¿Debatimos?
Los discursos emanados por el animalismo están cargados de una irracionalidad impresionante. No se comprende cómo ese mensaje se ha apoderado de tanta gente. Hay un alto índice de desconocimiento, de no sopesar las razones, de nula sensatez.
Son tiempos de permanente hostilidad en los que nos encontramos los cazadores con respecto a los ataques del animalismo radical, tanto en la privación de nuestra actividad, en destrozar nuestros bienes, en desvirtuar nuestros valores y en los insultos y calumnias en las redes sociales.
Creo que es más necesario que nunca el evadirse de los demonios internos y expresarnos en nuestras contestaciones y diálogos mediante unos argumentos de peso y reflexionados. Sé de sobra que no les voy a cambiar su opinión, pero a quien es neutral y lee estos diálogos o contestaciones, sí, seguro.
Los discursos emanados por el animalismo están cargados de una irracionalidad impresionante. No se comprende cómo ese mensaje se ha apoderado de tanta gente. Hay un alto índice de desconocimiento, de no sopesar las razones, de nula sensatez.
Además sucede que estamos en una sociedad que tiende a alinearse con unas siglas, unos colores, un eslogan, en parte creo debido a la incapacidad de analizar, de contrastar y por encerrarse en sus «verdades» innegociables.
Un factor del que también nos estamos dando cuenta es que los dirigentes de las asociaciones, los que son electos en elecciones y los que no pero han cogido cierto peso en RR. SS., no están cómodos, están muy inquietos, y me explico… Cualquier mito o mensaje de estos “líderes” contra la caza, el consumo necesario de carne, sea caza o no, y otros mensajes así, se pueden derribar inmediatamente solo con un libro de la ciencia de la nutrición humana, cualquier libro de historia y evolución del ser humano, con un cuarto de hora con cualquier agricultor con daños de jabalí, conejos, ciervos, torcaces… o con la mirada a los ojos por unos segundos de unos padres o hermanos que han perdido a un ser querido en un accidente de tráfico cuando ha chocado o esquivado una especie cinegética.
Con cualquiera de estos ejemplos se les cae el mito, se quedan en evidencia. Y esto conlleva al enfrentamiento, a las descalificaciones, a la «guerra» en la calle y en RR. SS. contra la actividad cinegética para que caigamos en su trampa, entremos en su juego y le respondamos de manera burda y no entremos en el argumento razonado que explicaba al principio, para que la verdad nunca aparezca, para que la realidad nunca aparezca y sigan sumando fieles.
Esto crea un crispamiento incómodo en la sociedad neutra. Porque la parte de la sociedad que se acerca a estos enfrentamientos no ve normalmente un debate en el que los adversarios dialoguen y argumenten de manera educada o respetuosa con la persona que razona.
Entonces nosotros, si no cambiamos, si no corregimos la manera de enfrentarnos, formaremos parte del problema y seguirán comiéndonos terreno.
Y esto acaba de empezar, la expansión de partidos animalistas se hace notar. Ya hay representantes públicos animalistas en Holanda, Portugal, Alemania, Reino Unido y Australia. En otros países ya se están organizando y fundando nuevos partidos de vertiente moral animalista, como por ejemplo Bélgica.
Por lo tanto nos hace falta debate, razón, preparación, ideología, ciencia… sin estos factores aplicados no se puede cambiar nada.
Antonio Gallardo Romero
Hay sólo 1 comentario. Yo sé que quieres decir algo:
Cuando ustedes quieran, debatimos.