Diez días soñados por cualquier esperista de Alberto Garre

31 agosto, 2013 • Miscelánea

Este relato, es la prueba fehaciente de que algunas veces, y digo bien, solo algunas veces, Diana se conjura a nuestro favor de manera total, formando una especie de simbiosis casi perfecta entre el depredador y el medio.

Esta es la historia de 3 esperas repartidas en 10 días que dio los resultados que a continuación se relatan.

Meses de junio y Julio de 2013, en nuestro coto de Murcia. Después de hacer unas cuantas esperas con pocos resultados en Mayo y primera quincena de junio, y de aguardar pacientemente a que terminaran de segar a altitudes mas bajas, empieza a haber bastante movimiento en nuestra zona, situada a unos 1500 metros de altitud, siendo, pues, nuestras siembras, las ultimas en recoger. Intensificamos las esperas y las hacemos mas largas, esperando, expectantes, que se nos cruce por la cruz del anteojo ese suido solitario y esquivo…

  1. 29 de Junio, 2013.

Subimos una vez mas a nuestro coto para pasar un rato en compañía del silencio , las estrellas y una luna alcahueta que no se deja ver. Revisamos las diferentes posturas buscando algún rastro que nos delate la presencia de jabalíes. Miramos en los distintos bancales esparcidos por la finca buscando esas pisadas, mascujos, u hozados que nos “chiven” el paso de un buen macareno o simplemente esa piara juguetona a la que la cochina, sin duda, regañará en mas de una ocasión.

Las aguas naturales están tocadas, pues, aunque se ha hecho de rogar, el calor empieza a hacer su aparición, por lo que los cochinos empiezan a tomar asiduamente esos baños de barro de los que tanto gustan. Se nos hace tarde así que cubrimos el mayor territorio entre los tres: mi primo Alberto se pondrá en su puesto, esperando que algún guarro se acerque por allí a degustar ese panizo con el que los tiene engolosinados. Mi padre, Juan, elige un agua muy tomada y querencial esperando también que haga su aparición en la noche alguna piarilla o solitario, contando con lo que apretó calurosamente el día. Yo por mi parte me dirijo al agua, ese agua solitaria y abandonada por el hombre que la hace remanso de paz para animales, y también para mi, no aficionado a las posturas cerca de emplazamientos que habitúe el ser humano.

Después de dejar a mis compañeros en sus respectivos sitios me acerco a un kilómetro aproximado de la postura que tengo pensado hacer, y dejo el coche allí, equipándome y dirigiéndome hacia el agua elegida.

Llego a la base del pino elegido sin acercarme al agua que adivino tocada, saco la cuerda que llevo en el macuto y, atando un extremo a mi muñeca y otro al cañón del rifle, y con el macuto a cuestas, subo a las ramas que me servirán de postura. Coloco los cabos de la hamaca a las ramas elegidas para tal fin y me acomodo lo mejor que puedo, pues son las 9:20 y hemos quedado en levantarnos a la 1:00.

La postura se las trae. Estoy colgado a unos 10-11 metros de un pino colocado a unos 3 metros del fondo de un barranco desde su base, elegí esa postura en su momento pues ponerse en el suelo en el fondo del barranco hubiera sido infructuoso en todos los casos, pues me ventearían de forma segura. La única manera de hacer una espera en este agua con alguna garantía, residía en dicho pino, por lo que busqué la manera de colgarme en él; la altura se encargaría de mitigar o anular mi olor.

Tengo el agua en un socavón del testero de enfrente, y en el mismo fondo del barranco, se entrevé, desde lo alto de mi apostadero, bastante tocada. Veremos a ver…

Para mi sorpresa, y al poco de instalarme, empiezo a oír ruidos en el monte de animales que cruzan en todas direcciones, desde el testero de mi izquierda y por el de mi derecha, pero ninguno se deja ver, por lo que no puedo identificar con certeza de que animales se trata, de todas formas me estoy divirtiendo de lo lindo, pues los movimientos son casi continuos, habiendo intervalos de calma que no pasan de los 10 minutos, obligándome placenteramente a estar con el sentido del oído al 100%.

A las 11 mas o menos empiezo a oír ruido de monte. Localizo el sonido en el testero de mi derecha, mas bien alto, lo que sea se dirige, perdiendo altura en diagonal, justo hacia la charca…

Poco a poco oigo el ruido de hojarasca y algún palo/piedra bastante mas claro, pero no oigo tomar viento, ni gruñidos, ni nada que delate la presencia de algún cochinete majo. Pienso en ese momento que podría ser un solitario y me preparo para recibirlo.

El animal pierde altura y se deja caer al agua por mi derecha, pasando un poco de la altura del agua. Busca la trocha que ya tienen hecha de muchas ocasiones y se deja caer al charco con la intención de refrescarse. Con sumo cuidado le quito el seguro al rifle, en esta ocasión  he elegido el CZ 9,3×62 y espero a que de la cara desde el monte espeso. Lo oigo bajar desde el testero hasta el fondo y seguidamente oigo el agua removerse… Encaro el rifle y doy la luz, ahí esta. Marranete que adivino de unos 50 kilos, pero tengo una duda, no se si va solo, antes se me antojó oír mas ruido, aunque leve, mas a mi derecha. Dudo otra vez, pero decido que ha entrado solo y que estos animales solo dan una oportunidad. ¿Y si se va y resulta que es un machete aparente?. No lo pienso mas. Meto la cara en el visor y, apuntando a su paletilla, le envío una bala norma punta de plástico de 18,5 gramos. No dice ni pío, cae como un trapo dentro de la misma charca.

Al tiro, otro animal situado a mi derecha un poco pasado ya hacia detrás de mi, sale en estampida por en medio del monte. Chasco para mí, era una piara compuesta por dos compañeros…

A la 1 me bajo del pino y me acerco al animal abatido. Intento sacarlo del socavón del charco, pero cargado con el rifle y el macuto no hay manera de llegar hasta él, por lo que me descargo y tiro de él hasta sacarlo de allí. He matado una cochina de unos 40 kilos. Algo molesto conmigo mismo me digo que ese animal no se queda en el monte, lo mínimo que puedo hacer para mostrar respeto es arrastrarla hasta el coche para llevarla a casa y “hacerla carne” de esta manera su muerte no será en vano y mi conciencia quedará limpia.

Sin pensarlo dos veces la arrastro con la cuerda fuera del barranco, hacia un camino abandonado que queda a unos 20 metros. Una vez allí cargo con las demás cosas y tiro de ella hacia donde está el coche. Me lo tomo con calma puesto que me queda un recorrido de unos 800 metros antes de llegar al vehículo.

Tras veinte minutos de forcejear con la cochina por medio del monte y los sembrados que quedan cerca del coche, consigo llegar hasta la base de éste un poco cansado, pero satisfecho. Volteo al animal al maletero del coche y me dirijo a recoger a mi primo y mi padre que me están esperando en el punto de reunión acordado. No han oído el tiro, por lo que se sorprenden mucho cuando les insto a que echen una ojeada a la maleta de mi coche.

Al día siguiente la hice carne, la misma que esta reposando ahora en mi arcón frigorífico a la espera de tener un poco mas para hacer chorizos y salchichones bien ricos. Fue una espera la mar de divertida y aprovechada.

  1. 4 de julio, 2013.

Empieza a hacer algo de calor, aunque no mucho, y las siembras están en plena efervescencia. Teniendo en cuenta la afluencia que tuve en el agua hace unos días, y tras haber intentado ponerme en una lengua estrecha de siembra rodeada de monte con garantías de ver algo, decido repetir la postura del agua sintiendo que es algo mas difícil el volver a repetir los resultados del día anterior, pero, la caza es impredecible, así que con la ilusión intacta, aunque algo mermada, me dirijo al pino de la postura, convenciéndome a mi mismo de que el otro día hice el menor ruido posible al salir de allí con la cochina.

Llego a la postura a las 21:20 algo acalorado por el kilómetro de camino que he tenido que hacer andando para llegar hasta allí. Me descuelgo el macuto y repito la misma operación de hace 5 días. Llego a la copa del árbol y lo coloco todo disponiéndome a colgar la silleta. La saco del macuto, la deslío y comienzo a atar el primer ramal a una de las ramas. Cuando estoy en ello comienzo a oír “ruido de monte” por la cara izquierda del barranco…

Naturalmente pienso que con el ruido que estoy haciendo, aunque leve, es poco posible que sea un jabalí, así que me quedo a la expectativa esperando a algún visitante menos deseado, como una zorra o un tejón. Me quedo quieto en el pino, estoy sentado a mujeriegas en una rama y el monotiro 30.06 elegido este día lo tengo colgado, y atado con la correa, de otra cercana, con su seguro pero cargado.

El animal se acerca a la caja del barranco perdiendo altura derechito al agua, me va a pasar de mi izquierda a mi derecha, intuyo… Girando la cabeza a mi izquierda con cuidado espero a que de la cara en un limpio  e identificarlo. De repente, y con gran sorpresa por mi parte, da la cara un suido algo despreocupado por lo que le pueda pasar, termina por caer a la caja del barranquillo y se me tapa con un chaparral grande, parándose detrás. Es mi única oportunidad, pienso. Cuando de la cara de nuevo tendré que estar preparado para el disparo y en buena posición, el problema es que estoy sentado en la rama de manera precaria y con el retroceso del disparo del 30.06 puedo dar con mis huesos en el suelo desde una poco despreciable altura de 11-12 metros. Con sumo cuidado me giro algo y levanto la pierna izquierda con mucha suavidad pasándola por encima de la rama y quedando de esta forma a horcajadas en la rama y mirando hacia el agua, seguidamente y con mucho cuidado de no hacer chirriar las anillas desmontables de la correa del arma, desarmo la correa portafusil del pasamanos y descuelgo el rifle de la rama quedando la correa enganchada solo de la culata, por lo que tengo que tener en cuenta esto también para no hacer ningún ruido inoportuno… Me encuentro preparado, he tardado en hacer toda la operación unos 15 segundos, y teniendo en cuenta la anchura del chaparro y la poca prisa del animal, cuando éste vuelve a dar la vista me encuentro listo.

Lo dejo cumplir, esperándolo en el agua, sitio en el que espero disparar; pero el cochino decide ganar altura antes de llegar al agua por la cara de enfrente pasando justamente por encima de la oquedad de la charca, lo veo traslucir detrás del chaparrete que crece encima del agua y pasa hacia mi derecha, por lo que me malicio, no tiene pensamiento, inmediato al menos, de entrar a la baña. Rápidamente me encaro el rifle y apuntando a su paletilla a través de dos pinetes de unos dos metros que lo tapan parcialmente, aprieto el gatillo raudo antes de que me gane la partida y se pierda para siempre en la espesura del monte que tiene a tan solo un par de metros… La bala winchester  SUPER-X de 165 Grains Pointed Soft Point hace impacto en el animal y lo vuelca sin decir “ni esta boca es mía”. Me alegro por el lance, pero no dejo de estar sorprendido por lo extraño de las circunstancias y la suerte que tuve.

En fin, esta noche ha sido rápido, me digo, pero la noche es larga y hemos quedado en levantarnos a las 1 de la madrugada, así que termino de asegurarme de que el animal esta frito y seguidamente termino de acomodarme en el árbol, nunca se sabe, quizá reciba alguna visita mas…

La noche es fresca y apacible, me tengo que abrigar con el polar y arroparme con la manta, pues hace fresco de mas. Durante las horas de espera oigo varios ruidos en el monte, pero lo que sea no da la cara tanto como para identificarlo ni con los sonidos, así que estoy entretenido y satisfecho por el animal volcado.

A las 12 percibo ruido de monte de nuevo por la cara de la derecha del barranco. Por detrás de mi posición y perdiendo altura derechito al agua. No lleva mucha prisa y hace muchas paradas algo prolongadas por lo que pienso que puede ser un macareno de esos que entran con mil precauciones. Me preparo y quito el seguro al rifle. Con el rabillo del ojo vislumbro el bulto del animal, es un suido. Giro poco a poco unos 15 grados el cañón del rifle hacia el objetivo, Le voy a tirar antes de que entre al agua, pues estos viejos la mayoría de las veces solo dan una oportunidad y hay buen tiradero… Encaro el monotiro y doy la luz, el animal se queda parado un poco a través, con el morro hacia el monte. Sin esperar a dar las buenas noches aprieto el gatillo y… !Sorpresa!. No sale la bala, he oído el martillo accionarse pero no ha dado lugar la detonación. Lógicamente el animal ha salido a trote extrañado aunque no muy asustado, se ha ido para siempre quizás de la cruz de mi visor.

La explicación del fallo es sencilla, después de las comprobaciones pertinentes y obligadas llegué a la conclusión de que, al cargar el arma después del tiro, la cerré tan suavemente para no hacer ruido que, aunque el martillo y el muelle volvieron a la posición de tiro, el mecanismo no volvió exactamente a su posición, con lo cual el martillo descargó en falso y no en la base del percutor, con lo que la aguja no impactó en el pistón como era lo normal, no produciéndose la detonación esperada. Fallo humano y no mecánico como yo pensaba en un primer momento.

A la 1 de la madrugada me bajo del pino y llamo a mi padre y a Pitón (un amiguete nuestro que vino con nosotros) para  que vengan a ayudarme a cargar al animal, pues preveo que es algo mas pesado que la cochina de las otras noches. Cuando llegan cargamos al animal. Es un machete de unos 50 kilos al que le asoman unos 3-4 centímetros de navajas. Un proyecto de macareno que dio en las mediciones 13 cm.

  1. 8 de julio, 2013.

Lunes. Como tengo poco trabajo en estas fechas, lo he agrupado en dos días, dejándome libres los lunes para subir al coto y hacer alguna espera. No soy partidario de subir tan seguidamente a cazar, pues el monte necesita descanso, pero cualquiera le dice a mi padre que no subimos con el “mono” que tiene…

A las 18:00 salimos de casa para llegar al cazadero a las 19:30 y así darnos tiempo a registrar los sitios querenciales. Revisamos una vez allí las siembras y algún punto de agua. La charca de marras la dejaré sin revisar, pues esta muy tirada y además se pierde mucho tiempo en ir a ver como está.

Después de ver y rastrear los diferentes sitios, y no gustándome del todo las siembras por estar muy a la vista para mi gusto, y cerca de los caminos, decido de nuevo, y ya pensando en pasar una noche apacible mas que nada, ponerme en la charca de nuevo. Hago otra vez la misma operación que los otros días pensando por el camino al puesto que sería ya la “repanocha” el que esa noche volviera a ver o sentir algo en dicha   baña. Demasiada suerte ya, y Fortuna no existe para mi solo, supongo que hay mas cazadores necesitados de ella.

Me subo otra vez al pino y me acomodo lo mejor posible una vez mas. En la baña, en las últimas horas de luz entran los mirlos y otros pajarillos del lugar. El charco esta atestado de mariposas, abejorros, mosquitos, etc… Se nota que en esta época del año hay mucha vida en el monte y ello me reconforta, pues en esos días se prevé la entrada de animales por verse el monte muy “vivo”.

Otra vez he quedado con mi padre en levantarnos a la 1 de la madrugada. Hemos venido los dos solos, así que tenemos un poco mas de margen a la hora de alargar la espera si fuera necesario.

Pasan las primeras dos horas de espera y no se oye nada claro, pero no me sorprendo, ya que el jaleo que ha sufrido aquella parte del monte por mi parte, sin duda ha hecho mella en las entradas de los animales al agua. Me relajo y espero oír algún disparo de mi padre en algún momento.

A las 12:15 empiezo a oír ruido de monte por mi izquierda y trasero a mi posición, oigo el ruido inconfundible que hace un suido al tomar los vientos, así como el movimiento de hojarasca y piedras (de vez en cuando) al hozar buscando algún gusanillo u otro bichejo. Poco a  poco lo oigo mejorarse mas trasero a mi, y con la intención de pasarse por detrás de mi puesto, va a cruzar el barranco a mis espaldas, y, teniendo el cuenta que el aire lo llevo de cara, pienso que me va a detectar, mi única oportunidad reside en la altura a la que estoy puesto, y que sin duda airea menos por ello. Al cabo de un par de minutos lo siento por la cara ya de la derecha, ha pasado el barranco y no me ha detectado, lo percibo a media altura de la cara de la derecha del barranco y perdiendo altura en diagonal hacia la baña. Me incorporo un poco y coloco el rifle en mejor posición para llegado el momento encararlo con un recorrido pequeño, minimizando el riesgo con ello de hacer algún ruido en el momento menos idóneo. El animal se acerca poco a poco, denoto que es un solo animal, no se percibe el sonido característico de la piara. Ya lo tengo a mi altura pero, como es noche cerrada no veo ni el bulto, tengo que dejarlo que cumpla en el agua para estar seguro de que, cuando le de la luz, lo voy a ver.

Sigue su camino poco a poco y haciendo poco ruido, lo percibo claramente porque hace una noche mansa y cualquier movimiento a menos de 40 metros lo oigo de maravilla. Ya lo tengo a unos 5 metros del agua, pero intuyo que esta detrás de un espino y por ello lo dejo que se mejore un poquito mas hacia la charca…

Ya está!!!. Lo oigo entre la baña y mi posición, he oído el sonido de la terrera y poco después el de piedras que cubren la zona limpia del tiradero, me encaro el monotiro y le doy la luz, se queda parado por suerte para mi, y metiendo la cara en el visor, rápidamente le coloco la cruz en el brazuelo y aprieto el gatillo… Sale como alma que lleva el diablo barranco arriba, hace un ruido grande al arrastrar consigo todo el monte que encuentra a su paso, y, pasados unos segundos, y tras un leve ronquido, dejo de oírlo, quizás para los restos.

Reflexiono. Creo que lo mas seguro es que lleve el tiro bien colocado, y que por eso ha hecho esa carrera alocada recta, el barranco tiene muy poca pendiente en esa zona así que el animal consideró que había buena huida por ahí. En fin, ya veremos. Estoy tentado de bajar del pino para rastrear por lo menos en el sitio del posible impacto y salir de dudas, pero, siempre termino una espera hasta la hora que nos marcamos de antemano así que vuelvo a cargar el 30.06 y me dispongo a terminar la espera, son las 12:30.

A las 12:37 empiezo a oír otra vez monte a mi espalda por la cara de mi derecha. Lo que sea viene con prisa pues se para poco. Pienso que no es posible que sea otro jabalí, pues no hace ni diez minutos que hice el disparo, me quedo expectante, esperando. Poco a poco se deja caer casi por el mismo sitio por el que entró su camarada anterior, sin pensarlo mucho cae al barranquillo y seguidamente oigo el agua moverse. Me encaro el rifle y apuntando al charco doy la luz de nuevo y… ¡No veo nada!. Me vuelvo loco intentando localizar al guarro pero no lo veo. Al cabo de los 4-5 segundos lo siento andar derechito hacia el tronco del pino donde estoy, he perdido campo de visión y ya tengo poca posibilidad de dar con un tiradero bueno, el animal me ha pasado por debajo y se ha metido detrás de un chaparral que tengo casi a mis pies un poco a mi izquierda y por delante, y allí se ha quedado parado intentando identificar que es aquello tan extraño que está pasando. Mientras, me mejoro girándome un poco a mi izquierda y, entre unas ramas del pino donde me encuentro hago otra tentativa de dar la luz e identificar al suido esquivo. Nada, solo veo las ramas mas altas del chaparro, pero del animal nada. Al cabo de un par de segundos que se me antojan eternos veo al curioso jabalí asomar el lomo por una orilla del chaparro, circunstancia que aprovecho sin perder tiempo para colocarle una bala winchester de 165 Grains de mi 30.06 en la cruz de las paletillas. Obviamente el tiro es mortal y cae hecho un fardo pateando el suelo unos 20 segundos antes de dejar el monte otra vez en calma. Son las 12:40.

A la 1 me bajo del pino y voy a ver que acabo de matar. Es un guarro de unos 70 kilos, pero, infortunadamente no tiene casi boca, de ella sobresalen unos colmillejos de unos 3 cm. Lo arrastro hacia el camino cercano y bajo a mirar si hay sangre en el disparo del primero al que tiré al pié de la baña. Con alegría confirmo que el animal va pegado pero da poca sangre, no se si lo cobraré, pues ello no me da buena espina.

Sin hacer ninguna otra valoración, salvo la de considerarme un suertudo de narices, recojo el macuto y el rifle y me voy al encuentro de mi padre. Cuando llego al coche le cuento lo ocurrido y cargándolo todo en el vehículo, nos disponemos a acercarnos a la baña para cargar el uno, y pistear el otro.

Con cuidado entramos en el camino abandonado que pasa a la vera de la charca y nos encontramos con el jabalí que yo mismo deje en medio del carril. Nos bajamos del coche y tras echar una mirada fugaz al animal, nos bajamos al barranco para rastrear la sangre que vi antes. Empiezo a seguir la sangre, que con los metros recorridos se vuelve un poco mas abundante, y veo que el suido en su huida ha intentado subir por una de las paredes del barranco sin éxito, lo que me alienta bastante. No dura mucho la sensación, pues se cambia por una mucho mas satisfactoria al encontrar a mi jabalí muerto a unos metros. Al acercarnos nos felicitamos al ver que de su boca salen unos colmillos que sobresalen unos 8-9 centímetros, es un macareno de bandera. Mi orgullo y felicidad se salen del gráfico, pues difícil es el cobrar un macho como lo hacemos nosotros (con caza escasa y muy desconfiada), de manera que cobrar dos machos en una noche, y con una diferencia de 10 minutos, se me antoja una hazaña que no se si repetiré algún día.

Por último cargamos los dos animales en el coche, al día siguiente los pesamos (dieron 67 y 86 kilos respectivamente) y les sacamos los colmillos, que dieron 14 y 20 cm. Sintiéndome el hombre mas afortunado del mundo, pues los anteriores fueron los 10 días soñados por todo esperista.

Relato a concurso de relatos por Alberto Garre.

 


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