Voces de caza

Entrevista a Leopoldo Del Valle

16 agosto, 2012 • Entrevistas, Sin categoría

Nombre completo: Leopoldo del Valle Yanguas

Profesión o actividad: Ingeniero de Montes. Director de una empresa dedicada a la organización de caza nacional e internacional, ingeniería agroforestal, gestión y administración de fincas.

Lugar de residencia: Actualmente resido en Córdoba, donde tengo instalado mi despacho, aunque galopando entre Andalucía y Extremadura.

¿Qué modalidad de caza practicas? Me apasiona la caza en su totalidad, intento practicar todas las modalidades posibles.  En la mayor, el rececho es mi fuerte. Por mi condición de cazador profesional realizo muchos recechos al año, disfrutando enormemente y aprendiendo en cada uno de ellos. También me gustan mucho las monterías, pero siempre que sean entre amigos.  Sentir la soledad de la noche en plena sierra, de aguardo o de rececho, con la única compañía de mi rifle, bajo la luz de la luna, es algo inmenso, superior.

También practico la menor, aunque bastante menos de lo que me gustaría. Hace tiempo que no puedo mantener un perro propio para cazar con él, por lo que últimamente la caza al salto la tengo olvidada. Todos los años, religiosamente, hago un hueco para cazar el reclamo, guardando la tradición familiar de buenos perdigoneros.

Leopoldo del Valle con un venado oro¿En que zonas cazas? Aunque soy joven, llevo cazando desde muy niño, por lo que he podido disfrutar de la caza en muchos sitios. Ahora, como cazador profesional, todo se ha multiplicado.

Mi cazadero de siempre ha sido los montes de Manchita, donde me crie, en Extremadura. También la Sierra Morena de Jaén me ha reparado emocionantes y entrañables cacerías.

Arma de caza: Para la mayor, un Heym sr.20 Stutzen, calibre 7×64 Breneeke. Para la menor, una Ugartechea del 20, heredada de mi padre. Y para el perdigón, una de perrillos del 16, marca “el gallo”.

El rifle me ha dado muy buenos resultados. Puedo decir que, hasta el momento, todo lo que he acertado con él lo he matado sin problema. Además, es precioso.

La Ugartechea es con la que empecé a cazar, ya nos conocemos.

La del 16, porque se saborea distinto el lance deslizando el pulgar sobre una vieja y heredada escopeta de perrillos.

Años en la caza: He mamado la caza desde que tengo uso de razón…y tengo 27 años.

¿Cómo te iniciaste en la caza? Mi padre era un gran cazador, tanto de mayor como menor. Desde muy pequeño me llevaba con él al puesto. Lo único que deseaba era que llegase el día en que pudiese cazar como mi padre. Mi abuelo materno también era un gran aficionado a la menor, además de un gran tirador de plato y pichón. Los dos cazaban juntos al perdigón, con una pasión y entrega de la que ya es imposible encontrar. He tenido la enorme suerte de aprender de dos grandes maestros.

¿Tienes perro de caza? Ahora mismo, no. Hace poco tuve que sacrificar a mi Teckel por leishmaniosis.  Vivo en un piso, por lo que no puedo mantener el braco alemán que me gustaría tener ahora y que siempre hemos tenido.

La verdad que hemos cazado con bastantes perros y razas, pero siempre el braco alemán ha estado por encima de los demás. Recuerdo a Nerón, un braco enorme, jaspeado, que hacía unas muestras espectaculares, con muy buen aire. También, un setter irlandés, de nombre “Paco”,  bueno para la pluma, pero quizá lo que más llamaba la atención era su elegante presencia, poco habitual en las dehesas extremeñas.

¿Puedes contarnos el momento más emocionante que has vivido en la caza? Cuando se caza junto a un padre o la familia, se viven muchos momentos emocionantes, que se acentúan a medida que pasa el tiempo y que son recordados. Pero sin duda, el momento de mayor emoción fue cuando conseguí matar mi primer cochino, con tan sólo 11 años y cómo no, en compañía de mi padre. Fue en la montería de “Las Lomas”, nuestro cazadero de toda la vida, en Manchita.

¿Qué sueño te gustaría cumplir en el mundo de la caza? Vivir de la caza y vivir bien. Eso significará que he triunfado en mi propósito de vivir cazando alrededor del mundo, y que he hecho bien mi trabajo.

¿Qué harías tú para mantener la caza entre la juventud? La caza hay que mamarla. Es fundamental inculcar los valores de la caza desde el principio, desde la niñez. Es fundamental que los padres saquen de caza a sus hijos. Hoy día las oportunidades que hay para cazar son menos que las de antes, y los niños pueden convertirse con frecuencia en un estorbo. Esto hay que superarlo, la única manera de mantener viva la tradición cazadora es transmitir los sentimientos y la experiencia entre padre-hijo, abuelo-nieto o tío-sobrino, pero no romper nunca este flujo de tradición y conocimiento. Además, se debe defender la actividad cinegética desde asociaciones juveniles que aboguen por los derechos de los cazadores y se preocupen por fomentar la caza entre los jóvenes, desde un punto de vista educativo y práctico.

Los ecologistas siempre están cargando contra la práctica de la caza.  Imagínate que tienes a uno delante, ¿qué le dirías para defender la caza? Quiero entender que la ignorancia es atrevida. Si no, me preocuparía por él. Una persona que dedicase tanto tiempo a enfrentarse contra algo que es tan imprescindible y fundamental para el equilibrio del ecosistema y tan importante además para la socio-economía de la zona donde se practica, y que esta misma persona defienda el bienestar animal, tiene un serio problema mental. No está en su sano juicio.

Podría exponerle infinidad de argumentos a favor de la caza, pero me temo que todo caería en saco roto, ante la ausencia total de raciocinio poco se puede hacer.

¿Algo más que nos quieras contar? Sí, que amar a la naturaleza y vivir la caza cada día más, cazando y educando, en compañía de los seres queridos, es la mejor manera que conozco para disfrutar de forma plena de nuestra vida terrenal…¡A cazar!


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