Animalistas feministas apartan a los gallos de las gallinas para evitar «violaciones»

El movimiento feminista animal defiende la colocación de implantes subcutáneos en las gallinas para que no pongan huevos.

Piden no comer huevos de gallina porque son fruto de una «violación» y comparan a las hembras animales con las mujeres.

Redacción | «Los huevos son de las gallinas». Dos animalistas feministas hacen esta afirmación antes de lanzar al suelo dos huevos para que sean las propias gallinas quienes se los coman. Lo hacen diciendo que se los devuelven porque son suyos y aclaran que no están fecundados porque apartaron los gallos de las gallinas para que «no las violaran».

Dos animalistas explican en un vídeo su idea acerca de las gallinas y la puesta de huevos. Para ellas, el hecho de que los gallos y las gallinas copulen es una violación y, por tanto, apartan a los machos de las hembras porque dicen que estas «sufren aunque sea su naturaleza».

Implantes para que no pongan

Las dos animalistas, que parecen encontrarse en una especie de refugio animal, explican que solo tienen una gallina ponedora porque el hecho de poner huevos «descalcifica» a las gallinas y «sufren mucho», afirma una de ellas. Reconocen que la única ponedora que tienen no pone huevos porque «es demasiado mayor». Las otras gallinas han comenzado a poner, pero las animalistas afirman que si lo siguen haciendo durante meses las «implantarán para que dejen de hacerlo».

En el refugio animal «La vida color frambuesa» colocan implantes subcutáneos a las gallinas».

Las aninmalistas consideran que la colocación de implantes es «la mejor opción» para que las gallinas «estén bien y lleven una vida tranquila y digna».

«Feministas contra el abuso»

«A medida que avanza la batalla por el control de la fertilidad de las mujeres y los derechos de los derechos reproductivos, las feministas se levantan contra el abuso y la explotación». Esta afirmación es de la feminista animalistas Michelle Kretzer, que llega a hacer una comparación entre las gallinas y las mujeres. Esta animalista afirma que la gallina «encarnaba «la esencia de la maternidad».

Emplea la comparación entre el ciclo fértil femenino y el de las gallinas en su ciclo de ponedoras, criticando la industria de las granjas avícolas y de puesta de huevos. «Las granjas no ven a las gallinas como personas —afirma Kretzer—: los ven como máquinas de huevos para ser utilizados, manipulados y empujados más allá de sus límites biológicos para ganar dinero».

Con este planteamiento animlista radical, que iguala la fecundidad de las mujeres a las de las hembras animales, PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales) inició un movimiento entre sus simpatizantes para evitar el «abuso y explotación» de los animales, y por ello los animalistas no deben consumir huevos de gallina.