Voces de caza

Joaquín España Aguado: «El presente y el futuro de la caza solo va a depender de nosotros»

5 diciembre, 2016 • Entrevistas

Soy un ser humano que disfruta de la naturaleza y de interaccionar con la misma porque sé bien cuáles fueron mis orígenes ancestrales, y estoy orgulloso de mi herencia genética y antropológica. No me avergüenzo de decir de donde procedo y por qué soy quien soy, ya que tengo muy claro que la vida y la muerte son caras de la misma cosa, y que a la vez son herramientas de las que se vale la naturaleza en su propia evolución. Soy, y seré, muchas cosas, pero siempre cazador.

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¿Cómo entra la caza en su vida?

A través de mi familia. Mi abuelo funda la Federación Española de Caza y la revista Caza y Pesca. Mi padre sigue sus pasos y yo, naturalmente, también. Así que la caza ha sido consustancial con mi vida desde que tengo uso de razón.

¿Qué modalidades practica y ha practicado, cuál prefiere y por qué?

Creo que he practicado casi todas las modalidades de caza, tanto mayor como menor, y me es difícil decir cuál prefiero, pues el simple hecho de salir a cazar, en la modalidad que sea, ya me satisface. Quizás pueda decir que me divierte mucho la caza con arco, que la practico hace 31 años y que he pasado momentos inolvidables cazando conejos con esta arma, y que cualquier pieza de caza, con arco, ya sea mayor o menor, siempre supone un reto importante y esto me atrae.

De todas formas, sigo cazando a la menor oportunidad que tengo y practicando todas las modalidades que puedo, aunque últimamente dedique más tiempo al rececho.

¿Qué valoración hace de la caza mayor en España?

La caza mayor es un valor en alza en este país, a pesar de haber perdido parte de su esencia con los vallados. De todas maneras, y aunque no me gusten, entiendo que sean necesarios sobre todo para apartar la fauna de las carreteras, porque se producen demasiados accidentes y no se ponen los medios suficientes para evitarlos. Parece que hoy en día está más valorada la vida y existencia del animal que la del ser humano. Y esto es algo que me preocupa mucho.

Es una lástima que nuestras autoridades dediquen sus esfuerzos a controlar y sancionar actos de caza, manejos inadecuados y otras cosas, mientras que no dedican nada de esfuerzo, y si muchas trabas, a que la caza mayor pueda ser una fuente de ingresos inestimables para este país, así como promocionar el consumo de su carne, excelente, natural y sin colesterol.

Y en cuanto a la caza menor, ¿qué diría?

Que hay que poner remedio a algo que todos sabemos. Que el manejo de la caza menor está muy supeditado a los manejos de la agricultura y que, a pasar de ser una importante fuente de ingresos, si no lográramos poner de acuerdo y promocionar un manejo del campo más adecuado a la existencia de las especies salvajes, seguirá aumentando la escasez, mientras que si llegáramos a un acuerdo seguro que todos saldríamos ganando. La caza menor va a menos y las repoblaciones no son la solución. Pero claro, es caza y las administraciones no quieren saber nada del tema. Prefieren mirar a otro lado y culparnos a nosotros y al agricultor, que es el camino fácil.

Si fuéramos capaces de ver la realidad de cada situación seguro que conseguiríamos que la caza menor volviera en relativa abundancia a nuestros campos sin perjuicio para nadie, todo lo contrario.

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Perros, armas, gastronomía… ¿Qué aspecto de la caza le atrae más?

Muy difícil responder a esta pregunta, porque todo me atrae. Siempre he vivido con perros y las armas; tanto por conocimiento como por manejo son atractivas para mí. Y de la gastronomía, qué decir… Y creo que hay un tiempo para cada cosa y que la caza engloba tantos aspectos de vida que hay que tomarse su tiempo para disfrutarlos todos.

Entre la tradición y la tecnología, ¿con qué se quedaría en la caza y por qué?

Difícil pregunta de nuevo. Aunque parezca rebuscado, creo que la tradición es algo que debemos conservar porque es la parte de nuestra esencia, de nuestro ADN, de nuestra herencia genética y antropológica. Es la parte de nuestra historia en la que debemos ahondar para comprender por qué y cómo somos cazadores y también de dónde venimos como especie.

La tecnología acompaña al ser humano durante toda su historia y siempre apareció más ligada a la guerra y, por ende, a la caza. Hoy ya no es así, por lo que habría que deslindar sobre qué tipos de tecnología serían adecuadas o no a la caza. Porque a mi manera de ver, buscar más facilidad para abatir un animal confiando en la tecnología nos convierte más en tiradores que en cazadores. A mí me gusta probar mi habilidad en el rececho viendo que soy capar de aproximarme utilizando el terreno y haciendo el menor ruido posible hasta lograr una cercanía próxima. Así me pruebo a mí mismo, porque ese es el acto puro de la caza. Lo de tirar, ya es un tema de habilidad con el arma que utilices, es más un acto mecánico y de concentración cuyos resultados también dependen mucho de la práctica. Pero acercarse, eso es pura habilidad y conocimiento. Lo mismo es aplicable a cualquier otra modalidad, porque el conocimiento del campo, del terreno y de las especies que cazas, es el bagaje intelectual que has de aplicar para tener éxito.

Veo adecuado la utilización de fibras que hoy nos permiten estar más a gusto en el campo soportando frio y lluvia, porque nuestra vida urbanita nos quita la posibilidad de poder acostumbrarnos a las inclemencias del tiempo. Pero aplicar la tecnología en las armas para poder hacer disparos lejanos y corrigiendo nuestros propios errores, pues… ya me gusta menos. Por ello me atrae más el arco, pues a pesar de la gran tecnología que atesoran en la actualidad, tienes que seguir aproximándote y tirar a distancias cortas con gran habilidad y concentración.

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¿Qué diría sobre la literatura cinegética? ¿Destacaría alguna obra?

Esta es otra de las cosas que he vivido desde pequeño. En mi cuarto estaba la biblioteca de mi padre, así que gran parte de mis lecturas de la pubertad y juventud fueron libros de caza. Y, como en toda literatura, hay cosas buenas, medianas e infumables. Así fueron pasando por mis manos un montón de títulos. Recuerdo vivamente los libros de mi padre, como no: Caza de alimañas; Caza de rapaces con búho; La codorniz y otras aves afines y Palomas y tórtolas. Pero también me acuerdo Nimrud, Safari en las cumbres, de Llanas de Niubo; Caza en el bosque de Des Prugnes; Memorias de un reclamo de Vázquez del Río; Shikar y Safaris de Marshall; El placer de la caza de Castaing; Faunas y caza de montaña de Chavane; Marfil de Sánchez-Ariño; Caza mayor de Jack O´Connor; Solitario de Jaime de Foxá… y así seguiría durante un buen rato.

Como destacados, me quedaría con dos libros por lo que significaron para mí y porque en su día me sorprendieron gratamente. El primero fue Solitario de Jaime de Foxá. Yo le conocí y acudí acompañando a mi padre a alguna conferencia de él y yo, aún demasiado joven, me entusiasmaba escucharle porque tenía una forma de hablar increíblemente interesante, tanto que a mí me llamaba la atención siendo niño; y su libro es fiel reflejo de su forma de expresarse.

El segundo libro a destacar, que lo leí por consejo de mi padre, fue Veinte años de caza mayor, del conde de Yebes. Lo primero que me sorprendió fue el prólogo de Ortega y Gasset, que me costó tiempo entender y comprender totalmente, pero que luego ha sido una guía, un referente en mi vida.

No me olvido de los libros de José Fenykovi, Angola y Sendas incógnitas, que mi padre me confesó, meses antes de su fallecimiento, que los había escrito él por encargo.

Me encantaron, ya algo más tarde, aquellas colecciones como las guías de la caza en España del Ministerio de Información y Turismo, o Los Libros de la caza española, de la editorial Orel.

No conviene perderse los libros de Covarsí o La España agreste de Chapman y Buck… y no quiero aburriros, pero seguiría con esto mucho tiempo.

Pero es que además en mi casa entraba todos los meses Caza y Pesca y leía los artículos, con lo que mi pasión sobre la escritura y la caza crecía. Así que mensualmente me topaba con la mejor información y las mejores plumas. Y creo que no desperdicié nada.

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¿Hasta qué punto ha influido la caza en su trayectoria profesional o personal?

Totalmente. He vivido, vivo y espero vivir en este mundo relacionado con la caza a través de las actividades que desarrollo de periodismo, caza y aventura.

Para muchos, la caza es parte de sus vidas, ¿pero cree que el cazador español apostaría por un partido político como ANATUR para que gobernase su día a día?

ANATUR no se ha creado como partido para gobernar. Se ha creado como partido lobby o de presión y, si me apuras, como partido bisagra a lo sumo.

El cazador español sigue encerrado en su individualidad y su particularidad, sigue pensando en que “alguien” tiene que venir a resolverle el problema. Piensa que como la caza es legal por ley es la propia administración la que tiene que defenderle, sin acabar de entender que si no fuerzas y obligas a la propia administración o a la sociedad, no eres nada. Y en este momento en que es la propia política la que cercena sus derechos día a día, ya no valen las respuestas solo de asociaciones y sociedades, es necesaria una respuesta política porque es la política la que invade nuestras vidas por completo, hasta nuestras aficiones y formas de expresarlas.

ANATUR defiende la caza, la pesca, los toros o las peleas del gallo combatiente español. ¿Se puede aunar en una misma defensa política prácticas tan dispares?

Si se fija, ANATUR nace como un partido para la defensa del medio rural y de sus tradiciones, entre las que se encuentra la caza, porque es así y se desarrolla en el medio rural. Esto significa que la caza no es el principal activo pero que sí es importante para lo que significa el mundo rural y sus posibilidades de desarrollo. Pero es que lo mismo sucede con el resto de los términos que me expone. Usted las califica de prácticas dispares, pero el hecho es que se desarrollan desde una cultura rural y en un medio rural y eso es lo importante. Porque hoy en día son los urbanitas los que dictan la política para el medio rural, sin conocerlo y condenándole a la miseria, al ostracismo y a la desaparición. Porque lo que quiere el medio urbano es que, en sus momentos de expansión, pueda disfrutar del campo y la naturaleza a su manera, con exclusividad y sin interrupciones ni ideas que vengan del mundo rural. Y eso necesita una urgente respuesta por parte de la sociedad, especialmente la rural.

ANATUR, UNAC, ONC… Muchas siglas para un mismo fin: la defensa de la caza. ¿Cómo valora esta diversidad de organismos?

La diversidad nunca es mala. Nosotros no hemos nacido para quitar protagonismo a nadie, lo hacemos con ánimo de ser la correa de transmisión de todas esas inquietudes al mundo de la política de manera directa e influyente. Queremos ser el instrumento político de este mundillo y para ello necesitamos de todos, tanto individualmente como colectivamente a través de las diferentes formas de asociacionismo.

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Cazadores españoles, franceses o ingleses, ¿tienen más semejanzas o diferencias?

Los franceses son especialmente listos. Ya formaron su partido de la caza y lograron representación y fuerza política. Hoy en día en Francia no se hace nada en el campo sin consultarles a ellos, porque tienen la fuerza de los votos, no muchos, pero sí los suficientes para poder intervenir en la vida política y en las cuestiones que les afectan. Ellos nos pueden enseñar muchas cosas porque tienen una enorme experiencia en este campo.

De los ingleses no sé mucho, pero los alemanes tienen unas organizaciones muy potentes e influyentes porque cada cazador forma parte de ellas y todos van en bloque a negociar con las instituciones. Algo parecido sucede en el resto de Europa, excepto en Italia, Portugal y Grecia, o nosotros.

Actualmente, la caza está siendo atacada y puesta en duda por parte de la sociedad. ¿Lo es por críticas radicales de un sector social o porque se ha descuidado la imagen?

Ambas cosas vienen de la mano. Ya hace muchos años que intenté convencer a la Federación de Caza que se dejara de gastar tanto dinero en estudios, que quizás tuvieran una importancia relativa, cuando estaba en entredicho nuestra propia supervivencia como cazadores, y que empleara ese dinero en campañas de imagen a favor de la caza y de los cazadores. No es nuevo, que esto ya lo decía en los ochenta.

Es evidente que la estrategia de los radicales funciona mejor, al menos tienen una estrategia, cosa de la que nosotros carecemos. Además, la educación falsa y urbanita que recibieron y se sigue recibiendo en la escuela es propicia a que se siga interpretando mal a la naturaleza. Desde la ciudad se observa el campo como un lugar bucólico y de solaz donde poder descargar nuestro tiempo libre a nuestro antojo sin contar que hay gentes que viven allí. Y se legisla a espaldas de ellos y de sus intereses. El lobby ecologista es muy potente y vive de jugosas subvenciones que emplean, entre otras cosas, para bombardear a la prensa con sus ideas de una naturaleza bonita, en armonía, llena de felicidad y paz, cuando eso es absolutamente falso. Pero los receptores de estos mensajes son los que recibieron esa falsa educación con lo que esos mensajes recalan muy hondo en el mundo de la comunicación.

Para que la caza sea una actividad natural respetada y admirada por esta sociedad, ¿qué sería necesario?

Serían necesarias muchas cosas. Para empezar, un cambio en la idea de la educación sobre la naturaleza y del campo. La sociedad urbanita vive totalmente de espaldas al campo y la naturaleza, apenas la conoce de verdad. Yo abogaría por un cambio educativo y por la necesidad de pasar periodos educativos en el campo conociendo su vida, sus costumbres y sus trabajos, al menos para llegar a apreciar y saber de dónde sale el alimento que compramos en el supermercado y qué es de verdad el equilibrio natural. Enseñar que la vida y la muerte son ambas caras de la propia naturaleza e instrumentos que utiliza para su continuo devenir.

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¿Cómo definiría el sector de los medios especializados en caza y su oferta?

Un sector difícil y complicado, un sector en crisis que debería ser apoyado por el mundo de la caza para que fuera una verdadera polea de transmisión de las inquietudes del medio. Me apena mucho como desaparecen medios por falta de interés entre el mundillo.

¿Qué valoración haría de las múltiples agrupaciones juveniles de caza?

Positiva. Todo aquello que suponga organización es positivo y más cuando se trata de juventud.

Y del incremento de asociaciones de mujeres relacionadas con la caza, ¿qué diría?

Igualmente positivo. Creo firmemente en la necesidad de organización y unión del sector. Es la única manera en que nuestro mundillo pueda seguir sobreviviendo entre tanta falsedad animalista.

¿Cómo definiría el presente de la caza y qué futuro prevé?

El presente y el futuro de la caza solo va a depender de nosotros. Si pensamos que el vecino es el que debe preocuparse y sacarme a mí las castañas del fuego, como vienen sucediendo hasta ahora, veo el futuro realmente negro. Por el contrario, si el movimiento de asociación continúa y se apoyan con fuerza y trabajo, todas las iniciativas que salgan en nuestra defensa, al menos, empezarán a despejarse los nubarrones y podamos vislumbrar un futuro para nuestra actividad.

Si tuviera que destacar una frase o reflexión sobre la caza, ¿cuál sería?

Sería mi definición de la caza: «Cazar es un acto intelectual de acoso y persecución de animales del que emanan toda suerte de sentimientos y actuaciones, y que produce en el individuo, satisfacción y felicidad».

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Apunte final… para los lectores de CAZAWORLD.

Fundamentalmente, que luchen, que se acabó el tiempo de que sean los demás los que arreglen nuestros problemas. Que se inmiscuyan en el asociacionismo o en el partidismo, que trabajen en firme por nuestras ideas y aficiones, porque el futuro solo está en nuestras manos y en las de nadie más.


Hay sólo 1 comentario. Yo sé que quieres decir algo:

  1. Antonio López Escrihuela dice:

    Creo que era necesario una declaración de principios en defensa de la caza. En el medio rural hasta hace muy poco, muchas familias vivían de la caza formando parte del sustento de estas. Respetando los ciclos y bedas
    Yo aprendí de mi padre a respetar el campo el a su vez de su padre y abuelo y estos como buenos extremeños nos transmitieron ese «gusanillo» a patear el campo con tu fiel amigo el perro.

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