Mi primera becacina, por Jesús Crespo
Fue en uno de esos días de invierno en los que ha helado y el frío cala los huesos, el sol, poco a poco iba saliendo y provocando que la temperatura fuese más agradable. Salí como todos los días con idea de seguir a las perdices, pero al no ver ninguna, pensé que ya habrían llegado las becacinas a las zonas más húmedas y decidí probar suerte.
Tenía una cuenta pendiente con esta especie, la conocía poco, y ya en años anteriores me la habían jugado. Había conseguido levantar alguna, pero sin fortuna en el lance.
Decidido a cobrar alguna becacina esa mañana, me dispuse en la orilla del regato con mi perra hasta que conseguimos levantarla a la susodicha, pero como en años anteriores, la dejé que se fuese sin más sufrimiento que un pequeño susto. Más adelante, la perra sacó otra muy cerca, que consiguió asustarme al levantarse, pero ya había llegado la hora y conseguí abatir mi primera becacina. La perra al principio se mostraba reacia a cobrarla, pero al final, acabo cobrándola y completando el lance que se había prolongado durante varias temporadas.
Hay sólo 1 comentario. Yo sé que quieres decir algo:
Eso se llama persistencia