El dramático descenso de la perdiz roja y las especies de la estepa cerealista

25 abril, 2017 • Miscelánea

El artículo publicado por Noticias de Navarra y reproducido a continuación abarca un tema muy tratado entre los cazadores: la reducción de las especies esteparias y su escenificación más concreta en la perdiz roja. ¿Por qué muchas de las perdices que nacen no llegan a adultas? Desde Adecana se ha observado este problema en Navarra y para poder solucionarlo aconsejan tomar una serie de medidas ambientales.

Bando de perdices (J.M.AGRAMONTE)

Un bando de perdices camina entre la hierba / J. M. Agramonte

¿Por qué actualmente muchas de las perdices que nacen no llegan a adultas? Esta es una respuesta y una solución que se debería dar desde Medio Ambiente. Las zonas centro y sur de Navarra eran hace 50 años un paraíso de la perdiz al ser un hábitat asociado a una agricultura y una ganadería tradicional, y al característico hábitat ideal para el desarrollo de las especies esteparias en forma de mosaico en el que se mezclaban campos de cultivo tradicional, salpicados de matorral autóctono que eran mantenidos bajo control con el ganado y las quemas controladas. Gracias a ello, el campo estaba lleno de perdices y de especies de todo tipo.

¿Qué ha ocurrido desde entonces? El problema es claramente por la degeneración del hábitat, en su mayor parte provocado por la agricultura moderna, unas concentraciones parcelarias muy agresivas con el medio y los métodos modernos de laboreo, recolección y recogida de los cultivos.

Lo que está ocurriendo con la perdiz no es más que un indicador de lo que está pasando con el resto de las especies, ya que en las zonas donde se cultiva de forma intensiva no solo están disminuyendo estas, sino especies de todo tipo, como insectos y especies protegidas.

En los años buenos en los que la climatología es favorable, muchas parejas de perdices incuban entre una docena y dieciséis huevos, pero si tienen la suerte de que ningún predador dé con ellos o no sean destrozados por la maquinaria agrícola, tras nacer los pollos, conforme va pasando el tiempo, ven drásticamente menguado su número, quedando unos pocos ejemplares después del verano antes de empezar la caza.

Vicisitudes de las perdices

El primer envite que deben de superar es que, como cada vez hay menos lugares donde poner los nidos, muchas parejas se ven obligadas a anidar en el cereal, resultando destruidos multitud de ellos tras el paso de las cosechadoras y empacadoras. Hay un estudio del Gobierno de Navarra que lo demuestra.

El doctor en biología Floren Markina afirma que «las que logran sobrevivir a ello tienen un gran problema, y es que el único alimento de los perdigones en sus primeras semanas de vida son los insectos, y con la proliferación de herbicidas, insecticidas y fitosanitarios con los que actualmente se trata el campo, prácticamente ya no existen o los pocos que restan en el campo están muertos o afectados por los venenos de los tratamientos, muriendo muchas de ellas por falta de alimento».

El técnico de Aran Servicios Ambientales indica que «las que logran sobrevivir se encuentran con que los lugares donde antaño vivían, por la degradación medioambiental, están al límite de su capacidad de carga para albergar sus poblaciones, ya que por un lado los campos después de ser cultivados y retirada la paja están como un erial sin protección alguna, y las lindes donde antaño se refugiaban y obtenían alimento, o están totalmente invadidos de vegetación impenetrable».

¿Qué ocurre con las medias perdices que a pesar de ello han conseguido sobrevivir? Que tras la recolección del cereal y recogido de la paja, y posterior arado de los campos, estos se han convertido en un erial sin protección alguna para estas aves, por lo que cuando se tienen que desplazar en busca de alimento y agua están a merced de todo tipo de predadores.

Para frenar su deterioro

Desde Adecana piensan que si se quiere frenar el imparable deterioro de las poblaciones de la estepa cerealista, la Administración Foral debe imperiosamente establecer una serie de medidas correctoras que minimicen en lo posible los peligros que les acechan, destacando a modo de ejemplo las siguientes:

  • Control y revisión de las concentraciones parcelarias, devolviendo a la naturaleza los terrenos que teóricamente estaban destinados a protección medioambiental y que han sido indebidamente apropiados para el cultivo.
  • Prohibición de cosechar y recoger la paja de noche con una altura mínima de esta en el corte, subvencionando que esta se quedara en las piezas un tiempo después de la recolección.
  • Subvencionar que se dejen entre las parcelas linderos sin cosechar ni tratar para refugio de la fauna. Esta es una medida que mejoraría mucho la biodiversidad.
  • Regular más estrictamente el uso de herbicidas y fitosanitarios que matan a la fauna e insectos, estudiando los efectos nocivos de la siembra directa y la fumigación de viñedos.
  • Promover y subvencionar la vuelta del ganado para que limpien el monte, mejorando con ello el hábitat de las especies que viven en él. Desde Adecana, sus responsables afirman que sería muy interesante implantar lo que ellos denominan los “rebaños funcionarios”, estableciendo convenios con ganaderos para delimitar con pastores eléctricos zonas donde se ha apoderado la maleza y en los que durante periodos de tiempo pudiera entrar el ganado eliminando el exceso de ella. Esto se hace en África coordinado con quemas controladas y se obtienen muy buenos resultados.
  • Controlar y regular el exceso de predadores, incidiendo en hacer un censo de todos ellos.

Informa noticiasdenavarra.com


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