El “exceso” de conejos pone en riesgo el ecosistema del olivar

17 julio, 2017 • Noticias de caza

Francisco Vilches y amigos en el coto «Las Infantas».

Un viejo enemigo del olivar vuelve a dar la cara, o el hocico. Los cazadores alertan del aumento de la población de conejos en el campo, en concreto en las zonas donde se cultiva el “oro líquido”, tesoro de la provincia. “Salen de sus madrigueras y atacan al tronco o roen los tubos del sistema de regadío, lo cual supone un problema para la supervivencia del olivo”, declara Francisco Vilches, cazador con varios años de experiencia a sus espaldas. Recientemente acudió, junto con otros tres compañeros, al coto de «Las Infantas», situado en los límites de la capital del Santo Reino, para reducir el número de animales que hieren el corazón económico de la provincia. Este fin de semana abrieron el descaste según el Plan Técnico de Cotos de Caza, que permite llevarlo a cabo cuando la población animal supone un riesgo para la conservación del medio rural y la explotación agrícola. En una mañana acabaron casi con un centenar de roedores, “y todavía quedan muchos más”, comenta Vilches. “Se multiplican mucho y, con la sequía, se alimentan de lo que pueden, en este caso del olivar”, explica el cazador. Son conscientes de la existencia de otros métodos de control, como redes o hurones, pero insisten en que, tras la captura del animal, “nadie se hace cargo de él”, y prima el bienestar del olivar.

Cristóbal Cano, secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), declara que “todo lo que sirva para poner cierto control y hacer compatible las actividades cinegéticas con las agrarias para que no se genere perjuicio económico, es positivo”. Aseguran que la cosecha de este año está siendo “difícil” y esperan que, con las medidas que se ponen en marcha, se logre la limitación de la población de conejos y demás animales que se acercan al regadío. “Acuden mucho a los puntos donde hay agua y afectan negativamente a los dispositivos”, aporta. Asimismo los brotes tiernos y las hojas de los olivos jóvenes son un “atractivo manjar” para los animales. “El daño que provocan retrasa el crecimiento del olivar y puede llegar a destruir la planta”. Según Cano, el hecho de convivir en un entorno natural en el campo hace “inevitable” un control “total” de la situación. Sin embargo, el conocimiento de la existencia de una población superior a la que puede asumir el ecosistema facilita las labores de prevención y ayuda para el crecimiento de un cultivo más protegido de los roedores.

“Nuestro objetivo es que la explotación sea compatible con la fauna salvaje y, con la planificación adecuada, lograr una convivencia aceptable”, comenta Cano, y añade: “Es difícil encontrar el equilibrio, pues hay que tomar decisiones que, sin una visión amplia del entorno, pueden ser complicadas de comprender para algunas personas”. Desde la Unión de Pequeños Agricultores de la provincia subrayan la importancia de establecer un plan de control que sea viable y se lleve a cabo junto con otro tipo de actividades, como la caza.

Informa Enara López para diariojaen.es


Hay sólo 1 comentario. Yo sé que quieres decir algo:

  1. Francisco Torres Morales dice:

    El verdadero riesgo del ecosistema del olivar son los productos fitosanitarios que se usan de forma masiva e indiscriminada. La prueba mas evidente es que en la actualidad los olivares parecen un desierto con árboles. Ni una brizna de hierba crece en ellos y no hay ni comida para los conejos, ni insectos para los pollos de perdiz ni un miserable grano de semilla que pueda servir de alimento a ningún ser vivo, que son los que, junto a los olivo,s forman el ecosistema del olivar.

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