Hace casi un año (Carlos Cano) de Jose Luis

21 agosto, 2013 • Miscelánea

Ese es el tiempo que trascurrió desde la última vez que nos vimos.
Todo empezó un caluroso día de principios de Octubre del año pasado cuando despuntaba el día. La berrea no estaba muy fuerte y los venados no dejaban oír a penas su poderosa y ronca llamada de amor a los vientos serranos. Me había quedado con uno de los precintos de esa finca con la intención de poder hacerme con uno de los señores que pueblan esos montes duros del alto Tajo.
Después de esperar ansiosa el momento más idóneo de la berrea, informada en todo momento por el orgánico que gestiona la caza de ese acotado y a instancias de la guardería fui citada al fin para disfrutar de ese rececho.
Llegue la tarde anterior y tras acomodar mis pertrechos en la habitación asignada el plan de ruta de esa tarde pasaba por dejar pasar el tiempo hasta que la oscuridad sacara de sus encames a los venados y dejaran oír su voz para ese disfrute auditivo que solo los cazadores apreciamos. Ese tiempo de espera lo dedique a disfrutar de las maravillosas vistas en forma de trofeos que ofrecía el salón principal de la casa grande de la finca donde se podía apreciar la magnífica gestión realizada por su propietario a lo largo de los años comparando los primitivos trofeos que daba dicha finca con los que se estaban consiguiendo en las últimas campañas, viéndose claramente que el trabajo y sacrificio de todos estaba dando buenos resultados.
Entre el deleite de esos trofeos expuestos y la charla la luz se fue perdiendo convirtiéndose la tarde en noche dando paso al pregoneo de poder de los venados de una amplia zona de pinares. Absortos con la brama paso el tiempo hasta la cena y tras degustar esos magníficos productos de la zona y en especial ese buen jamón de Teruel se decidió tomar el café en una terraza exterior oyendo de nuevo a los venados a modo bálsamo previo antes de retirarnos a dormir. No cabe duda que para mí no fue nada bueno oír a esos venados berrear antes de reunirme con la almohada, ya que los paréntesis en el sueño esa noche fueron varios.
La mañana al fin llego y bastante antes del crepúsculo ya estábamos cargando los trastos en el coche, teníamos que ganar altura para intentar cortar el paso de los galanes hacia esas sombras confortables que buscan para soportar el caluroso día que volvía. Subimos casi palpando a unos peñotes que dejaban ver una profunda garganta que hacia de pasillo de la zona más baja y limpia a la zona de dura sierra. Ya acomodados y con los prismáticos en ristre íbamos viendo despertar ese día. Primero se dejaron ver un par de guarras con sus crías, aclarándonos más si cabe ese adormilamiento de los primeros momentos y de paso recordándonos esos posibles cruces que los habitantes de la zona tienen habitualmente de paso.

Solo era cuestión de esperar y disfrutar de lo que la sierra nos iba ofreciendo. Las primeras ciervas y venados empezaron a verse en los cortes del frente opuesto pudiendo valorar las categorías de los trofeos tranquilamente pero hasta el momento nada merecía tomar el rifle. Venia buscando un buen venado, ni exagerado de grande ni tampoco desmerecedor de poder abatirlo con lo cual todo era una incógnita. Desde lo más hondo se oye la voz de uno que viene soltando bramidos cortos y roncos, parece que viene enfadado.

El guarda comenta que puede que venga caliente de alguna pelea de anoche y haya perdido las hembras y con ese bramido feo intente recuperar alguna descarriada de algún grupo. Esperamos nerviosamente que se deje ver con esa impaciencia que le hace a uno no estar agusto ni sentado. Le oímos que poco a poco va subiendo hacia nuestra altura y es posible que se deje ver en algún limpio antes de sumergirse el lo mas cerrado del pinar.

El guarda como no podía ser de otra manera es el primero que le pone la vista encima y nos avisa ¡!!! AHÍ LO TENEMOS ¡!!! Nos indica donde lo ha visto y al poco ya lo vemos todos. Es un venado grande, bastante alto y muy parejo de cuernas. Se toma el catalejo para valorar exactamente la categoría de su trofeo y se decide que si me gusta es mío. Clavo mis ojos en el venado y a cada vez que parpadeo lo veo más bonito y grande, les pido que lo miren ellos de nuevo para no equivocarme yo sola si llegara el caso.
Se juzga de nuevo y en mi mano dejan la decisión. Un poco nerviosa decido que me lo quedo y quiero tirarlo. Preparamos un acomodo para el rifle y solo nos queda que salga a un paso donde aparte de estar más cercano hay un claro un poco más amplio donde poder tirarlo. Ya estoy tumbada sobre las rocas y el rifle apoyado en un aparente acomodo entre la mochila y un jersey. Tengo las manos temblorosas, tengo que templarme y no fallar.

El venado hace su parte y ya casi está en posición cuando el guarda comenta que tiene una cuerna con la tercera punta rota, vuelta a remirarlo y a decidir, pero yo lo quiero tirar pues me ha encantado a primera vista y esto para las mujeres es importante jjee jjee jjee.
Es cierto que le falta una punta pero sigue siendo un magnifico venado. Lo dejan en mi mano y yo decido tirarlo. Me coloco de nuevo y a por el, en cuanto lo tenga en el visor lo tirare. Esta un poco largo para mi gusto y además tiro de arriba abajo para darle mas gracia al tema. Me queda poco espacio para poder tirarlo antes de que gane el monte con lo cual tengo que ser rápida. Ya lo veo por el visor y lo sigo en su paso, hace una parada a berrear y disparo.

El estruendo y el retroceso de arma no me dejan ver el resultado y me vuelvo como un rayo para que me cuenten que ha pasado. Tienen la vista y demás sentidos empleados en ver al venado y apenas si me escuchan, que momento. El guarda asiente con la cabeza mientras yo cojo mis prismáticos pero no logro encontrarlo. Me dicen que si lo he dado pero que no ha caído y se adentra entre unas peñas en dirección opuesta a nosotros. La rabia se adentra en mi ante el posible fracaso.
Pasan los minutos y nadie ve al venado ni vivo, ni muerto, la cosa se pone fea. Se decide dejarlo tranquilo un rato y más tarde intentar pistearlo pero la zona donde se ha metido es complicada de andar. Volvemos al coche para bajar por otro lado a la zona.  Se llega hasta donde se puede con el vehículo y tras una buena caminata hacia arriba llegamos a la zona donde lo dispare no vemos sangre, tan solo alguna piedra movida en su huida, no pinta bien esto.

El gestor me da ánimos y me asegura que aun que el venado va pinchado si no lo encontramos no lo pagare, todo un detallazo por su parte pero sufro y de que manera no poder encontrarlo. Seguimos buscando y tras mucho rato el guarda encuentra algo de sangre en unas piedras. La ilusión vuelve a mi, espero dar con el y llevármelo a casa. Tras mucho buscar seguimos sin poder encontrar ni al venado ni esa sangre chivata que nos lleve a el, casi es medio día y el calor aprieta de verdad. Se decide volver a la casa a comer para mas tarde volver de nuevo y con la ayuda de un perro intentar buscarlo.

Pasan despacio las horas para mí, la desazón de perder el venado me atenaza e incómoda y no me encuentro nada bien para salir a buscarlo. A la hora prevista se vuele en su busca y ni con la ayuda de perro damos con él. Ya casi de noche decidimos terminar la búsqueda por ese día con el consiguiente cabreo mío. Yo tengo que volver a Madrid y no puedo buscarlo los sucesivos días. El tema queda en sus manos y yo también.
Pasan días y semanas y aun que lo han buscado el venado no aparece, ya no tengo ninguna esperanza de poder volver a verlo. Pero el destino ha querido que después de un tiempo nos volvamos a ver. Recibí la llamada del gestor hace unos días, nunca pensé que sería para hablarme de aquel venado, si no, para ofrecerme volver a intentarlo pero no. Me llamo para decirme que tras pistear otro venado herido por otro cliente en la misma zona dieron con los restos de un venado muerto y recordaron que bien pudiera ser el mío por coincidir más o menos la zona por donde se fue herido.

Después de revisar la zona donde aparecieron esos restos apareció la cabeza. Al ver la cuerna certificaron que era el mío pues gracias a mi elección era inconfundible para todos los que lo vieron.
La alegría me invadió en ese momento y de un plumazo se ha borrado de mi memoria el sabor amargo del fracaso que supone perder un animal herido en el campo. Me han mandado las fotos acompañadas de la felicitación tardía de todos con la coletilla de que puede ser medalla, por lo que en cuanto pueda iré a buscar ese venado que tantas noches he visto en sueños, y por su puesto ha agradecer a todos sus desvelos para que ese venado y yo nos volviéramos a ver, y claro, hacer cuentas porque si lo mate.

Relato de caza participante en el concurso organizado por Cazaworld, autor Jose Luis.

 


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