La mujer y la caza

30 enero, 2018 • Pluma invitada

Desde que el mundo es mundo, el hombre (sin hacer distinción de género) ha utilizado la caza como medio de subsistencia haciendo gala de su condición de animal omnívoro. Durante toda la vida del planeta y desde que conseguimos desarrollarnos como seres erguidos y bípedos, se han utilizado diferentes técnicas de caza que han ido desarrollándose con el paso del tiempo hasta la actualidad. En esos procesos, aunque si bien es cierto que físicamente el hombre tiene una mayor fuerza que la mujer, estoy convencida de que ellas no se quedaban mirando, actuaban para alimentarse y subsistir.

Con el paso de los años, ocurrió la llegada del poder en forma de materialismo, la mujer fue apartada en muchos ámbitos, imponiéndose el hombre como cabeza de familia.

A día de hoy, en pleno siglo XXI, muchas son las mujeres (entre las que me incluyo) que practicamos la actividad cinegética. Una actividad que las mentes más retorcidas, junto a aquellas que ignoran por completo este gran arte, consideran meramente de hombres, aunque tengo que decir que la mujer ha estado presente en esta actividad durante toda su existencia. Pese a ello, aprovechando los movimientos feministas que hoy en día se suman a la guerra abierta contra todo lo conocido… se han formado grupos en defensa de la mujer cazadora… pero, realmente, ¿esto es necesario?, ¿es necesario que intentemos sobresalir por encima del cazador masculino? ¿No sería más lógico, real e igualitario, que simplemente fuésemos cazadoras que comparten sus experiencias como el resto de compañeros que practican esta actividad?

Bajo mi manera de ver las cosas, sabiendo que muchas serán las críticas lapidarias que lloverán a estas palabras, a estos pensamientos, me arriesgo a decir que no, señoras o señoritas, no estamos defendiendo a la mujer en la caza porque, sencillamente, no necesita defensa, necesita normalidad.

La mujer cazadora no necesita fotos exuberantes, sorteos ridículos, poses bonitas, captación del sexo opuesto mediante la provocación y el flirteo vario en RR. SS. Porque eso, sencillamente, no es defender la mujer en la caza, eso es denigrar a la mujer cazadora, es darle alas a aquellas mentes retorcidas que todavía consideran a la mujer como meros objetos decorativos.

Así que lo diré de nuevo, la mujer cazadora no necesita un ejército de chicas que son el sinónimo de todo lo contrario a la igualdad de la mujer, no necesita defensa, necesita normalidad, conversaciones de iguales, necesita botas sucias y manos manchadas de sangre, necesita sentido común.

Bea Alcoya


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