Exiliado de Portugal a España por el lobo

15 junio, 2017 • Miscelánea

Francisco Estévez y su hijo José María Estévez / L. O. Z.

Francisco Estévez, de 97 años, fue enviado por su padre a cuidar vacas a Luelmo cuando era un niño porque los continuos ataques de lobos en Portugal le desesperaron.

José María Estévez ha vivido lo suyo junto al lobo, sabe lo que vivió su padre y es tajante con relación a la presencia de lobos entre entre ganaderos: «No se puede vivir con él».

Francisco Estévez, de 97 años de edad, pero conocido por Evaristo, porque así le rebautizó alguien en España, nació en Aldeanova, al pie de Miranda do Douro, y tiene una vida marcada por el lobo.

«Su padre contaba en Portugal con un importante rebaño de ovejas, viñas y otros medios, pero un día le vino el lobo y le mató cuarenta o cincuenta. Dormía con ellas, pero se quedó dormido, y se las llevó» expresa su hijo, José María Estévez.

Por el día, el lusitano mandaba a los hijos de corta edad a cuidar el ganado, como era corriente en todo el mundo rural. Sucedió que «después de esquilar a los animales volvió otra vez el predador y mató otras cuarenta o cincuenta».

Con tal revés, siendo el progenitor de Estévez de los más ricos de la localidad, «con 140 ovejas hace casi cien años», pasó a una situación de apuro y decidió enviar a dos de su media docena de hijos a España, «a cuidar ganado».

Francisco Estévez fue destinado a la localidad sayaguesa de Luelmo, donde estuvo «ocho o nueve años», y lo mismo se hizo con su hermano Belmiro, que luego cruzó los mares hacia Brasil.

Estévez se casó en Gáname, pero estuvo sirviendo en poblaciones como Villar del Buey y Bermillo. En Gáname montó una ganadería «con unas poquitas de ovejas y unas poquitas vacas».

«¿Por qué crees que mi padre nos mandó a mi hermano y a mí para España a cuidar vacas?» Se pregunta «en ratos de tranquilidad», según dice su hijo. Y el mismo responde que «porque estaba desesperado y amargado» por los ataques del lobo. «Creo que pensó que primero me come las ovejas, y luego a los hijos» manifiesta el hijo.

Francisco Estévez fue uno de los reconocidos por Abaduero, en Vitigudino (Salamanca), como un pastor representante del sector que tiene en el lobo un problema acuciante.

El nonagenario tiene un protagonismo especial en el vídeo grabado para demostrar la incompatibilidad del lobo con la ganadería gestionada en extensivo.

A sus 97 años sigue firme sobre el terreno y su afición «es coger el azadón y cavar, arrancar zarzas, limpiar cardos, montar ésta o aquella pared, machar ramas y olivar una encina u otro árbol» según refiere su hijo.

La presencia del lobo al sur del Duero y en explotaciones de extensivo es una situación que mantiene a los ganaderos sayagueses y salmantino en vilos.

«El lobo es un talibán más grande que tiene el campo español, para la ganadería extensiva. En Sayago su presencia debe ser cero porque es la perdición de los ganaderos. ¡Pero la perdición total! No se puede vivir con él» manifiesta con contundencia el hijo.

«Si ahora la gente no quiere quedarse por lo malo que están el campo, la leche y los corderos, si encima nos meten el bicho ¿de qué vivimos? Sacar ahora las ovejas de la majada y soltarlas al campo, aunque tengas que meterlas en una tierra sembrada o cultivada de centeno o cebada, es un riesgo porque vienes para casa y, cuando vuelves puedes, encontrar algunas despellejadas. Los mastines pueden ser una solución, en parte, pero si todos meten mastines al final te comen las ovejas o los jaleos con la gente, porque salen ladrando y todo son problemas». Son las reflexiones de José María Estévez, que se muestra orgulloso de la trayectoria de su padre.

Informa J. A. García para laopiniondezamora.es


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