Cómo preparar una temporada de caza menor
Hay veces que escribir un artículo supone una gran responsabilidad, dado que mucha gente puede tomar como referencia los consejos que uno aporta, que pueden funcionarle a uno mismo mientras que a otros no les resulten o esos otros sean de una opinión diferente a la nuestra. Por eso hay un dicho popular que dice: “doctores tiene la santa madre iglesia”.
Yo, que en estos menesteres tengo algún articulillo escrito, diré que siempre procuro ser cauto aunque me guste dar la opinión sin ser dogma de fe.
Solo quiero decir que estas palabras las escribe un cazador de a pie, perdicero de nacimiento, que aprende cada día que sale al campo y que trata también de aprender de los demás cazadores, porque cada uno de nosotros tiene siempre algo que aportar en materia cinegética, ya sea por experiencias, lances vividos y situaciones diferentes que se dan en la caza.
Para mí, cuando se desveda la temporada de caza menor general es como un periodo de elevación a las alturas, ese en el cual respiro, vivo la caza al 100% y, por fin, la puedo disfrutar al máximo después de un periodo de semiletargo cinegético obligado de unos cuantos meses.
Digo semiletargo porque, efectivamente, no paro totalmente y no debería parar ningún cazador, ya que detrás de nosotros, seguramente, habrá algún perro al que atender, algún coto que gestionar o cosas que mantener relacionadas con la caza.
La temporada que ya asoma comienza en febrero, cuando termino la anterior. Me gusta apurarla en La Mancha, donde se cierra la primera semana de ese mes. En esas fechas se cierra la caza en todo el país. Ahí comienza un periodo, digamos de recuperación física y mental. A eso también lo llamo preparación para la siguiente temporada, porque es bueno llegar con ganas a todo en la vida.
Quiero decir que si bajamos el nivel de actuaciones en el campo y hacemos algo menos de ejercicio, recuperando si cabe algún kilito, esto siempre vendrá bien, ya que si nos hemos exigido mucho estaremos como pinceles, y también mentalmente, porque la caza exige madrugones, exige desplazamientos, exige sacrificio en una palabra y una constancia que también, al dejar de practicarla, hará que nuestra mente se relaje. Quizá haya veces que notemos que estamos saturados de días de caza, y eso no es bueno para nuestra cabeza ni para nuestra familia, y ya sabéis a lo que me refiero los que estáis casados, je je. Hay que saber parar, ya que este deporte es como una droga, sana pero que engancha.
Yo suelo desconectar un poco, y también dejo a los perros recuperar el aliento de la temporada ya acabada sin olvidarme de ellos, por supuesto, y los suelo pasear por el monte, pero solo eso, pasear.
Son meses en los que, hasta la media veda, me gusta olvidar un poco la caza para volver a cogerla más adelante con la ilusión del primer día; de ahí que comente lo de que una saturación excesiva de jornadas cinegéticas te puedan quemar.
En junio, poco a poco, comenzaremos a dar a los perros más tiempo, y llegando a julio hay que ir afinándolos porque el 15 de agosto saldrán de nuevo a los campos, y con unas condiciones climatológicas muy adversas de calor, así que un buen entrenamiento corriendo con ellos por el monte un par de horas, dos o tres días a la semana, hará que lleguen perfectos a ese día tan especial.
Hay gente que los prepara en intensivos. Es una opción, pero yo no lo veo tan necesario para los perros que ya saben cazar aunque venga bien para algún cachorrillo. Prefiero esperar y hacer entrenos físicos con ellos.
La media veda nos dará ese último punto a perros y cazador para que los días previos a la general, con un mantenimiento físico en el campo, lleguemos como motos a la apertura y sea un verdadero éxito y disfrute ver que vas sobrado por el campo.
Durante los meses anteriores, uno puede visitar su coto, ver si hay alguna gestión que realizar, controlar los predadores si fuera oportuno, y descubrir el campo de una manera diferente a cuando portamos la escopeta. Todo se ve de otro color.
Muchos de vosotros sabéis que yo suelo competir en la disciplina de caza menor, y aunque siempre digo que la caza es un deporte de compañerismo quiero explicar que la competición es un día concreto con unas normas escritas y ya está; el resto del año o de días soy un cazador normal, con mis defectos y mis virtudes cinegéticas, y no soy más que nadie en el campo, a pesar de poder tener algún título en las vitrinas, porque la caza es otra cosa diferente a la competición.
Al tener que competir, quizá sí haga que yo cace y me exija un nivel físico mayor al de la media de un cazador que no compite, pero os aseguro que estar en forma para cazar perdices es lo mejor de lo que uno puede presumir, ya que te dará un plus sobre el resto que se notara también en las perchas.
Preparar los perros, entrenar en equipo con ellos, educar a estos en esos periodos de veda es muy importante también. Veo perros que a veces me llevo las manos a la cabeza y digo: ¡Pero cómo es posible, si no le hace ni caso al amo! Eso es porque en el primer año de vida no se ha hecho el trabajo de educar. Estos meses sin caza son para ello: hay que hacer los deberes, señores, que si no viene Paco con las rebajas.
También quiero decir que hoy en día tenemos las nuevas tecnologías en el bolsillo, y me refiero a los móviles y los whatsapp, y a los grupos que se crean en esa aplicación. Saquémosle partido a ello, ya que quién no está en un grupo de caza. Ahí se mueven muchos consejos de perros, de gestión, de cartuchería, de cotos, de todo. Pues pongamos en práctica lo que otros compañeros nos quieran aportar y quizá esta próxima temporada cambiemos de munición, escopeta o raza de perro gracias a un buen consejo de un amigo del otro lado del país.
Espero que esta temporada sea perfecta. Crió bien la perdiz y las polladas serán notables. Nos podremos divertir con seguridad.
Un abrazo y buena caza.
Mikel Torné