Cazando corzos en Francia con Salva Quesada

1 agosto, 2016 • Sin categoría

Salvador Moreno Quesada, Salva para los amigos, nos cuenta su experiencia tras los corzos en Francia. Pero antes, le hacemos unas preguntas básicas para conocer cómo es la caza del corzo en Francia.

Salva y el guarda con uno de los corzos cazados en Francia.

.- ¿Qué destacarías de tu aventura cazando corzos en Francia? La experiencia en general, fue de 10, el conjunto, el paisaje, la atención… Es un buen destino para compartir con amigos y una buena excusa para visitar el país vecino.

.- ¿Había mucha densidad? Vimos corzos, pero hay que pensar que ya llevaban unos meses cazados y costaba un poco verlos.

.- ¿Es más barato cazar corzos en Francia o en España? El precio del alojamiento en Francia es mucho más caro, sin embargo, los corzos tienen precio único y salen más baratos. Cuesta más caro abatir en España un corzo bonito que en Francia varios animales.

.- ¿Cómo es la calidad de los corzos franceses? En Francia creo que la gestión es equivocada y por ello, es difícil encontrarse corzos como los que se están viendo en nuestro país. Allí cualquier corzo, independientemente de su trofeo, vale igual.

A continuación, os dejamos con el relato de Salva:

Tal que un miércoles me decido a comenzar una semana de vacaciones en Gerona, en mi pueblo natal. Cada vez que subo me gusta hacer una escapada de caza y llamo a un amigo para que mire algo de corzos con tan solo unos días… La cosa es imposible por aquí, pero en Francia encuentra con mucha suerte un organizador y nos decidimos a ir. Al sábado siguiente estábamos disfrutando la experiencia.

La aventura comienza complicándose, nuestro vehículo se avería a mitad de camino, en Francia, y gracias a que hablo un poco de francés empezamos a realizar los trámites con la compañía aseguradora. El tiempo corre y la primera salida a los corzos la teníamos programada para las 19:00 horas y ya eran las 14:00. Nos quedaban casi 200 kilómetros y los trámites con la compañía se demoran unas horas hasta que nos dicen que solo nos llevarán a casa. En ese momento decidimos alquilar un coche y salir hacia el destino. ¡Un Nissan Micra! ¡Los pistones golpeaban el capó! Finalmente llegamos a las 19.30 horas al punto de encuentro acordado, la casa rural donde nos alojaríamos, guiados por un plano como en los viejos tiempos – los datos no funcionaban-.

Nada más bajarnos del coche nos esperaban el guarda y los dueños de la casa, muy amables. Nos cambiamos y de nuevo nos montamos en el coche con el guarda para salir a cazar. Dice que tiene una pareja controlada y así fue. Tan solo habían pasado diez minutos cuando dimos con ellos, el macho parecía muy bonito. Habíamos decidido que dispararía yo en primer lugar y después del día que habíamos tenido me entró un pavo. Me serené y apreté lentamente el gatillo… ¡El corzo había caído! ¡Mi primer corzo francés! El compañero y yo nos dimos un abrazo y seguidamente el correspondiente apretón de manos con el guía.

Tras este lance, recompensa del día que habíamos sufrido, decidimos irnos a descansar con la alegría en el cuerpo y con la ilusión de qué pasaría al día siguiente, ya que según nos había dicho le guarda, las mañanas eran mucho mejores.

Al día siguiente, un café, unas pastas y al campo. Vimos muchas corzas y un solo macho. El guarda nos decía que había muchas moscas que molestaban a los corzos y estos se refugiaban en los bosques. Las moscas eran tábanos ¡y no veas que picaduras pegaban! Al final, se nos echó la mañana encima y nos fuimos a descansar a la casa donde nos tenían preparado un buen almuerzo. Tras una siestecita, nos fuimos a un pueblo muy pequeño a comer para, de nuevo, volver a la casa donde disfrutamos refrescándonos en la piscina del intenso calor. ¡No veas cómo apetecía estar allí! Estábamos entre jardines preciosos y el agua de la piscina a una temperatura ideal.

De nuevo salimos a cazar, aprovechando la tarde. En esta ocasión le correspondía cazar a mi amigo Domingo. Notamos al guarda algo nervioso al recogernos, el hombre quería hacerlo lo mejor posible, es muy buena gente. Nos dice que tiene dos sitios pero no sabe cuál es mejor para hacer una espera. Se decanta por un campo en el que por la mañana vimos dos hembras solas, él decía que el macho no andaría lejos. Al ratito de estar allí aparece una hembra algo nerviosa que miraba hacia detrás constantemente, de ahí vino un macho que corría detrás de ella. ¡Otra vez el corazón loco! Nos serenamos y en una parada que hizo a unos 80 metros, Domingo apretó el gatillo y cayó fulminado. ¡Nuestro segundo corzo! ¡Muy bonito también! Ya estaba tranquilo, había merecido la pena. Los dos nos habíamos hecho con un corzo cada uno y aún faltaba la mañana del día siguiente.

Cuando llegamos a casa, de nuevo la mesa estaba prepara y nos deleitaron con una gran cena. Después, un rato de descanso en el jardín para hablar con nuestras respectivas familias antes de ir a dormir: al día siguiente nos esperaba un duro regreso de vuelta.

A la mañana siguiente, después del café, salimos a una nueva zona al haber gastado los dos precintos que teníamos para la zona que habíamos cazado. Nada más aparcar y andar 500 metros, allí los teníamos otra vez… un macho solitario buscando hembras. Era más pequeño que los dos anteriores pero era primera hora y si lo abatía mi compañero tendría tiempo también de abatir otro. No me lo pienso más y a unos 80 metros, tras traerlo el guía con el reclamo, conseguí abatirlo. Nos acercamos para verlo y no habíamos llegado a él cuando veo un corzo mirándonos a 400 metros. Aviso al compañero y nos ponemos en marcha tras él, pero el corzo estaba muy receloso e iba con dos hembras. Una de ellas nos vio cuando estábamos haciéndole la entrada y el rececho se nos fue al traste. Volvimos a por el corzo que había abatido y tras hacernos las pertinentes fotografías, continuamos cazando sin tener suerte. Vimos algún que otro corzo pero todos eran muy pequeños. El sol y los tábanos se hicieron con el campo, era hora de finalizar nuestra aventura. Lástima no poder hacernos con otro corzo, pero en dos días haber cazado tres corzos no estaba nada mal.

Regresamos a la caza para almorzar, ducharnos, echar cuentas y regresar para España. Una experiencia maravillosa, con gente encantadora y paisajes preciosos que no estamos acostumbrados a ver en España. Repetiré seguro. Desde aquí me gustaría finalizar dando las gracias a Patric, el guía de caza, y a los dueños de la caza rural por lo bien que nos cuidaron.


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