‘Jacki’, la verdadera historia de una gran foto

23 octubre, 2017 • Miscelánea

‘Jacki’ porta un pequeño animal en la resaca del gran fuego / Salvador Sas-EFE

Una imagen del desastre en Galicia ha conmovido a toda España porque su protagonista trabajó sin descanso durante los incendios.

La perra más querida y deseada del momento se llama Jacki y es macho. Cuando las llamas de 30 metros de altura, como él nunca había visto, engulleron el paisaje de su vida en el monte de Fragoselo (barrio de Coruxo, Vigo), se lanzó a recorrer el escenario humeante, todavía incandescente bajo la ceniza, y según algunos de sus vecinos pasó un par de días llevando a cabo una extraña actividad que dejó perplejos a todos. Jacki iba y venía sin descanso, con determinación, recogiendo cadáveres de animales carbonizados que luego enterraba en un campo aledaño a la iglesia. Supuestamente no lo hacía por ningún instinto religioso o sobrenatural, sino porque todo Fragoselo había ardido y aquella parcela junto al templo había quedado milagrosamente intacta. El can rubio y blanco buscaba tierra, y no cenizas, para sepultar los cuerpecitos abrasados.

La conmovedora imagen captada al vuelo por el veterano fotoperiodista de EFE Salvador Sas fue tomada el martes por la mañana en el lugar de A Igrexa de Chandebrito, municipio de Nigrán (Pontevedra). En cuanto fue difundida por la agencia como «foto del día», el retrato del perro que entonces por error se creyó perra corrió como la pólvora por medios de comunicación y redes sociales y prendió a la misma velocidad que el fuego en los corazones de lectores y tuiteros. El pequeño Jacki acabó convirtiéndose para el mundo en hembra y madre, y lo que transportaba en su boca bajando el camino de la antigua escuela de Chandebrito, que obviamente no era un madero quemado como podría parecer a los incrédulos, semejaba el cadáver de un animal, posiblemente un cachorro de perro que terminó transformándose a ojos de casi todos en «su» cachorro.

Si se amplía la instantánea, el enorme tizón que transporta un Jacki con los ojos empañados tiene cabeza, hocico, orejas, patas y lo que parece un largo rabo en tirabuzón. Varios vecinos de Coruxo confirman la noticia que circuló aquel día y aseguran que sí es «una cría de perro» lo que el aventurero can lleva en ese momento, con sumo cuidado, entre las mandíbulas. «Una cría suya», afirma convencido otro más, «porque venía del lugar donde tenía una camada con una perra y a algún otro cachorro sí lo consiguió salvar». El dueño de Jacki está preocupado por la fama de su animal, teme por él, por eso los testigos no quieren aparecer con su nombre y apellidos.

Al margen del debate sobre la criatura que lleva en las fauces, entre el lunes y el martes Jacki se entregó con afán a la tarea de recoger diversos animales difuntos y «hacer agujeros por donde la iglesia» llevado por la costumbre de enterrar huesos; o con la intencion de darles sepultura. Algunas personas cuentan que lo vieron «llevando conejos». A medida que van pasando los días, los habitantes de esta zona devorada por el infierno van descubriendo más y más la dimensión de su desgracia; la cantidad de bienes irrecuperables; los animales grandes y pequeños, carbonizados entre los árboles muertos; y algunos perros que siguen desorientados sin saber volver a casa. «Ahí arriba la gente está traumatizada», describen en Coruxo, «aquella noche bajaban escapando del fuego intoxicados, vomitando por culpa del humo».

El enérgico protagonista de una de las fotos más expresivas del desastre gallego, del sentimiento de pérdida, empezó trabajando primero en su pueblo, Fragoselo, dentro del término municipal de Vigo. Luego es evidente que amplió el radio porque el retrato fue tomado ya en el ayuntamiento limítrofe de Nigrán. En el lugar había varios reporteros y cámaras de televisión, pero solo el fotógrafo de EFE logró inmortalizar la escena. Aguardaban al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, que había anunciado su visita a Chandebrito, zona cero de la tragedia en la comarca, donde el domingo murieron las vecinas Maximina Iglesias y Angelina Otero, de 86 y 78 años, devoradas por el fuego del que huían en una furgoneta blanca.

Jacki se paseó dos veces entre el grupo de periodistas que hacían guardia por la llegada del político al pueblo desolado. Primero en un sentido; después, en el contrario. Sin soltar ese cadáver negro de su boca. Pero en Fragoselo, este perro menudo con una familia que lo adora «ya era famoso» sin necesidad de las redes sociales, cuenta orgullosa una vecina. «Ahora toda España se enamoró de él, pero aquí ya era muy conocido. Es un animal muy vivo; una auténtica pasada», sigue describiendo. «Anda siempre por todas las esquinas, de aquí para allá… Yo estoy convencida de que aquello que llevaba en la foto sí era un hijo suyo porque… con Jacki todo es posible».

Informa Silvia R. Pontevedra para elpais.com


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