El Fantasma, relato de Juan Pablo Esteban

27 agosto, 2013 • Miscelánea

Después de casi un mes de vigilar sus entradas y salidas de una zona muy tupida decidí esperarlo, aun sabiendo que el aire me podía jugar una mala pasada y que no tendría la ayuda de la luna. Había tomado por rutina ir a tomar su baño de barro y luego salir atravesando la viña que tenia a mi espalda pasaba a la derecha del puesto como a tres metros. Me quedaban tres noches de espera, antes de que el permiso concluyera y estaba dispuesto a vivir debajo del roble si hacía falta. La primera noche nada, cuatro horas y para casa, entró mas tarde, la segunda noche más de lo mismo………..

el fantasma de Juan Pablo Esteban

La tercera noche estuve a punto de desistir pero tenía que intentarlo así que allá fui, a las nueve de la tarde en el puesto, (no, no vi el partido Barcelona- Real Madrid, la espera y la caza, para mi superan en mucho cualquier partido de futbol) aire oeste y a ratos sur oeste, perfecto. Aunque no hubiera luna pensé, no me hará falta en cuanto lo oiga allá le va una píldora del 300…. Iluso de mí. A eso de la una el viento se paro del todo , se oía el cárabo a lo lejos y el roer de algún ratón a mis pies, la noche oscura , y el fondo de mi puesto oscuro, de repente veo una silueta 15 m de mi » eso es el jabalí » pensé, «no puede ser pero si no lo he oído llegar entre la hojarasca de los robles, es igual , allá que le va” , con sumo cuidado empiezo a levantar el rifle enciendo la retícula encaro y cuando el haz de luz ilumina el escenario……. NADA¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

apago rápidamente pero ya es tarde, lo oigo tronchar ramas y broza por dentro de la espesura. No sabía que pensar si me lo había imaginado lo había soñado o me habían engañado mis ojos de tanto querer verlo, me levante temiéndome lo peor……. allí estaban sus huellas, lo había tenido en mis narices  y no lo había sentido ni tan siquiera en su huida ni el típico bufido ni nada, se limito a cruzar el claro y esconderse.
Al menos se que estuve a punto de engañarlo, hubiera sido mi segundo jabalí a la espera en menos de un año que llevo enganchado a esto. Al parecer hemos roto relaciones, no ha vuelto a entrar al barro en cuanto me concedan un nuevo permiso, intentare quedar con el alguna noche…… de momento me ha ganado por mi torpeza, la próxima vez habrá que espabilar.

Paso  un mes desde el linternazo y no había vuelto a entrar al cebadero andaba por los alrededores pero manteniendo las distancias, ya casi había perdido toda esperanza de poder hacerme con él. Mis paseos hasta su querencia ya se habían convertido en un acto de fe y de disfrutar de la naturaleza de aquel paraje tan desconocido por mi hasta entonces. Decidí poner la trailcam, pero rehusaba de aquel entorno y solo una noche conseguí grabar su sombra a unos 20 metros, nada nítidos para poder valóralo.

Hace unos días y con la vuelta de los calores reconocí sus huellas en la arena movida y seca de la viña y en unas bañas que agonizaban, lo mismo que los renacuajos que habían nacido en ellas. Cuando en uno de mis paseos descubrí, una gran mancha de aceite quemado en el suelo y la evidencia de que estaba entrando allí  decidí cambiarle el puesto y colocarle la cámara de nuevo. Esa misma noche lo pille y me ilusione pues tenía buen trofeo, pero algo lo espanto de una manera sobrecogedora. La siguiente noche no entro.

Es viernes, tengo todo preparado esta noche iré de espera. Dejo el coche a una distancia considerable para no levantar sospechas y a las 9 llego al puesto preparo los cachivaches y a esperar. El aire, flojo, me es favorable mi puesto está a unos 40 m del cebadero unos dos metros más alto, a mi derecha una viña recién labrada muy arenosa de un tono blanquecino , detrás del cebadero unas escobas y  unos robles salpicados con encinas de porte bajo. A mi izquierda una chopera llena de zarzas y fresnos que hacen imposible que allí entren personas, donde presumiblemente se encama.

Tres zorros del año comienzan sus correrías nocturnas y me sacan una sonrisita, viéndolos jugar con un pañuelo de papel, que graciosos. Empiezan los mosquitos a molestar y las ranas comienzan a dar la murga, junto con el gutural sonido del chotacabras que consigo ver a pocos metros de mí. Llegan las dos de la madrugada y no consigo ver nada pues la luna se escondió hace media hora, cinco horas ya es demasiado me voy para casa, recojo todo con el mayor sigilo y me retiro  vencido y cabizbajo, pensando  en que lo mismo tardare un mes en volver a verlo como paso la última noche que nos encontramos debido al tornillazo que pego dos noches antes, sin saber por qué.

Sábado por la mañana me acerco al puesto y a una distancia de unos 20 m veo que ha movido las ramas con las que tape el aceite, para no tener problemas con la autoridad, pues aunque yo no la vertí allí me pueden denunciar y no quiero líos .Llegan las nueve de la noche y allí estoy otra vez parece que no me he movido de allí en dos días, reconozco plantas objetos y formas del terreno a la perfección.

Ya están los zorrillos en danza y rezo para que no se acerquen más pues me pueden detectar y preparar una escandalera y dar al traste con todo. Mamá zorra apresa un conejo y la chilla los atrae como las moscas a la miel, nunca me había alegrado tanto de la muerte de un conejo a manos de la raposa, pero……… a la fuerza ahorcan. Pasan las horas y siento un movimiento de vegetación a mi derecha, no le doy importancia.

A eso de la una de la madrugada el sueño y el cansancio comienzan apoderarse de mí, “los 106 km en bici de esta mañana me están pasando factura”, pienso. Bebo agua y cuando dejo la botella veo que una mancha negra  atraviesa la viña de mi derecha hacia el cebadero, el corazón se me acelera  fijo la vista y tapo la luna que tengo enfrente con la visera para poder ver más nítidamente…. Es el….

Levanto el rifle, y lo veo salir del cebadero, en la dirección por donde había venido, será cab… pero si no le ha dado tiempo ni a  retozar, en apenas 15 segundos ya estaba otra vez de vuelta. Con decisión y aplomo coloco el rifle sobre la horquilla enciendo la retícula y lo meto en la cruz, en ese instante la botella de plástico hace un ruido como un “clap”  y el jabalí se para, enciendo la linterna y boooooouuuuuuuummmmm!!!!!!

No lo tumbo y no lo veo , solo siento romper el monte en una lindera de unos 20m de ancha que hay junto a la viña, no me puedo creer que no le haya dado, me calmo un poco recojo las cosas y pasado un cuarto de hora que se me hizo eterno voy con la linterna de cabeza y el rifle en ristre a ver si hay sangre, la encuentro rápido, por la forma y las manchas tiene un tiro en los pulmones, rodeo la lindera para ver si la atravesó , no hay huella de salida, como me da un poco de …… entrar en la mancha busco por la linde de la macha  con la viña haber si ha vuelto sobre sus pasos más abajo hacia el regato pero no hace falta , debajo de una encina en un claro lo encuentro muerto después de 20 minutos interminables de pisteo, y eso que no había recorrido 30 m desde el disparo , pero los nervios y el miedo a que estuviera malherido hicieron el pisteo largo y emocionante.

El trofeo es lo de menos pero esperaba más, pues en las fotos  de la cámara parecía bastante más, lo mismo este era uno de paso, de cualquier modo la historia de”El fantasma” se termino……….. ¿O no?

Relato de caza participante en el concurso organizado por Cazaworld, autor Juan Pablo Esteban.

 


3 comentarios. ¿Quieres agregar algo?:

  1. aquilino dice:

    emocionante

  2. mario garcia puente dice:

    me gusto mucho este relato

  3. luis dice:

    Muy buen relato entretenido y intenso

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *