Salve Montera

8 octubre, 2010 • Caza mayor

Dios te salve, Virgen de la Cabeza, Reina y Madre de misericordia, que desde las solanas del Jándula, Atalaya sois de las cumbres incómodas. Vida, Dulzura y Esperanza nuestra en la grandeza de vuestro altar serrano, que cierran en columnas de rocas enmontadas los peñones del Tamujar y del Rosalejo, sobre los azules retablos de la Sierra Madrona. Dios te salve, Patrona de los viejos monteros. A tí llamamos, Señora de las pedrizas y de las umbrías, los desterrados hijos de Eva, que ven en Vos la luz inmaterial que ilumina los riscos.A tí, suspiramos, Patrona de los portillos y de las manchas, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas, que a tus pies dividimos para tu patronazgo en esos valles del Estena y del Bembézar, del Bullaque y del Sardinilla, del Jándula y del Guadiana, que en el mapa de España mosaico son de nuestra humilde ofrenda.

Ea, pues, Señora, Abogada nuestra, desde tu alto Santuario, laureado y castrense, bendice aquellos suelos que tu mirar sencillo endulzó siempre y cierra desde la áspera negrura de Los Alarcones y El Contadero, hasta la sonrisa soleada de Valdelagrana y el Socor, el garabato femenino de tu bendición generosa.

Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordioso, para que la fuerza de tu amparo se extienda a los lejanos alcornocales de Hornachuelos y de la Sierra de San Pedro; a los bravíos montes de Ciudad Real y Toledo; a los sabinares de Castillejo de Robledo, a las nieves del Pirineo y de Cantabria, donde unos hombres de buena voluntad, adorando a la creación entera, en Tí adoran a la más alta y tierna de las criaturas. Y después de este destierro, Virgen Santa de Andújar, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh Clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh Dulce siempre Virgen María! Protege a cuantos aman las soledades que te sirven de manto y el aire puro que es corona de luz en tu Santuario.

Ruega por nos, Santa Madre de Dios, par que seamos dignos de alcanzar tus mercedes en el servicio de los caballerosa regla de intemperies, que ya condujo a Eustaisio el Romano, a Germán el Galo y a Huberto el de Aquitania, por la senda que lleva a gozar de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Dios te salve, Virgen de la Cabeza, Reina y Madre de misericordia, quedesde las solanas del Jándula, Atalaya sois de las cumbres incómodas.

Vida, Dulzura y Esperanza nuestra en la grandeza de vuestro altarserrano, que cierran en columnas de rocas enmontadas los peñones delTamujar y del Rosalejo, sobre los azules retablos de la Sierra Madrona.
Dios te salve, Patrona de los viejos monteros.A tí llamamos, Señora de las pedrizas y de las umbrías, losdesterrados hijos de Eva, que ven en Vos la luz inmaterial que iluminalos riscos.

A tí, suspiramos, Patrona de los portillos y de las manchas, gimiendoy llorando en este valle de lágrimas, que a tus pies dividimos para tupatronazgo en esos valles del Estena y del Bembézar, del Bullaque y delSardinilla, del Jándula y del Guadiana, que en el mapa de Españamosaico son de nuestra humilde ofrenda.

Ea, pues, Señora, Abogada nuestra, desde tu alto Santuario, laureadoy castrense, bendice aquellos suelos que tu mirar sencillo endulzósiempre y cierra desde la áspera negrura de Los Alarcones y ElContadero, hasta la sonrisa soleada de Valdelagrana y el Socor, elgarabato femenino de tu bendición generosa.

Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordioso, para que la fuerza detu amparo se extienda a los lejanos alcornocales de Hornachuelos y dela Sierra de San Pedro; a los bravíos montes de Ciudad Real y Toledo; alos sabinares de Castillejo de Robledo, a las nieves del Pirineo y deCantabria, donde unos hombres de buena voluntad, adorando a lacreación entera, en Tí adoran a la más alta y tierna de las criaturas.
Y después de este destierro, Virgen Santa de Andújar, muéstranos aJesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh Clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh Dulce siempre Virgen María!Protege a cuantos aman las soledades que te sirven de manto y el airepuro que es corona de luz en tu Santuario.

Ruega por nos, Santa Madre de Dios, par que seamos dignos dealcanzar tus mercedes en el servicio de los caballerosa regla deintemperies, que ya condujo a Eustaisio el Romano, a Germán el Galo ya Huberto el de Aquitania, por la senda que lleva a gozar de laspromesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.


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