Homenaje a nuestro querido “Teto y al señor D.Antonio Banderas»de María Dolores Oliva

2 agosto, 2013 • Miscelánea

Erase una vez…en una tórrida tarde de verano en el tiempo de permiso de espera de cochinos. No habíamos bajado como casi todas las tardes al cortijo, esperando que llegara la hora de subir al monte, y estábamos pasando un rato agradable con el guarda y el encargado del  la finca.

El guarda, había estado bromeado con nosotros; bueno espero que esta tarde caiga el cochino… he de decir que dicho cochino era un ejemplar, un medalla, llevaba el «SEÑOR ANTONIO BANDERAS”, un guarda de los que no habían pisado la finca, vamos de los que ha habido pocos, un señor de Baños de la Encina, tenía el monte vigilado al máximo, tanto que más de una vez había  recibido un tiro por defender la finca frente a los furtivos, esmerándose en cuidar los venados y los cochinos para que  el monte tuviese reses.

Se les daba de comer maíz, melones…, estaba la finca de lujo. Llevo observando varios días y el cochino tiene querencia por  vuestro puesto, nos decía Antonio, así que no tenéis excusa para no darme esa alegría, nos decía el guarda. A eso de las doce y pico empezó a soplar algo de viento, expectante  a cada ruido  por mínimo que fuese. Entra una cierva y su jabata, seguimos esperando, nos tomamos una coca  cola pues el sueño empieza a aparecer. Antonio y Aniceto estaban unos puestos más arriba esperando que nos entrara  el cochino.

Soy todo oído, cualquier pequeños sonido se magnifica en el silencio de la noche y estamos en ascuas. Nos gustaba mucho subir  al monte de noche aunque solo fuese para escuchar el sonido nocturno  de su habitante Empiezo a oír un   tropel anormal aparte de los pequeños inquilinos  ratoncillos, autillos  y más.

Nos ponemos en alerta, un crujido  de pinocha, las toscas que resbalan y el roce de la jaras, el corazón está al mil, me digo —calma y lo ruidos que cada vez están más cerca, ¡aja!, pero de pronto escuchamos y ligero estornudo atenuado ,¡¡¡ Esto no es un cochino!!! Madre mía y cada vez más y más cerca, por otro lado pienso y si es el cochino que viene hacia nosotros y empiezo a temblar…no puedo más y fue tal el grito que  di que mi marido al igual que yo se asustó y ya no eran gritos que dábamos, que no nos salían de la garganta, eran más bien aullidos.

En mi vida he pasado tanto miedo, era un terror jamás sentido, menos mal que el señor Banderas y Aniceto llegaron raudos al oír nuestros gritos.  La entrada  no era de un cochino cierva, ni macho ni hembra, sino de los furtivos de los pueblos cercanos que mas de una vez habían tenido un rifirrafe   con el guarda y hasta un tiro recibió en señor Antonio por defender su Monte como él decía, venían a ponerse en nuestro puesto y a por nuestro cochino, los rastros estaban clarísimos.

Y ea… aquí acabaron mis esperas nocturnas, no he vuelto a subir al monte de noche. AHHH el cochino cayó …otro día que mi marido subió solo, bueno… pero esa es otra historia!!!!

Relato de caza participante en el concurso organizado por Cazaworld, autora María Dolores Oliva.  Toda la información del concurso en:

Concurso de Relatos


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