Safari de luna de miel V

26 agosto, 2011 • Miscelánea

A la mañana siguiente yo me fui solo a cazar facocheros, tengo que decir que los dos primeros, para mi asombro y el de Adam, los fallé, pero es que tirar a un animal corriendo en medio del pasto, viendo solo el rabo como una antena es verdaderamente difícil de dar y además, tampoco son muy grandes.

Después de mucho andar cambiamos de finca. En seguida vimos una hembra adulta con buena boca, nos miraba de frente a unos 180 metros. No me lo pensé y le tire en medio de la frente, no dijo ni pio. Después de cargarla y seguir la marca, no habían pasado ni quince minutos y vimos otro que se alejaba a 153 metros. Adam le silbó y el animal e detuvo, en ese instante le disparé derribándolo. Al acercarnos, el pistero que estaba en una posición más elevada fritó: “big faco” Y yo al verlo, salté del coche en marcha cogiendo al animal por los enormes colmillos mientras gritaba: “¡Mira Gloria, mira Gloria, es enorme!” Adam no podía para de reír al verme tan contento. Recuerdo que al llegar al campamento le dije a Rafa: ¿Has ido a matadero? Me contesto que no y seguidamente le dije: pues ves y verás, tu mastate al padre de los facocheros y yo hoy he matado al abuelo.

Luego, la cacería siguió y nos encontramos una manada de ñus negros. Sin pensárnoslo dos veces, bajamos del coche y nos acercamos lo que buenamente pudimos, usando de tapadera el único matorral que había. Una vez allí, la manada quedaba a 347 metros, y decidimos efectuar el disparo. El animal recibió el tiro bien colocado, pero no calló, con lo que me obligó a repetir el tiro, desplomándose en el acto. De camino a la finca nos cruzamos con el padre de Adam que pregunto cómo había ido, a lo que contesté que bien, pero Gloria, que entiende un poco de inglés, escuchó como el padre le decía que el profesional de Dani ya no sabía qué hacer con él, porque lo fallaba todo y lo tenía aburrido. A la hora de comer, le dije a Adam que yo iría con Dani para que estuviera más tranquilo y le dejaría mi rifle. .

Aprovecho para deciros que yo tiraba con un Browning X-Bolt del cal.300 win. mag. Con la munición norma triple-chok de 150grs, y un visor Burris de 1.5 a 6 x42. Y la verdad es que ningún problema, el equipo cumplió sobradamente.

Aquella mañana Pepe y Oliver mataron un springbuck cada uno y el de Pepe era espectacular. Rafa no cazo nada.

Por la tarde fuimos a por un ñu negro para Dani. No tardamos mucho en encontrar el rebaño y en la primera entrada pudo efectuar el disparo, pero lo falló. Tuvimos suerte, la caza es así y nos permitieron volver a tirar desde el mismo lugar. El profesional seleccionó un ejemplar y Dani volvió a tirar dejándolo malherido, los animales corrieron unos 200 metros y se volvieron a parar. Lo curioso es que los animales sanos, por así decirlo, echaban fuera a cabezazos al herido de forma incesante. Nos acercamos, Dani volvió a tirar y finalmente lo derribo. Mirar cómo estaba de contento el profesional, que hizo fotos de recuerdo con su propia cámara.

A continuación, seguimos cazando a ver si conseguíamos el kudu de Dani. Vimos varios ejemplares jóvenes pero ninguno que valiera la pena. Después del ñu, lo único que se cobró fue un facochero que maté a la carrera, pero para desgracia mía, el profesional se equivoco al evaluar el trofeo y era joven, pero en África, si matas o hieres, pagas igual.

Por la noche, después de cenar estuvimos hablando con una pareja que vino a matar una leona, y durante la conversación, salió el tema de que yo quería matar un daiker. Isidoro, que así se llamaba aquel hombre, me dijo que era difícil. Él llevaba 5 safaris y todavía no lo había cazado y para colmo, con lo alto que estaba el pasto era más difícil. La cosa quedó así sin darle más importancia.

En la mañana del sexto día, yo creía que volvería a ir con Pepe, pero resultó que como vieron que conmigo Dani era más efectivo, volví a ir con él. Fuimos a por el maldito Kudu que nos traía de cabeza. No llevábamos media hora cazando cuando vi un pequeño antílope en medio de la hierba. Le pregunté al pistero si era un daiker, a lo que me respondió que sí. Sin perder tiempo, pegué dos porrazos al campo y el profesional para el coche, le dije: “daiker, yo quiero daiker” El cazador bajó y nos acercamos, lo valoró, me miró y me dijo: “good” Mientras extendía el trípode para que pudiera tirar, no me lo pensé ni un momento, encaré, disparé y el animal desapareció entre la hierba. Corrimos hasta el lugar dónde nos pareció que estaba, puedo decir que aún y siendo un pequeño antílope, las palabras que tuve de Isidora la otra noche hicieron tener más valor al pequeño animal.

Seguimos con el kudu, mientras lo buscábamos, Dani me comentó que le daba miedo dejarlo herido ya que valía 1000€. Se tenían que pagar igual y yo le dije que si quería, para que tirara más tranquilo en caso de que lo hiriera, yo repetiría el disparo para asegurarnos que no se fuera. Así quedamos. Pasadas un par de horas de dar vueltas, vimos dos machos grandes que echaban a correr con un pequeño grupo de gacelas. Como vi que sería difícil hacer una entrada, le propuse al profesional tirar desde el coche a la mínima oportunidad que nos brindaran y así lo hicimos. El profesional dio la orden de parar al coche y Dani disparó hiriendo el kudu con un tiro bajo que le cruzo la pata sin romperla y pasaba 2 centímetros por encima el esternón del pecho. Mientras íbamos a toda leche tras él con el coche, Dani me dio el rifle y me dijo: remátalo. El kudu herido se separó del otro y yo le pregunta al profesional cuál era. Una vez lo tuve claro, le hice parar el coche y sin apoyarme, le tiré los 3 disparos que quedaban en el cargador, pero no calló. Mientras Dani buscaba otra bala para efectuar el cuarto disparo, yo me acomodaba para apoyarme en el capó del coche, cargué y disparé. Todos vimos asombrados como el gran animal caía derribado a 398 metros, pero más asombrado me quedé yo cuando los otros tres disparos también lo habían alcanzado. Al llegar a él todavía se movía y el profesional hizo que Dani lo rematara con dos disparos más a pocos metros de distancia. Al final, ocho balas fueron necesarias para abatirlo.

Después de este lance decidimos ir a comer, ya seguiríamos a la tarde. De los demás, solo Pepe había matado un facochero joven.

Por la tarde decidimos ir a buscar mi cebra, y la verdad, nos costó mucho. A mí no me hacía mucha ilusión, pero a Gloria sí, o sea, que no había nada más que hablar. Tuvimos suerte, encontramos un macho solitario en medio de una llanura y yo le dije al profesional que lo quería tirar más lejos para darle un poco de aliciente al lance, y así fue. El primer tiro calculé mal la caída de la bala y le paso por encima del lomo, pero en el segundo, lo derribé. Al llegar dónde estaba tumbada, se nos levantó y me obligo a realizar un tercer disparo, definitivo.

El resto de la tarde la pasamos intentado que Dani matará un Springbuck. Les llegó a tirar hasta 3 veces, pero no hubo manera. Lo intentamos hasta que la oscuridad nos hizo desistir.

Al día siguiente, todos fuimos a cazar facocheros en una finca de más de 20.000 hectáreas, la verdad es que nos metimos por unos sitios que creía que nos tendrían que venir a rescatar. Dani y yo vimos de todo, desde varanos, jirafas, daikers, springbuks, kudus, elands, orix… Incluso una cobra, de todo menos facocheros. En cambio, los otros tuvieron relativamente más suerte, tiraron un par de facocheros y otra par de chacales, pero he dicho relativamente porque los fallaron.

El último día por la mañana fuimos a buscar un par de springbucks y algún facochero para Dani. Al poco de llegar a la finca, encontramos un buen macho de springbucks, pero cada vez que lo alcanzábamos con el coche, arrancaba la carrera con sus saltos característicos. A la tercera vez de hacernos la jugarreta y echar a correr, a una distancia de 236 metros decidí disparar. Se escuchó el estruendo del disparo y seguidamente el ruido de la bala impactar en la carne (antes de cazar en África no lo había escuchado nunca) y se hizo un silencio en el coche. Me giré hacia el profesional y le dije: ¿Sí, no? Él se echó a reír mientras se arrodillaba quitándose la gorra y haciéndome una reverencia. Me dijo: ·”congratulation Jonathan, gran cazador, gran tirador, increíble”. El resto de la mañana intentamos que Dani matara uno, le tiró cuatro veces pero no tocó ninguno. También nos salió una pelota de facocheros a la que deje tirar a Dani que no había matado ninguno, al ver que él no tiraba, cogí su rifle express de los soportes y tiré yo, con la mala suerte que al quitar la vista de los facocheros para coger el rifle, maté uno pequeño, qué se le va a hacer… De vuelta al campamento para comer y cambiarnos, fuimos a Kimberly a ver el Big Hole. La verdad es que es impresionante, pero tampoco había mucho que ver, así que la visita no duro mucho. Aprovechamos para comprar algunos detalles típicos: imanes, pulseras, llaveros…

Cuando volvimos, salimos a cazar un rato porque posiblemente sería la última salida. Aquella tarde, Dani, Gloria y yo no cazamos y nos fuimos con Oliver a por un blesbuck, Rafa fue a por un springbuck y Pepe a por los facocheros. Oliver estaba preocupado porque en toda la mañana no había tirado ninguno y dudaba que en una hora y media de sol, pudiéramos ver alguno bueno y mucho menos, que le pudiéramos tirar. Pero la caza es impredecible y tuvimos suerte de encontrar 2 buenos con un grupo de ñus. Así es que nos dispusimos a darle caza, fue un tiro limpio a 161 metros. Oliver estaba muy contento porque además de haberlo cazado, se trababa de un trofeo.

Cuando llegamos al campamento, Pepe y Rafa ya estaban allí. El primero no había visto ningún facóquero, y el segundo, había tirado uno y lo dejo herido, lo que significaba que lo debía pagar igualmente, menos mal que no valía mucho.

Nosotros creíamos que una de las noches saldríamos a cazar y como esa era la última le pregunte a Adam, pero me contesto: “¿Para cazar qué?” Esto nos molestó un poco porque más que para cazar, Isidoro (el cazador de la leona) nos dijo que de noche era totalmente diferente, y nosotros lo queríamos ver, pero no tuvieron el detalle…


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