José María Mancheño: «Los cazadores nos sentimos criminalizados pero en realidad generamos vida»
«Se maltrata más a los animales en las ciudades que en los núcleos rurales, el cazador quiere a sus perros como a su familia», afirma el presidente de la Federación Andaluza de Caza.
«Queremos que la montería sea Patrimonio Cultural» La FAC ha recabado el apoyo de 209 ayuntamientos y cuatro diputaciones provinciales
«Queremos que la montería sea declarada Patrimonio Cultural de Andalucía», anuncia José María Mancheño, presidente de la Federación. Se trata de una modalidad de caza mayor (sobre todo, ciervos y jabalíes) donde los cazadores están en puestos fijos y las rehalas baten el campo para levantar a los animales. Se remonta a la Edad Media y se ha mantenido casi igual hasta ahora. «Es una tradición que se conserva casi intacta. Un historiador de la Universidad de Sevilla, Pablo Palenzuela, analizó la cuestión y no sólo cumplimos los requisitos de la ley autonómica, sino el canon de la Unesco para el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad». Ya se le ha pedido formalmente a la Junta y el proceso ha pasado el primer filtro. «Lo tenemos que conseguir porque cumplimos la ley», afirma. Ya han recabado el apoyo de 209 acuerdos de pleno en ayuntamientos y cuatro diputaciones provinciales (la de Málaga todavía no lo ha hecho).
Los cazadores están recibiendo tiros metafóricos casi a diario. ¿Se sienten demonizados?
Sí, claro, y yo diría más, nos sentimos criminalizados, porque se nos atribuyen comportamientos, actitudes, hechos y gestos que no tienen absolutamente nada que vez con la caza, sino que son prejuicios que se vienen arrastrando desde hace años desde sectores animalistas o los mal llamados ecologistas. Sí, demonizados, criminalizados, y de manera injusta, porque la caza es mucho más que lo que desgraciadamente aparece en los medios de comunicación en general, donde sólo aparecemos por hechos luctuosos, cuando fallece un cazador o cualquier desaprensivo hace una barbaridad, ya sea con un perro o con una especie protegida. Es mucho más. En Andalucía hay 180.000 licencias, hablamos de una población muy importante que desarrolla su actividad con normalidad. Evidentemente, hay desalmados, como en todos los colectivos.
Esos desalmados de los que habla hacen mucho daño, y uno de los elementos que más se visualiza es el abandono de perros. Las protectoras se quejan del descontrol y de que casi todo lo que les llega son perros de caza.
Eso es absolutamente incierto. Para tener un perro se nos exige igual que a cualquiera, incluso el nivel de exigencia es más alto, porque somos más visibles en su uso, porque los necesitamos. Nuestra actividad está altamente fiscalizada por los agentes de Medio Ambiente y la Guardia Civil, y tienen que ir con todos los papeles. Dentro del colectivo puede haber algún desalmado, que abandone, que maltrate, que mate, pero igual que en cualquier otro. Febrero es un mes crítico, porque los animalistas y los mal llamados ecologistas lo utilizan para, coincidiendo con el final de la temporada, decir que aparecen ciento y pico mil perros abandonados por cazadores, galgos ahorcados, etc. Con el observatorio de la fundación Affinity, que no es sospechosa de ser cercana al mundo de la caza, no les salen los números. Son datos demoledores: entre las causas de abandono, el final de la temporada tiene un porcentaje menor del 13%. Por tanto, hay un 80% que no es cosa nuestra. El mayor abandono se produce después de la Navidad y en verano, y precisamente en esas fechas ya se caza.
Entonces, ¿por qué las protectoras están llenas de perros de caza?
Las razas típicamente de caza no son exclusivas de los cazadores. Conozco gente que no es cazadora y tiene setter, bracos, teckel… El hecho de que un perro sea de raza de caza no quiere decir que sea patrimonio exclusivo. Entiendo que en un colectivo enorme como este siempre te vas a encontrar desalmados, pero la manta de criminalización y demonización es injusta. El animalismo es una corriente político religiosa, como yo la llamo, que actúa con mucha agresividad, rozando muchas veces los delitos de odio en las redes sociales. Vamos a intentar que se reforme el Código Penal para elevar las penas por las barbaridades que nos dicen. El sector cinegético, en los últimos diez o quince años se ha modernizado mucho, las entidades estamos invirtiendo en formación e información, el cazador es moderno, hemos avanzado. La foto del galgo colgado es la misma desde hace 20 años y los números que dan son siempre los mismos. Estoy seguro de que se maltrata más a los animales en las ciudades que en los núcleos rurales, y Affinity lo dice claramente. Hay muchos prejuicios contra las rehalas, que están sometidas a un control importante por parte de Sanidad Animal. Hombre, si piensas que el perro tiene que estar sentado en el sofá de tu casa siempre creerás que el de un cazador sufre. Pero los perros disfrutan más en el campo cazando conejos que en el sofá. Lo más lamentable es que nunca vamos a llegar a un punto de entendimiento con ellos.
¿Por qué cree que tanta gente está en contra de ustedes?
Hay muchos mitos, como el que nos neguemos a la esterilización o el de las camadas indiscriminadas, o que se ahorque a todos los galgos al terminar febrero. Es mentira y no pueden demostrarlo. Te puedes encontrar casos en un colectivo tan grande, pero no es el patrón común. El cazador quiere a sus perros como a su familia, he visto a gente llorar porque han perdido alguno, y eso es generalizado. Los tienen cuidados al máximo, aunque, eso sí, los utilizan para algo que mucha gente no entiende, porque puede resultar cruento. No hay abandono ni maltrato indiscriminado, todo eso son mitos y el mundo de la caza tiene difícil levantarlos. Es triste y hay que decirlo: cuando planteamos a entidades hacer estudios sobre esto, nos dicen que no quieren colaborar. Muchas veces, temo citar el observatorio de la fundación Affinity porque es ponerlo en el punto de mira, pero es sumamente objetivo y nos da unos datos que nos vienen muy bien.
«¡Somos gente normal, padres, madres, hijos! No queremos adeptos, sólo queremos respeto» Críticas
Ya hemos visto la perspectiva negativa, pasamos a la positiva. ¿Qué aporta la caza a la sociedad?
Le doy un dato: el 82% de Andalucía es territorio de caza. A nivel económico, estamos pendientes de un estudio, a través de nuestra fundación, Artemisan, que está haciendo Deloitte. En Andalucía estimamos que en temporada, que es de seis a siete meses, según las modalidades, se mueven unos dos mil millones de euros, con entre 40.000 y 60.000 empleos. En algunas zonas de la Comunidad, como Sierra Morena o la Sierra Norte de Sevilla, sin la caza se morirían. Cotos, seguros, comida para perros, ropa, hoteles… es un mundo enorme que mueve miles de millones de euros. La caza es muy importante en el mundo rural y fija la población, da vida a los pueblos.
«Actúan con mucha agresividad, rozando los delitos de odio en las redes sociales» Animalistas
¿Y sus repercusiones ecológicas?
La caza es una herramienta importante para la conservación del medio ambiente. Más de medio millón de hectáreas propiedad de la Junta de Andalucía las gestionan a día de hoy las sociedades de cazadores de los pueblos, por concurso. Ya hemos superado con creces a la industria del corcho y nos acercamos a la del aceite, a nivel económico. Es una herramienta de gestión para el control de enfermedades y la densidad de las poblaciones de las especies cinegéticas. Málaga, Sevilla y Cádiz tienen un problema –que no trasciende– con la sobrepoblación de jabalíes, no sólo por los accidentes, sino por el hecho de que el cerdalí (cruce de especies de cerdo y jabalí) pueda entrar en la cadena trófica humana y afecte a la exportación de porcino. Eso se está controlando con la caza. Las poblaciones de jabalí van hacia arriba porque se adapta muy bien al medio, no tiene depredadores naturales y se aparea con el porcino doméstico. Es un foco de infecciones y cruces anómalos. Desde hace cuatro años, la Junta está declarando emergencia cinegética por daños en estas provincias. También eliminamos ejemplares enfermos de cabra montés, y sirve para recuperar flora autóctona en caso de incendios, en sitios donde hay sobrecarga de fauna. Pero no se mata lo que cada uno quiera. La gente tiene que saber que todos los cotos tienen un plan técnico, una planificación, que dice qué especies se pueden cazar, cuántos ejemplares y cuándo. No se puede cazar lo que te da la gana, es una actividad muy reglada. Además, las sociedades hacen jornadas para la limpieza del monte y planes de recuperación de especies. Hoy en día, las especies de caza menor no existirían si no fuera por los cazadores, nadie ha dedicado tanto esfuerzo y dinero a sostener las poblaciones, porque nosotros queremos que siga. Hay miles de comederos, de bebederos, transporte de agua en momentos de sequía, en verano; y a muchos no los cazamos, sino que se los come el águila o el lince. Generamos vida.
«Controlamos la sobrepoblación de jabalíes y evitamos que el cerdalí entre en la cadena trófica» Función ecológica
¿Es una actividad elitista?
El cazador andaluz por norma es de alpargata, escopeta y perro. Y somos un reflejo de la sociedad: en el campo te encuentras a un juez, un político, un abogado y un médico, pero también a un desempleado. Es una actividad que se ha socializado totalmente, incluso aquella parte que estaba vedada a la gente menos pudiente, como la caza mayor, se ha abierto porque la Junta apostó por facilitar el acceso. Además, la mujer tiene cada vez más protagonismo, y son más entendidas que muchos de nosotros. Aquí conviven mayores, jóvenes y niños.
¿Qué están haciendo para contrarrestar la mala imagen que tienen?
De puertas para adentro, apostamos por un cazador formado e informado. Queremos demostrar realmente lo que hacemos. Tenemos varias campañas y una que está teniendo mucho éxito se llama Mi perro es de caza. La iniciamos hace cuatro años con muchísimas dificultades, algunos colegios nos cerraron las puertas por el hecho de ser cazadores; pero poco a poco hemos conseguido entrar y les contamos a los niños qué significa el perro para un cazador, y hacemos una exhibición práctica de adiestramiento, sin armas. El año pasado llegamos a 1.500 estudiantes. Poco a poco, vamos penetrando entre la gente más joven y en el mundo de la docencia, donde nuestra actividad está lamentablemente mal vista, frente al discurso de Bambi. También hemos creado la fundación Artemisan, para mostrar la realidad de la caza a nivel económico, social, cultural, etc. Vamos a salir del armario porque la época del miedo ya pasó. Que critiquen lo que quieran, nosotros vamos a contrarrestarlo con información y sin insultos. El mundo de la caza se está reivindicando a sí mismo porque ¡somos gente normal, padres, madres, hijos! Y no eso que nos dicen. No queremos adeptos, sólo queremos respeto.
Informa diariosur.es
Hay sólo 1 comentario. Yo sé que quieres decir algo:
supongo que no se refiere a cosas como estas, que suceden en cada villa, municipio, pueblo y ciudad de España, no?
https://elpais.com/elpais/2018/02/26/mundo_animal/1519635769_902429.html