En el corazón de Armas Garbi, empresa armera de escopetas y rifles artesanos

17 enero, 2018 • Miscelánea

Garbi es una armería fundada en los años 60 en Éibar por cinco artesanos locales donde cada año se crean medio centenar de armas a la medida del cliente: no hay dos iguales.

En 1959 cinco de los mejores artesanos de Éibar se unieron para fundar un laboratorio de alquimia cinegética. Garbi significa limpio en euskera, pero en sus siglas se esconden los fundadores de una de las mejores fábricas de escopetas y rifles del mundo: Jesús Guerenabarrena (basculero), Juan Alday (grabador), Ramón Churruca (montador), Jesús Barrenechea (gerente) y Domingo Iriondo (culatero). En los dorados años ochenta y noventa, esta empresa española competía con las míticas Purdey & Sons y Holland&Holland. «La escopeta inglesa siempre ha sido un referente», cuenta a FUERA DE SERIE Jon Barrenechea (Elgoibar, Guipúzcoa, 3 de diciembre de 1977), administrativo y responsable de exportación de la firma, además de continuador de esta saga de artesanos. «Luego cada marca le ha dado a la escopeta su toque de distinción. En nuestro caso, podemos decir que no hay dos armas Garbi iguales, ya que sus piezas no son intercambiables. Cada ejemplar que pasa por nuestras manos es único. Está hecho a la medida del cliente».

El origen de la industria armera eibarresa se remonta a los primeros talleres del siglo XIV donde se trabajaba el hierro y que terminarían uniéndose a la Casa Real para exportar sus productos a América y Filipinas. «Con el tiempo las empresas de Éibar se fueron especializando en escopeta fina y rifle de alta gama de acuerdo a una larga tradición artesanal que iba pasando de generación en generación». En los años ochenta del siglo pasado, la transformación del sector obligó a diversificar el negocio y algunas empresas armeras, como Orbea, BH o GAC, emprendieron el camino de la conversión a la bicicleta. «En tiempos de crisis hay que aguzar el ingenio, pero por suerte en Garbi siempre nos hemos dedicado a fabricar escopetas exclusivas cuyos diseños aspiran al equilibro entre belleza y perfección mecánica».

Un traje hecho a medida

El salto de calidad que ofrecen en su taller les ha permitido liderar el sector de las escopetas paralelas de alta gama. Fabrican medio centenar al año y todas bajo encargo. Los precios que manejan varían entre los 10.000 y los 30.000 euros según necesidades, gustos y, sobre todo, la excelencia del grabado. «El perfil de nuestro cliente es un hombre de mediana edad con alto poder adquisitivo que busca algo diferente, un traje hecho a medida que le durará toda toda la vida. De ahí que una parte importantísima de nuestro trabajo consista en saber escucharle atentamente y complacer sus exigencias». Aunque entre su clientela se cuentan miembros destacados de la aristocracia, empresarios de reconocido prestigio e importantes coleccionistas, en Garbi la discreción es también marca de la casa. «La confianza que depositan en nosotros es un ingrediente más, una pieza importantísima del proceso de fabricación».

El equipo de cinco artesanos de Garbi está compuesto por un culatero, un basculero, un expulsorista, un maestro armero y un grabador. En el taller se emplean los mejores aceros (como el urko que confiere elasticidad y ligereza a los cañones) y maderas de nogal tratadas con tres tipos de picadura y un aceitado especial. El secreto para reproducir la línea y el estilo característicos de la casa está en lo que Barrenechea llama honradez artesanal.

«Nuestros especialistas trabajan con la precisión de un relojero suizo cada una de las 106 piezas de las que se compone una escopeta». Tanto esfuerzo se ve recompensado en el campo. «Durante los ojeos de perdiz se dispara una gran cantidad de cartuchos en un periodo corto de tiempo, y es ahí donde nuestras escopetas marcan la diferencia», asegura orgulloso.

El modelo Garbi de Luxe es la escopeta más especial y demandada. «Con el tiempo se ha convertido en el buque insignia de nuestro catálogo», celebra. Disponible en varios calibres (desde el potente 12 hasta el 28) esta paralela y joya de la corona eibarresa está equipada con las mejores prestaciones: báscula de acero forjado, cañones demiblock de acero cromoníquel, culata de nogal con terminación especial, apertura automática, llaves de doble seguro…

Sobre la báscula, que exhibe su elegante terminación en plata vieja, se pueden hacer todo tipo de grabados: desde el clásico scroll inglés hasta retratos de perros de caza y originales bestiarios. «El proceso de grabado puede durar entre 20 y 150 horas, dependiendo del dibujo. Nuestro grabador José Luis Manzano trabaja a mano con buril y martillo. Utiliza siempre hilos de oro de 24 quilates para garantizar la calidad del acabado».

Un olor inconfundible

Sobrino de uno de los fundadores de Garbi, Jon Barrenechea estudió Gestión de Empresa antes de incorporarse a la plantilla en 2009. «La idea era ir sustituyendo poco a poco a Jesús Barrenechea a medida que se acercaba a la edad de jubilación, pero el relevo nunca ha llegado a completarse del todo, pues su sabiduría e inmensa experiencia siguen siendo a díade hoy absolutamente imprescindibles para el negocio». Asegura que el mejor momento de todo el proceso de fabricación, que dura en total entre seis y ocho meses, es la entrega del arma personalizada al cliente. «Es entonces cuando distingue por primera vez ese tacto tan especial, ese olor inconfundible que nos ha dado fama». ¿A qué huele, por cierto, una escopeta Garbi antes de apretar por primera vez el gatillo? «A cientos de horas de dedicación exclusiva».

La empresa exporta el 80% de su producción a Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Holanda, Suiza, Inglaterra y otros países de tradición cinegética. «Aunque la crisis ha reducido considerablemente las ventas en España, países como China o Turquía no representan todavía una amenaza para la escopeta artesanal de lujo», sostiene, calculadora en mano, Barrenechea. «Turquía se centra más en escopetas de baja calidad mientras que el mercado de segunda mano sí ha tenido un impacto negativo. Quizás habría que plantearse un mayor control y regulación de este tipo de armas». El año pasado, la Asociación Armera (que aglutina a 40 empresas de toda España) celebró su 50 aniversario con un acto en el Museo de la Industria Armera. Según los datos aportados por la agrupación que preside Marta Gómez el sector da trabajo a 1.800 personas (950 sólo en el País Vasco) y facturó 1.100 millones de euros, un 2% más que en 2016.

El relevo generacional es la gran incógnita de un sector que en los años más prósperos ha llegado a producir, sólo en Éibar, 450.000 armas al año. La caza sigue siendo la tercera federación con más licencias de España (332.130, según el último Anuario de Estadísticas Deportivas), después del fútbol y el baloncesto, y por delante del golf, el judo y el tenis. «A la paulatina disminución de la afición por la caza hay que sumarle los problemas derivados del desarrollo tecnológico. Los trabajos artesanales tienden a desaparecer, más si cabe en nuestro sector, donde se requiere al menos de 10 años de aprendizaje para alcanzar nuestros estándares de calidad».

Informa Benjamín G. Rosado para expansion.com


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