Caza y conservación, ¿compatibles?

Difícil es hablar sobre la caza, que despierta pasiones y odios, sin dejarse llevar por sentimientos, a veces contradictorios, que no siempre favorecen opiniones objetivas. La actitud tradicionalmente mantenida por ecologistas o conservacionistas, que en el fondo son lo mismo, ante la caza ha sido de rechazo. Los cazadores, en general, tampoco han mostrado simpatías por ello hacia ese movimiento social.

Sin olvidar que algunos cazadores ilustrados fueron los primeros conservacionistas y que algunos de los territorios mejor conservados son cotos de caza, podemos afirmar que en el mundo de la caza anidan ciertos ‘vicios’ difíciles de erradicar.

Un buen amigo biólogo, cazador y conservacionista dice: «Los peores enemigos de la caza son cazadores». Por ejemplo, hay escopeteros y furtivos que, si pudiesen, dispararían contra todo bicho viviente, por ello se afirma mayoritariamente en ese gremio que eso no es cazar y que no pueden ser considerados cazadores, sino carniceros, entre otros apelativos.

He oído lamentar a cazadores, sin reparar en su propia responsabilidad, que especies emblemáticas, como la perdiz roja autóctona, están desapareciendo.

Esta especie ha disminuido, entre otras causas, por soltar en el campo ejemplares de granja o por fomentar especies generalistas como el jabalí, que ha aumentado exponencialmente devorando sin cuartel nidos de especies que crían en el suelo y cualquier cosa que no pueda huir de su voracidad, como por ejemplo tortugas moras jóvenes. Sin embargo, se siguen liberando perdices de granja de dudosa genética o traslocando ejemplares de jabalí, legal o ilegalmente, de unas zonas a otras, en muchos casos con la tolerancia de los propios cazadores y la Administración, suponiendo una gran contradicción.

Hay conservacionistas que opinan sobre la caza con desconocimiento y apasionamiento irracional, lo que no les permite analizar objetivamente esta actividad.

De los miles de cazadores que hay en la Región de Murcia, una mayoría hace las cosas bien y legalmente. Por ejemplo, fomentan poblaciones de especies cinegéticas como el conejo de monte o la perdiz roja, que son a su vez fundamentales en la dieta de depredadores amenazados, contribuyendo indirectamente a la preservación de estos. También gestionan miles de hectáreas del terreno, algunas de gran valor ambiental, lo que convierte a muchos cazadores, especialmente los vinculados al medio rural, en grandes conocedores del territorio, pudiendo constituir un activo con un gran potencial para la conservación de la naturaleza.

En estos tiempos en que ciertas actividades económicas, ente otras la agricultura intensiva, están degradando el medio a gran velocidad, cazadores y ecologistas debemos unir nuestras fuerzas para conseguir un manejo eficaz del medio y evitar que algún día haya poco que cazar o escasas especies que observar o conservar.

En Acude tenemos muy clara la necesidad de articular, mediante la custodia del territorio, la colaboración entre cazadores, propietarios de fincas y ecologistas para lograr que una herramienta de gestión como es la caza sea compatible con la conservación y contribuya eficazmente al desarrollo sostenible.

José Luis Castanedo. Secretario y portavoz de la Asociación para la Custodia del Territorio (Acude)

Publicado en laverdad.es