Cada cosa por su nombre

Hoy en día, en el mundo cinegético, a cualquier salida al campo con el arma o actividad relacionada con la caza se le llama caza. Se dice o se escucha: “¡mañana me voy de caza!” o “¡mañana me voy a cazar!”. Luego empiezas a indagar, preguntas, y resulta que te das cuenta de que hay personas que hacen perder el valor y el significado a la palabra cazar o ir de caza, ya que lo emplean para referirse a actividades que no tienen que ver nada con la caza.

Vaya por delante que no critico ni menosprecio las actividades que voy a nombrar; solamente es para que no se emplee la palabra caza o ir de caza para referirse a estas.

Resulta que el acudir a una suelta de faisanes, perdices o palomas desde un cerro, y que tú estés a los pies de este esperando a que te entren a tiro, lo llaman ir de caza u ojeo mixto, cuando ni es cazar ni es un ojeo. Y no estoy criticando tampoco la modalidad de caza en ojeo, eh, a pesar de que hoy en día el 70 % de los ojeos que se hacen son con perdiz repoblada, aunque llevan su gestión detrás, ya que no las sueltan el día anterior sino a principios de verano. Lo que sí critico es que, a que te suelten las perdices en el momento y tú las dispares, lo llamen cazar. Porque un ojeo de verdad te podrá gustar más o menos, o estar más de acuerdo o menos, pero es caza.

Pasa igual con los cercones. Mucha gente estará en contra de estos, pero cuando es un cercón bien gestionado, con su montería anual y sus correspondientes recechos controlando las poblaciones, etc., sí se le puede llamar cazar. Pero a lo que no se puede llamar cazar es a los cercones que una vez al mes rellenan la mancha con guarros y venados y luego dan la montería en la que no paran de abatirse trofeos y récords nacionales.

Y permítanme que les diga que las personas que acuden a estos paripés no son cazadores ni les gusta cazar; son otra cosa, pero cazadores, no. ¿Qué mérito tiene el abatir un animal manso que te pasa andando a cinco metros del puesto, casi casi pidiéndote comida? ¿O abatir una perdiz que acaban de soltar desde un cerro y que no sabe ni dónde está? Para mí, ninguno.

Llamemos a cada cosa por su nombre. La caza es la acción que efectúa un cazador, y un cazador es aquel que disfruta de la gestión del coto y de la naturaleza, el que vive una jornada junto a sus perros detrás de las patirrojas y los conejos recorriéndose las sierras y las siembras. Cazador es el que espera al guarro bravo que viene rompiendo jaras con los perros detrás o el que coge sus prismáticos y su rifle y se pone en marcha en busca de su rececho.

Por lo tanto, no permitamos que las palabras caza, cazar y cazador, se utilicen para todo y pierdan su verdadero significado y valor.

Javier Pérez Gutiérrez