus acompañantes, para su deleite y satisfacción. Un relato que ha querido compartir, mostrando que nada es imposible si uno se lo propone.

José María explica que para caza mayor, o en puestos de paloma y zorzal, emplea su silla de ruedas habitual, pero que para cazar codornices se ayuda de una silla con baterías que le permite avanzar por los rastrojos de su tierra riojana, no sin cierta dificultad.


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