Cazadores informáticos

6 junio, 2017 • Pluma invitada

Llevo ya un tiempo alejada de las redes sociales o, por lo menos, un poco más separada de todo el holocausto que en ellas se prepara con el tema caza. Pero aún así, y como es normal por el lazo de unión qué tengo con este deporte, con este arte, no puedo dejar de preocuparme por los problemas que el sector tiene. Y si es verdad que la caza y los cazadores atravesamos por problemas variopintos, como pueden ser los problemas estrictamente cinegéticos cómo la sarna, la escasez de perdiz roja o la poca pasa de codornices que se ha hecho muy patente sobre todo en La Rioja y Soria, o también los problemas derivados de todos aquellos movimientos y modas que han hecho de la caza un problema de Estado. Si a todo esto le sumamos los millones de problemas innecesarios, ridículos y absurdos, que los mismos cazadores causamos a nuestra pasión, lo único que conseguimos es que la bomba este a punto de explotar.

De un tiempo a esta parte nos hemos olvidado de lo realmente importante, nos hemos olvidado del campo, de lo que realmente es cazar para pasar a ser cazadores informáticos, cazadores de amigos, likes, «me gusta», y cientos de tonterías más. Parece ser que para ser mejor cazador, o incluso más cazador que los demás, debes tener un perfil en redes sociales plagado de amigos, desconocidos en realidad, y hacer de la red un plató de prensa rosa.

Una vez un buen amigo me dijo: «la caza se defiende en el campo». Aunque no estoy del todo de acuerdo con esta frase, ya que considero que los medios de comunicación, sean de la índole que sean, nos dan el poder de recorrer el mundo en un solo clic, sí que es cierto que nos hemos olvidado del campo, nos hemos olvidado de que somos cazadores, de que somos compañeros de pasión, de que disfrutamos con nuestros compañeros de faena, con nuestros perros y nos hemos centrado en aparentar y en maquillar y es que como sigamos por la línea del conflicto interno, de aquí en unos años sólo se hablará de caza en algún rincón de un texto de los libros de historia.

Tenemos en nuestras manos la oportunidad de utilizar el avance tecnológico para dar a conocer una actividad por muchos desconocida, tenemos la oportunidad de educar y de mostrar la labor que la caza realiza con una buena gestión, pero para poder hacerlo primero debemos volver a educar al cazador que ha dejado de pisar el campo.

Bea Alcoya


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