Unas cotorras invasoras fulminan a los murciélagos autóctonos de Sevilla

31 octubre, 2018 • Noticias de caza

Una cotorra acosa a un nóctulo en el Parque de María Luisa / CSIC

Las cotorras de Kramer, unas de las 100 peores especies invasoras, ha diezmado en Sevilla una de las colonias de nóctulos mayores de Europa.

Los ecologistas mantienen que hay que tomar «medidas ecológicas y éticas» como el pienso anticonceptivo o el picado de los huevos.

Entre los árboles del decimonónico Parque de María Luisa de Sevilla, sobrevolando la romántica estatua a Bécquer, los estanques, los sombreros de turistas, los grupos de amigos tocando la guitarra y demás vida de recreo se bate un duelo de supervivencia a 15 metros de altura. Con su pico anaranjado y su inteligencia, la cotorra Kramer, considerada como una de las 100 peores especies invasoras de Europa, destruye los refugios de los murciélagos gigantes de Sevilla, donde se concentra una de las mayores colonias de los nóctulos más grandes del continente. Ahora amenazados.

Ahí en lo alto, los murciélagos se guarecen en las cavidades naturales de los troncos de los árboles, protegen a sus crías y se perpetúan como especie nativa y admirada por los científicos y aficionados por ser unos de los pocos murciélagos que cazan pequeñas aves al vuelo. Una escena cada vez más difícil de contemplar. “Mientras el número de nidos de cotorra se ha multiplicado por 20 en 14 años, el de árboles utilizados como refugio por los nóctulos ha descendido en un 81%”, resume el estudio Las cotorras invasoras provocan la disminución de una población de murciélagos amenazada por la competencia por los sitios de nidos y la muerte, coelaborado por un equipo de investigadores de la Estación Biológica de Doñana (EBD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y otras dos entidades y publicado en el último número de la revista Royal Society Open Science.

Murciélagos con las alas llenas de picotazos, muertos bajo los árboles o comidos por gatos y ratas son algunas de las escenas reflejadas en este informe. «Si no se controla la población de cotorras cada vez habrá más por su crecimiento exponencial, con lo que supone de reducción para la población no solo de los murciélagos, también del cernícalo primilla, además de los daños que causan a los campos de girasoles y otras plantaciones de la periferia de la ciudad», apunta José Tella, investigador de la EBD responsable del estudio y del informe remitido al Ayuntamiento de Sevilla en que se sugiere que la técnica más apropiada para el control es el disparo directo a las cotorras. «No es una opinión, es una información científica», apunta el experto, que basa su argumento también en experiencias en otros lugares.

El Ayuntamiento aprobó la medida propuesta en 2017, pero tuvo que recular sin que llegase a ser efectiva. «Se lícito y adjudicó un contrato para reducirlas con una intervención agresiva, pero se movilizaron los grupos ecologistas y parte de la corporación se posicionó en contra, por lo que paralizó y se abrió un proceso de debate en el Consejo local de bienestar animal para buscar alternativas. En ello se está», apuntan fuentes municipales, que añaden que durante este periodo se van a colocar en el parque 20 nidos para murciélagos diseñados por el CSIC inaccesibles para las cotorras. “Somos conscientes de que existe un grave problema en la ciudad. Pero, igualmente somos conscientes y queremos denunciar la ilegalidad que incurrirá el Gobierno municipal si continúa con sus planes de matar con carabinas de aire comprimido a estos animales”, consideró Julián Moreno, edil de Participa Sevilla.

«Hace cinco años ya detectamos esta situación y se avisó públicamente», asegura Juan Cuesta, portavoz de Ecologistas en Acción. «Y advertimos de que había que ser precavidos porque los disparos podían causar una reacción contraproducente», añade Cuesta, que recoge entre otras posibles medidas la modificación de la entrada de los refugios, el pienso anticonceptivo, la capturas o el picado de huevos. «Se debe de controlar la población, pero con medidas ecológicas y éticas, y también promover los refugios para el nóctulo y revisar los envejecidos árboles del parque», señala Sebastián López, miembro de la Asociación para el Vínculo Humano Animal, una de las entidades que expusieron al Ayuntamiento su rechazo a los disparos. Tella señala que la puesta en cautividad de estas aves estaría prohibida, y por ser tan inteligentes, sociables y salvajes, también supondría que las aves sufrieran episodios de depresión. «¿Y dónde podrían meterse cerca de 4.000 cuando vuelen los pollos», plantea Tella. La solución aún está por ver.

Informa Ángeles Lucas para elpais.com


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