Más de 5.000 focos en Extremadura de la enfermedad que mata a las encinas
Las primeras señales de alarma surgieron a finales de la década de los 80 del siglo pasado, cuando aún se desconocía el agente causante, y hoy ya existen más 5.000 focos detectados. Es la «seca», la enfermedad que mata a miles de encinas cada año. Desde el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura advierten de que si no se mitiga o controla, esta enfermedad puede poner en peligro un ecosistema como la dehesa. La solución es muy compleja porque el problema lo causa un hongo que vive en el suelo y ataca a las raíces de los árboles.
La dehesa, ese ecosistema único creado por el hombre hace miles de años, se enfrenta en las últimas décadas a la enfermedad de la seca, un mal que puede ponerla en peligro y para el que, treinta años después de que saltaran la primeras alarmas, sigue sin existir «una estrategia clara de control».
Así lo indica la coordinadora de un proyecto integral para el control de esta enfermedad que provoca el decaimiento y muerte de las encinas y alcornoques, María del Carmen Rodríguez, representante del Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (Cicytex).
Se trata de definir diferentes técnicas de control de la seca en encinas y alcornoques que, manejadas de forma integrada, permitan desarrollar estrategias de prevención y mitigación de los daños que esta enfermedad ocasiona en la dehesa, principalmente en Extremadura y Andalucía.
Aunque las primeras señales de alarma en torno a este mal surgieron en 1987 o 1988, no fue hasta los años 90 cuando se identifica el patógeno causante de la enfermedad, la Phytophthora cinnamomi, un hongo que daña la raíz del árbol y que, «una vez que se ha establecido en el suelo, es muy difícil de erradicar», explicó María del Carmen Rodríguez.
Desde entonces, la progresión de la seca ha ido a más. Así, según el Observatorio de La Dehesa de la Junta de Extremadura, mientras en el año 2000 se contabilizaron en la región 450 focos con síntomas de decaimiento o seca, actualmente existen más de 5.000 focos.
Además, se estima que el ritmo de crecimiento anual de la enfermedad en la región puede estar en torno al 0,16 por ciento, lo que «no es ninguna broma», según Rodríguez.
La investigadora de Citycex se niega a utilizar términos como «cáncer de la dehesa» por el miedo o la alarma que pueden generar, pero reconoce que, si la seca no se mitiga o controla de alguna forma, sí puede suponer un peligro para este ecosistema. De hecho, también apunta que los propietarios de fincas afectadas por la enfermedad «están muy preocupados», porque «agobia mucho el encontrarte con que esto va avanzando y que en un tiempo se te van 50 o 100 hectáreas de una dehesa».
En las investigaciones sobre la seca, en las que Extremadura es líder, hay todavía muchas incógnitas, aunque ya se sabe, según María del Carmen Rodríguez, que «hay factores que están asociados y que están favoreciendo el daño», entre los que se encuentran «el envejecimiento de la dehesa, la falta de regeneración, factores de gestión y de manejo». Ello va asociado «a episodios de sequía quizás un poco más prolongadas o más frecuentes que en otras ocasiones, seguidas de episodios de lluvias fuertes».
En este proyecto trabajan 24 investigadores de distintos ámbitos pertenecientes a este centro y al Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa) de Andalucía, así como de las universidades de Extremadura y Córdoba y la empresa Tragsa.
Se aborda así el problema de forma multidisciplinar por parte de fitopatólogos, biotecnólogos o expertos en producción forestal o mejora vegetal, con un presupuesto de 496.000 euros, financiados por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA). Rodríguez considera que la seca es «un problema tan complejo que no va tener una solución única» y reconoce que hasta el momento lo único que han podido hacer es recomendar medidas para que no haya dispersión del patógeno.
Informa Jero Díaz para hoy.es