El Ayuntamiento de Valladolid retira nidos de paloma torcaz para mitigar la plaga de palomas
El edil se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Barcelona para llevar a cabo un control «ético» de la plaga mediante piensos anticonceptivos y el empleo de rapaces para ahuyentar a las torcaces.
Su huella en la ciudad, miles de corrosivos excrementos de gran tamaño que inundan parques, aceras y mobiliario urbano, se ha convertido en un problema de salubridad al que había que poner solución. Las continuas batidas de Limpieza no son suficientes. El Ayuntamiento de Valladolid, a través de la Concejalía de Medio Ambiente, ha dado inicio a una campaña para intentar ahuyentar a la paloma torcaz, que desde hace cinco años ha encontrado refugio seguro en la capital. La primera medida ha sido la retirada de nidos de los árboles en las zonas en las que se ha detectado mayor población: los parques que rodean la trama urbana, especialmente en la zona oeste, y en los plátanos que jalonan el Paseo de Zorrilla.
El departamento ha contratado a un colombófilo experto, que ha logrado atrapar un total de 754 pichones. Se ha hecho durante los meses de cría y eso mitigará, según sostienen en el departamento, futuras repoblaciones. De hecho, aseguran que esta intervención ya se está notando. La manera de llevar a cabo estas quitas se produce cuando los pollos están crecidos, pero aún no vuelan. De esta manera, se evita una nueva puesta y se garantiza la supervivencia de los pollos, que se han trasladado a Tierra de Campos.
«Hemos hecho un seguimiento durante 2016 en el que se ha concluido que es preciso retirarlas por las molestias que ocasionan a los vecinos, en la terrazas de las cafeterías y por la suciedad que generan», señala la edil del área, María Sánchez , quien llama la atención sobre la dificultad de limpiar ese abundante palomino que generan, a pesar de los esfuerzos del personal municipal, máquinas barredoras incluidas. «Un día lo retiras y al siguiente vuelve a aparecer, porque las palomas regresan a los árboles», explica. La única solución es sacarlas de la ciudad y no es fácil.
El propio alcalde ha expresado en numerosas ocasiones –la última el pasado 2 de julio en la sección en la que contesta a los lectores deEl Norte– el constante trabajo que realizan los operarios a diario para limpiar las calles de excrementos. «Nuestro propósito no se centra solo limpiar lo que esas torcaces ensucian, sino que estamos barajando fórmulas para evitar que las mismas se instalen en nuestra ciudad. Esperamos dar con la solución lo más pronto posible», anunciaba entonces. Y ya parece estar en marcha, aunque habrá que esperar para comprobar su efectividad.
En los próximos meses el Consistorio sacará un «contrato específico» centrado en esta especie de paloma, más desconfiada que la bravía (la más común en el centro de los ciudades). En este último caso, las campañas anuales reflejan el éxito de las capturas a demanda mediante jaulas. En 2015 se lograron sacar de la ciudad 3.466 ejemplares, un año después, 2.625 y en lo que va de 2017 han caído en las trampas otras 3.318 palomas tras los avisos de diferentes comunidades de propietarios, según los datos municipales. El destino de estas aves, que anidan en los edificios y no en los árboles, como las nuevas residentes, también es Tierra de Campos.
Para la nueva inquilina, que se caracteriza por su mayor tamaño, los métodos deben ser otros. Los técnicos del área sumarán a la retirada de nidos, la utilización de rapaces como águilas Harris, gavilanes e híbridos de halcones, que trabajarán en zonas abiertas en horario diurno y nocturno con cetreros expertos. También se plantea la creación de cebaderos en diferentes puntos para poder capturarlas con cepos red y realizar su posterior suelta en zonas abiertas de campo, según explican en la concejalía.
«Control ético»
La edil insiste en que la filosofía de su departamento es llevar a cabo un control de plagas ético. ¿Cómo? Sánchez se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Barcelona para explorar la efectividad de los piensos anticonceptivos, que no esterilizantes, ya que no anulan la capacidad reproductiva del animal, sino que la reducen, lo que disminuye la población de una forma más natural, sin perjudicar, aseguran, a otras especies. En la ciudad condal se han colocado dispensadores de este pienso –la marca comercial más conocida es Ovistop– que se cargan en la época de cría. Barcelona, con un censo estimado de palomas de 85.000 ejemplares, ha comenzado a aplicar este sistema en 2017. Prevé que la población se reduzca el 20 % el primer año y entre el 70% y el 80% después de cuatro o cinco ejercicios.
Informa J. Asua para elnortedecastilla.es